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Análisis

Kyle Korver, justicia astral

¿Cómo es posible que un escolta con pinta de surfero y que apenas anota poco más que una docena de puntos con los Hawks vaya a ser All Star?

Un tío que promedia menos de 13 puntos por partido y que tiene cerca de 34 años va a ser All-Star. Por primera vez en su carrera. Así lo ha querido Adam Silver, mandamás de la NBA, tras confirmarse la baja por lesión de Dwyane Wade, elegido inicialmente por los entrenadores para formar parte de los suplentes de la Conferencia Este.

Korver, escolta titular del equipo con mejor récord del Este, los sorprendentes Atlanta Hawks, se unirá a sus compañeros Jeff Teague, Paul Millsap y Al Horford en la reunión anual de astros del baloncesto que este año se celebra en la capital del mundo, New York, haciendo así que un tercio de la plantilla de la conferencia local juegue en el mismo equipo. Inmejorable marco para el reconocimiento como estrella de este veterano de once años de experiencia en la NBA.

En un evento en el que están, no sólo los mejores, sino también los más mediáticos jugadores de la liga, encontramos presentes a los primeros catorce clasificados en la tabla de puntos por partido (incluidos los en un principio seleccionados pero más tarde ausentes por lesión Davis y Griffin). Korver, con 12’7, es el que menos anota y junto al sempiterno Duncan (14’5) el único que baja de 15 por partido. Además, no es ningún prodigio físico, no tiene millonarios acuerdos publicitarios y es el jugador sin contrato de rookie en vigor con menor salario de entre los elegidos para el All-Star Game. Por si fuera poco, cada temporada que pasa su sueldo disminuye.

Pero hay algo en lo que el jugador salido de la Universidad de Creighton está inmerso y sus compañeros de firmamento no: la carrera por completar la mejor temporada de tiro de la historia, siendo el único jugador que supere el 50% de acierto en tiros de campo, 50% en triples y 90% en tiros libres. Famoso es el selecto club del 50-40-90[1], formado por Larry Bird, Mark Price, Reggie Miller, Steve Nash, Dirk Nowitzki y Kevin Durant.

Pero jamás nadie logró un 50-50-90.

De momento, Korver lo está consiguiendo, habiendo llegado al parón del All-Star con unos porcentajes del 51’2, 52’3 y 91’1% en un total de 53 partidos disputados.

Y disparatados porcentajes de ‘effective field goal’ del 70’3% (combinación de tiros de campo dando al triple 1’5 veces más valor que al tiro de dos puntos) y ‘true shooting’[2] del 73’1% (combinación mediante fórmula matemática del valor de los tiros de campo que el jugador toma y sus tiros libres). Estadísticas dominadas por pívots que tiran poco y muy cerca del aro entre las que se cuela como segundo y primer clasificado, respectivamente, un exterior que intenta casi seis triples por partido. Irreal.

Como todo gran tirador, y en la actualidad no existe mejor que él, resulta excepcionalmente mortífero en el ‘catch and shoot’, liderando la NBA en puntos llegados desde este criterio. 479 de sus 675 puntos esta temporada han sido encestados tras lanzamientos de recibir y tirar, pasando el balón menos de dos segundos por sus manos, elevando su porcentaje de tiro de campo efectivo al 74’4%. Nadie anota más ni mejor que él sin necesidad de haber botado antes el balón.

A pesar del poco tiempo que el balón pasa por sus manos (el 0’2% de las veces que ha tocado el balón, éste ha permanecido acaparado por él seis segundos o más), su influencia en el juego de Atlanta es total. Resulta imposible comprender el éxito del horizontal juego de los Hawks sin ‘Mr. Automatic’ en la ecuación. No menos que pavor es lo que despierta su presencia en pista, las persecuciones y ayudas de incluso más de dos defensores a los continuos carretones y bloqueos indirectos que pone y/o de los que se beneficia (gran parte de sus tiros librados llegan tras haberle sellado él el bloqueo indirecto a un compañero, “engañando” a la defensa rival, que piensa que es el otro jugador a quien se quiere entregar el balón). Y si estás defendiendo a Korver en el lado débil y se te ocurre hacer una ayuda en el poste bajo del lado fuerte, date por muerto: después del base Jeff Teague son los interiores Al Horford y Paul Millsap quienes más veces han asistido un tiro convertido por nuestro protagonista.

Decía su compañero Elton Brand, que, allá por 2012, cuando él jugaba en los Sixers y Korver en los Bulls, recibió para el enfrentamiento de playoffs entre ambas franquicias un informe de scouting que incluía mucho más sobre su actual compañero que estrellas de los Bulls como Derrick Rose, Joakim Noah o Carlos Boozer. Y que no comprendía por qué, por muy bien que tirase. Ahora sí.

No hay punto flaco en el tiro de Kyle Korver. Anota casi la mitad (48%) de triples que tira desde un paso más allá de la línea, un ¡63%! de los que intenta desde la esquina derecha, el que parece su sitio favorito, y un (exclamaciones nuevamente, por favor) ¡62’5%! de los que tira cuando quedan entre 0 y 4 segundos en el reloj de posesión. Pero es que, además, cuando el defensor está pegado a él, alcanza un 55’6% de acierto, casi el mismo que cuando está totalmente abierto (defensor más cercano a 1’80 metros de él), que es del 56%.

Y dos datos con los que se permite al lector llamar mentiroso al autor del artículo a pesar de ser verdad por lo ridículo de los mismos: el porcentaje efectivo de tiro (el ‘effective field goal’ del que hablábamos antes) de Kyle Korver cuando llega de tráiler en una transición o contraataque es del 94’4% de acierto. Sí. Sus porcentajes son tan disparatados que la estadística nos revela que, por cada tiro que intenta, Korver anota 1’6 puntos, más que nadie en la NBA. Entre o no entre el lanzamiento.

¿Cómo se defiende a este tío?

La temporada actual es, sin duda, en la que Korver ha alcanzado su mayor popularidad. Sin embargo, viene siendo un reputado especialista en el tiro exterior casi desde su llegada a la NBA. Salvo en tres de sus cuatro primeras temporadas, siempre ha jugado en equipos ganadores (Sixers, Jazz, Bulls y Hawks).

Ya en su año sophomore, el único de su etapa en Philadelphia con más victorias que derrotas, batió el récord de la franquicia de triples anotados en una temporada, con 226 en 82 partidos. Más tarde, en la 2009/10, en Utah, registró el mejor porcentaje de triples anotados por un jugador en una temporada en la historia de la NBA, 53’6%, aunque ese curso sólo pudo jugar 52 partidos debido a una mala racha de lesiones. Y en marzo de 2014 llegó a su fin su hito más reciente, el de los 127 partidos consecutivos anotando al menos un triple, pulverizando la anterior mejor marca de 89 seguidos, por Dana Barros.

Es común tender a pensar que un tirador nace, y no se hace. Efectivamente, existe una parte de talento innato, o una facilidad para absorber detalles técnicos que mejoren la mecánica de lanzamiento, pero que no valen de nada sin el trabajo.

Revelaba Klye Korver hace poco a USA Today que dos veranos atrás participó en su primer misogi, la experiencia de empujarse a uno mismo hacia límites casi inhumanos en territorios desconocidos. Una locura física pero con un componente místico en la búsqueda del ser de uno mismo. Su misogi consistió en recorrer 40 kilómetros a remo en una piragua de pie, sin experiencia previa en esta práctica deportiva, desde Channel Islands (un archipiélago de islas frente a la costa de California) hasta Santa Bárbara.

Tras completarlo, Kyle Korver cayó exhausto y tenía los dedos de los pies sangrando. La prueba le hizo comprender que no debía jamás rendirse, ni desviarse de su camino. Le convirtió en un obsesionado detallista que se prometió a sí mismo no parar de mejorar hasta alcanzar la perfección en todo aquello que emprendiera en su vida. Cada ‘golpe’, como él lo llamaba, debía hacerlo de la mejor manera de la que fuese capaz.

Y esa filosofía la ha trasladado a su tiro.

Por cierto, su equipo este año ha batido su récord de victorias consecutivas (19) y firmado en enero el mejor mes de un equipo en la NBA, con 17 triunfos y ningún tropiezo.

Por todo ello, el mejor tirador puro de la historia de la NBA y jugador que anda inmerso en conseguir la mejor temporada de tiro de siempre, merece estar en el All-Star Game.

‘Snubs’ producidos por el fenómeno Kyle Korver

Derrick Rose

¿Quién iba a decir, no ya hace unos años, sino hace unos meses, que Kyle Korver sería capaz de ‘robar’ un puesto en el All-Star a Derrick Rose? Rose, MVP más joven de la historia de la NBA en 2011, está por fin este año de vuelta y sano de lesiones severas. Sin embargo, sus Bulls no están alcanzando la regularidad que deberían tener y los números del jugador de baloncesto que más cobra por vestir de Adidas no están siendo del todo óptimos. Si salvamos los diez partidos que jugó en la 2013/14, su porcentaje de tiros de campo y número de asistencias por partido son los peores de su carrera. También intenta más triples que nunca (5’6 por partido) y lo hace nuevamente con su peor porcentaje, el 29’7%.

Brandon Knight

El joven combo-guard de los Bucks mantiene su buen promedio anotador del año pasado (17’8 puntos por partido), pero ha mejorado su porcentaje en tiros de campo y también está lanzando mejor que nunca desde el triple (40’9%) y el tiro libre (88’1%). Con Jason Kidd como entrenador también ha encontrado su lado más altruista (5’4 asistencias por partido) y sus medias en rebotes y robos por partido son también las mejores de su carrera. Es uno de los que más méritos están haciendo en los emergentes Bucks, que gracias a él están solventando la baja del prometedor Jabari Parker y se establecen en la sexta posición del Este para playoffs, con 8’5 partidos de ventaja sobre el noveno clasificado.

Algún día será All-Star, pero a día de hoy seguramente le afecte jugar en un mercado pequeño y no gozar de demasiado cartel.

Kyle Korver

Kevin Love

El jugador por el que los Cleveland Cavaliers decidieron desprenderse de “The next big thing”, Andrew Wiggins, último número 1 del Draft, y otro que ya lo fue, Anthony Bennett. A esta máquina de hacer dobles-dobles le ha costado mucho adaptarse a ser la tercera referencia ofensiva de su nuevo equipo, algo muy distinto a lo que estaba acostumbrado desde que prácticamente era sophomore en Minnesota. Sus promedios de puntos y rebotes por partido son sus peores desde que era rookie, y el dubitativo inicio de los Cavs, aunque con el rumbo ya enderezado, no le ha ayudado. Además, perdió popularidad al borrarse del Team USA para la Copa del Mundo 2014 para centrar el verano en gestionar su futuro.

Con estas y otras ilustres ausencias, también en el Oeste (DeMar DeRozan, Mike Conley, DeAndre Jordan, Nikola Vucevic, Zach Randolph, Monta Ellis, Kemba Walker, Rudy Gay, etc.) y la polémica que ello genera entre los aficionados, no es de extrañar que Adam Silver se esté pensando ampliar las plantillas del All-Star a entre trece y quince jugadores a partir de la edición de 2016.

[1] Dos jugadores más han logrado este hito pero no aparecen en la lista, Steve Kerr y José Manuel Calderón. En ambos casos, debido a que no llegaron a anotar los 125 tiros libres necesarios para ser contabilizados. El actual entrenador de los Warriors se quedó en 78 en la temporada 1995/96, y el español en 109 en la 2007/08.

[2] Puntos / 2*(Tiros de campo intentados + 0’44*tiros libres intentados)

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