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Análisis

La Rip City no quiere perder

El pasado verano supuso el final del primer proyecto de Terry Stotts en los Trail Blazers, un periodo en el que, a pesar de superar holgadamente las cincuenta victorias en liga regular durante los dos últimos años,  nunca ofreció la impresión de ser capaz de dar ese salto competitivo para luchar por el anillo, algo que a la postre significó que se pusiera en la franquicia de Oregón el cartel de liquidación por cierre nada más caer eliminados en primera ronda de Playff ante los Grizzlies de Marc Gasol y compañía.

Del quinteto habitual de la temporada pasada – Damian Lillard, Wes Matthews, Nico Batum, LaMarcus Aldridge y Robin López – tan solo el base de California permanece en la plantilla de los Blazers tras firmar una renovación millonaria (120 millones por 5 años de contrato) y erigirse como el principal pilar de una reconstrucción a la que le ha salido un pequeño talón de aquiles: la excesiva competitividad del equipo pese a que del quinteto del año pasado no quedan más que escombros.

Nos explicamos. La hoja de ruta marcada por el GM de los Blazers, Neil Olshey, está diseñada buscando una reconstrucción rápida. En Portland tienen pánico a las reconstrucciones interminables -pregunten en Sacramento o Minnesota por ellas, a ver que les cuentan- después de que ellos mismas padecieran su propia travesía por el desierto justo cuando acabó la  estresante época de los Jail Blazers, un equipo  con Pippen, Wallace o Sabonis en sus filas, y que tan cerca se quedaron del anillo en el 2000. Ese equipo, que atesoraba tanto talento como malas pulgas fuera de la pista ( y algunos como Rasheed, también dentro) tuvo como herencia la más absoluta nada, lo que supuso un lustro entero sin playoffs y jugadores como Ha Seung-Jin (?¿) disputando minutos como Blazers. En fin.

Ese plan tenía como pata principal un objetivo: hacerse con la mejor elección en el draft posible de cara a 2016,  lo que suele trauducirse en perder partidos, y cuantos más, mejor, ya que los Nuggets poseen, tras un traspaso, los derechos de la elección de los Blazers para el próximo sorteo de notavos, siempre que esta no sea una de las siete primeras. Cosas de la NBA.  Para ese noble objetivo de perder todos los partidos posibles, se puso en marcha un plan que no suele fallar: deshacerse de todos los jugadores que tuviesen una mínima destreza en el bote, tiro, o cualquier capacidad relacionada con el baloncesto, o en su defecto conservasen sus habilidades psicomotrices básicas.

Vale, está bien, me he pasado. Aunque es cierto que pegaron la patada a gente tan válida como Wesley Mathews -«Los Blazers ni siquieran me han hecho una oferta de renovación» llego a decir después de fichar por Dallas- el equipo tiene a algún que otro proyecto interesante, además del mencionado Lillard. CJ McCollum es un tirador excepcional y que tras estar a la sombra durante sus dos primeros años en la liga, puede explotar su potencial de jugador All Star con el que fue seleccionado en 2013. Vonleh, pese a estrellarse de forma rotunda en los Hornets, es un atleta que sabe moverse por la pista, y cuenta con apenas veinte años. Y por dentro, tanto Leonard como el internacional Mason Plumlee son pivots interesantes, que aportan sus cositas en la zona, pese a ser blancos y lechosos.

En definitiva, un roster aseado, con un estrella con ganas de revancha por su no elección para el Partido de las Estrellas de la temporada pasada, pero muy lejos de parecerse a un candidato a nada, ni siquiera a entrar en Playoff. Todo encajaba en el plan de Olshey.

Sin embargo, solo en el equipo A los planes salen bien, y estos Blazers tienen el problema de que están sorprendiendo para bien, incluso demasiado. Lilliard está en los mejores números de su carrera, mientras que McCollum anda en todas las quinielas para ser nombrado jugador más mejorado del año -ha pasado de promediar 6,8 ppp a coquetear con la frontera de los veinte, 19,8- Mientras tanto, el resto del grupo destila una química interna sensacional, gracias a la gestión de , un entrenador infravalorado durante toda su carrera, y que también se muere por reivindicarse tras las críticas recibidas el pasado mes de mayo.

Todo esto deja a los Blazers con un sorprendente balance de diez victorias y catorce derrotas, un récord que si, evidentemente, no les da para entrar en Playoff, también les aleja de un furgón de cola para el que más de uno ya les había comprado billete.

Todo hace indicar que en algún momento sacarán a pasear el tanque por las calles de Oregón, sobre todo para no perder ese pick ahora tan comprometido, pero mientras tanto, toca disfrutar de un equipo que cada noche planea una venganza sobre aquellos que les dieron por muertos hace pocas semanas, y que ya han logrado victorias ante rivales de prestigio como los Clippers o los Grizzles. 

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