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Reflejos

Clase del draft 2006: estrellas y estrellados

El pasado 28 de junio de 2016 se cumplió el décimo aniversario de una de las ceremonias del draft más extrañas de toda la historia de la NBA. No porque la ceremonia en sí fuese extraña, sino porque algunos de los jugadores que fueron seleccionados en la misma resultaron ser una tremenda decepción cuando realizaron su salto al baloncesto profesional. Otros, en cambio, cumplieron las expectativas, y han acabado por cosechar una exitosa carrera profesional y convertirse en jugadores relevantes para sus equipos.

A continuación, clasificaremos a algunos jugadores de esta peculiar hornada según grupos y realizaremos un breve análisis sobre su rendimiento y su carrera profesional hasta la fecha.

Los que cumplieron

Los siguientes jugadores demostraron a la NBA que tenían potencial para rendir en la mejor liga del mundo, y se han convertido en jugadores relevantes en algún punto de su carrera.

LaMarcus Aldridge (nº2 del draft): proveniente de la universidad de Texas, donde jugó durante dos temporadas, Aldridge fue seleccionado por los Chicago Bulls y traspasado a los Portland Trail Blazers a cambio de Tyrus Thomas, que fue elegido en la cuarta posición. Desde su llegada a Portland, Aldridge dejó ver que podría convertirse en un jugador a tener en cuenta, y efectivamente así fue. Prácticamente duplicó su anotación por partido al comenzar su segundo año, y no ha dejado de mejorar desde que pisó por primera vez una cancha de la NBA. Con un juego de pies extraordinario y una muñeca exquisita, el actual jugador de los San Antonio Spurs se ha convertido en uno de los jugadores interiores más completos y versátiles de la NBA. Con su llegada a San Antonio la pasada temporada, Aldridge asumió un papel algo más secundario, pero esta temporada, con la retirada de Tim Duncan, deberá asumir el peso anotador del equipo y formar una de las mejores parejas de pívots de la NBA junto a Pau Gasol.

Brandon Roy (nº6 del draft): aquellos que lleven siguiendo la NBA desde hace unos pocos años, recordarán la extraordinaria calidad  que atesoraba este jugador, cuya carrera en la NBA terminó de manera triste y prematura debido a las lesiones. Seleccionado por los Minnesota Timberwolves y traspasado a los Portland Trail Blazers, Roy llegó a convertirse en uno de los mejores jugadores de la NBA gracias a su gen ganador y a su capacidad para anotar de múltiples maneras con suma facilidad. Desde su debut, en el que anotó 20 puntos, se vio que Roy tenía madera de estrella. Fue el ganador al premio de mejor jugador de primer año en la temporada 2006-2007. Escolta de unos dos metros de estatura, Roy hacía gala de una técnica muy elegante y un excelente juego de pies que le permitía ser imbatible en el uno contra uno. Su mejor temporada fue la 2008-2009, en la que acabó noveno en la votación por el MVP. Desgraciadamente, acarreaba problemas en ambas rodillas desde su etapa en la universidad de Washington, y tras someterse a múltiples operaciones y no obtener mejoras, anunció su retirada a finales de 2011. Los Timberwolves apostaron por él cuando decidió probar suerte en junio de 2012 y volver a la NBA tras someterse a un tratamiento regenerativo. Sin embargo, el «nuevo» Roy no fue ni la sombra del antiguo, y los Wolves terminaron por despedirlo apenas un año después de contratarlo.

Rudy Gay (nº8 del draft): pese a no ser verdaderamente una estrella, Rudy Gay es uno de los jugadores más «salvables» de esta clase de draft. Proveniente de la universidad de Connecticut, este alero fue seleccionado por los Houston Rockets y traspasado a los Memphis Grizzlies. Fue tercero en la votación del ganador del premio de novato del año, y se convirtió en un pilar fundamental de los Grizzlies, hasta que fue traspasado a los Toronto Raptors en enero de 2013. Actualmente en los Sacramento Kings, Gay es uno de los jugadores más atléticos de la liga, con una envergadura y una capacidad de salto extraordinarias, que lo convierten en un espectáculo sobre el parquet. Por contra, en ocasiones peca de individualista, y no se ha llegado a consolidar como superestrella de la NBA pese a poseer las condiciones necesarias para hacerlo. Este alero ha demostrado que puede liderar a un equipo en cuanto a anotación, pero no ser un líder completo en el que el equipo se apoye para ganar partidos.

JJ Redick (nº11 del draft): este escolta, seleccionado por los Orlando Magic tras su paso por la histórica universidad de Duke, y que actualmente juega para los Clippers, tampoco podría ser considerado una estrella, pero sí un habitual de la clase media-alta de la NBA. Redick es uno de los mejores tiradores de la NBA y un jugador cuya capacidad defensiva a menudo es subestimada. Siendo habitualmente escolta, su rapidez le permite defender también a los bases más rápidos Su promedio anotador se sitúa en torno a los 15 puntos por partido. Redick no solo destaca en la faceta del tiro exterior – esta última temporada ha firmado su mejor porcentaje en triples, con un 47% – , sino también en la del tiro libre (convierte un 88% de sus lanzamientos). Además, aprovecha de manera habitual su amenaza con el tiro para abrir la pista y penetrar o tirar desde media distancia cuando la defensa se cierra sobre él.

Los «robos»

Año tras año, hay jugadores que, pese a ser seleccionados en posiciones bajas, sorprenden a expertos y aficionados y resultan ser grandes jugadores. A estos jugadores se les llaman los «robos» del draft por su bajo coste y su elevado valor. Estos son los robos del draft de 2006:

Rajon Rondo (nº21 del draft): Rondo fue seleccionado por los Phoenix Suns y traspasado a los Boston Celtics, que se hicieron con un jugador que acabaría siendo uno de los mejores bases de la liga. Jugó en la universidad de Kentucky, y su elección en el puesto 21 se debió principalmente a su carencia de un tiro fiable, una cualidad fundamental en los bases del baloncesto moderno. Aún así, Rondo supo aprovechar la oportunidad que le brindaron los Celtics y acabó por convertirse en titular indiscutible, ganando un anillo de campeón en la temporada 2006-2007 junto a aquel «Big Three» formado por Ray Allen, Paul Pierce y Kevin Garnett. Pese a tener auténticos problemas con el tiro, Rondo es uno de los mejores pasadores de la NBA y también un especialista en robos de balón. Tras su etapa en Boston, los Celtics se vieron obligados a traspasarlo a los Dallas Mavericks por la necesidad de reconstruir el equipo. Rondo no encajó en el esquema de Dallas y fue traspasado a los Sacramento Kings, donde pareció haber recuperado parte de su magia. Este verano fue fichado por los Chicago Bulls, donde formará una intrigante asociación exterior con Dwayne Wade y Jimmy Butler.

Kyle Lowry (nº24 del draft): procedente de la universidad de Villanova, Lowry fue seleccionado por los Memphis Grizzlies, que al año siguiente seleccionaron en el draft a Mike Conley con el número 4. Conley, que este verano ha firmado el contrato más lucrativo de la historia de la NBA, acabaría por convertirse en el base titular del equipo, por lo que Lowry se vio obligado a buscar minutos en los Houston Rockets, donde jugó durante 4 temporadas y se convirtió en objeto de deseo de varios equipos tras ofrecer un gran rendimiento. Tras la llegada a Houston de Kevin McHale, un nuevo entrenador, Lowry no encajó en los sistemas del equipo y decidió marcharse a los Toronto Raptors, donde ha mejorado hasta ser un All Star y uno de los mejores bases de  la NBA. Lowry es un jugador muy inteligente, que ha mejorado sustancialmente su condición física (hasta hace no mucho solía llegar pasado de peso al comienzo de la temporada) para ofrecer sus máximas prestaciones. Es una pieza clave tanto en ataque como en defensa, aspecto en el que destaca por su inteligencia y su entrega. Lowry se ha convertido en el corazón de los Toronto Raptors, uno de los mejores equipos del Este, y en una referencia en la posición de base. Hace unos días se proclamó campeón olímpico en Río de Janeiro con la selección de Estados Unidos.

Paul Millsap (nº47 del draft): Millsap jugó tres años para el equipo de la universidad de Louisiana Tech. Tal vez fue el hecho de proceder de una universidad pequeña el que le llevó a ser seleccionado en la segunda ronda con el puesto 47. El ala-pívot aterrizó en Utah Jazz y de manera inmediata sorprendió por su impacto en la cancha. Suplente de Carlos Boozer, por entonces uno de los mejores interiores de la NBA, Millsap aprovechó al máximo sus minutos y se consolidó como jugador importante en Utah. En verano de 2013 firmó un contrato con los Atlanta Hawks que, sabedores de la gran calidad del jugador, apostaron por él para formar una extraordinaria pareja de pívots junto al dominicano Al Horford. Su intensidad y sus capacidades para anotar y rebotear han hecho de Millsap un gran ala-pívot y un All Star estas dos últimas temporadas. Esta próxima temporada compartirá equipo con Dwight Howard, con la incertidumbre de la compatibilidad entre ambos jugadores.

Las decepciones

Al contrario que los «robos», existen jugadores en los cuales se depositaron altas expectativas que, por una razón o por otra, no se cumplieron:

Adam Morrison (nº3 del draft): Morrison es uno de los mayores interrogantes de la historia de la NBA. Tras ser una estrella en la universidad de Gonzaga, fue seleccionado por los Charlotte Bobcats con la etiqueta de «promesa» y con un potencial tremendo para destacar en la mejor liga del mundo. Su principal arma era el lanzamiento de media y larga distancia. «Stache», como era conocido por su mostacho, era un gran tirador y un jugador con una movilidad extraordinaria y una técnica peculiar, pero muy efectiva. Pese a padecer diabetes tipo 1, una enfermedad de relevancia significativa, fue capaz de sobrellevar su enfermedad junto con la exigencia de la NBA durante su primera temporada, en la que promedió 11 puntos por partido y fue seleccionado para el segundo quinteto ideal de novatos. Antes de comenzar su segunda temporada, sufrió una grave lesión de rodilla tras la cual no fue a ser el mismo y que, unida a su problema de diabetes, trastocó por completo su carrera deportiva. Fue campeón de la NBA por partida doble con los Lakers, que lo ficharon en 2008, pero apenas disputó minutos para contribuir al éxito del equipo.

Tyrus Thomas (nº4 del draft): realmente no se puede hablar de decepción con un jugador que ha tenido una carrera de 8 años en la NBA contando con unos 20 minutos por partido a lo largo de su carrera y anotando 7 puntos de media, pero si con Morrison comentábamos que era un gran interrogante, Thomas no se queda atrás. Seleccionado por los Portland Trail Blazers, fue traspasado a los Chicago Bulls a cambio de LaMarcus Aldridge, que dejaron escapar a un jugador franquicia para hacerse con Thomas, otro ala-pívot que no fue capaz de mantener el nivel que demostró en la universidad de Louisiana State. Pese a que fue incluido en el mejor quinteto de rookies tras su primera temporada, la irregularidad fue el lastre y la tónica habitual en su carrera, por lo que los Bulls lo traspasaron a los Charlotte Bobcats en 2010 a cambio de un precio muy bajo. Thomas, con 2,06 metros de estatura y unas capacidades atléticas envidiables, era una máquina de «highlights», capaz de realizar mates y tapones al alcance de muy pocos, pero no llegó a ser el jugador excepcional que se esperaba.

Shelden Williams (nº5 del draft): este pívot, formado en la universidad de Duke, es otro ejemplo de jugador cuyo rendimiento en la NBA estuvo a años luz del que ofreció en el baloncesto universitario. Seleccionado por los Atlanta Hawks, su primera temporada, en la que promedió 5 puntos por partido, fue la mejor de su carrera.Este hecho es un gran indicador de la falta de progresión de Williams, que jugó para 7 equipos en sus 6 temporadas en la NBA. Sus promedios hablan por sí solos: 4 puntos y 4 rebotes en 15 minutos por partido a lo largo de su carrera tras haber sido una estrella en una de los mejores equipos universitarios, en el que cosechó 14 puntos, 9 rebotes y 3 tapones en 28 minutos jugados por partido. Williams era una presencia dominante en la zona que no supo ofrecer su mejor versión en la NBA y decidió probar suerte en las ligas de Francia y China, en las que gozó de más protagonismo. Recientemente ha pasado a formar parte del cuerpo técnico de los Brooklyn Nets como ojeador.

Mención especial: Andrea Bargnani (nº1 del draft)

Como todos los jugadores seleccionados en la primera posición del draft, Bargnani se merece un estudio separado del resto de los jugadores. «Il mago», como lo apodaban en Italia por su tremendo talento, fue seleccionado por los Toronto Raptors procedente del mítico Benetton de Treviso, donde hizo las delicias de los ojeadores de la NBA. Un hombre de unos 2,10 metros de estatura y capaz de anotar desde cualquier lado de la pista, el italiano se postulaba como el próximo Dirk Nowitzki. En cuanto a la anotación, Bargnani no decepcionó del todo. Anotó 14 puntos por partido a lo largo de su carrera profesional, pero la sensación al verle jugar transmitía que restaba mucho más de lo que sumaba para su equipo. Prácticamente indolente en defensa y en el rebote (cualidades imprescindibles para un jugador grande en la NBA) e ineficiente en el lanzamiento, nunca llegó a ser el gran jugador que se presumía, pese a dejar destellos evidentes de su calidad. Tras 10 temporadas entre Toronto, Nueva York y Brooklyn, Bargnani ha regresado a Europa este verano para jugar en el Laboral Kutxa Baskonia.

Esta pequeña muestra de jugadores del draft de 2006 pretende representar a la totalidad de jugadores de esta generación, que, como cada generación, llevó grandes talentos a la NBA, pero también dejó un sabor agridulce y dio lugar a algunas de las mayores decepciones de la historia del baloncesto reciente.

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