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Costa a costa

Agridulces dieciséis

Supongo que a estas alturas ya sabrán que el Comité de Selección NCAA (es decir, ese ente abstracto que cada año se reúne el segundo domingo de marzo y establece qué equipos y en qué posiciones tendrán acceso al Madness) decidió esta temporada dar un salto cualitativo: trabajar otro día más, reconvertirse también en Comité de NO Selección, añadir a su habitual Selection Sunday un NO-Selection Saturday con un mes de antelación. O dicho de otra manera, decir cómo quedaría el cuadro en sus cuatro primeras posiciones de cada Región si esa selección se celebrara ahora, y no dentro de un mes. Supongo que es el signo de los tiempos, hacer que la gallina ponga huevos de oro hasta cuando no le toca ponerlos. Estos siempre fueron días de bracketólogos y burbujas, pero por alguna razón el Comité ha decidido invadir ahora ese proceloso territorio y (digámoslo así) oficializar la especulación. Ellos sabrán.

En cualquier caso entremos en el juego, a sabiendas de que esta (discutible) realidad de febrero nada tendrá que ver con la (no menos discutible) realidad de marzo. A continuación encontrarán a los dieciséis elegidos (iba a llamarlos dulces 16 pero por ahora son más bien agridulces, la dulzura aún tardará un mes), obviamente en el mismo orden que les otorgó el dichoso Comité. Ahí se los dejo para que vayan abriendo boca, para que (si así lo desean) empiecen a paladear ya en febrero el festín que les habrá de esperar en marzo. Si consigo despertarles (siquiera un poco) el apetito NCAA, lo daré por bien empleado.

(1) Villanova: No falla, cuando el partido se pone aburrido, gol de Alemania, solía decir Valdano en los Mundiales o Eurocopas. Tal cual, si me permiten la analogía: cuando el partido se pone aburrido, triunfo de Villanova. Villanova es ese equipo solvente, sólido y fiable como un coche (casualmente) alemán; ese equipo que raras veces enamora pero que casi nunca falla. Al cierre de estas líneas sólo han perdido dos partidos, en Butler y en Marquette, proeza más que suficiente para que casi todo dios les considere número 2 y para que el comité de (no) selección, en su afán de dar la nota, les haya concedido graciosamente su número 1. Con un Josh Hart sencillamente imperial, con un Brunson que poco a poco se va pareciendo al que esperábamos, con un Jenkins que empieza ya a afinar aquella muñeca que les dio un título. Dicen que el fútbol es un deporte que juegan once contra once y siempre gana Alemania, no diré que el baloncesto (versión universitaria) es un deporte que juegan cinco contra cinco y siempre gana Villanova, no lo diré porque no sería cierto… todavía. Por si acaso no les pongan a prueba, no vaya a ser que de aquí a dos meses estemos hablando del repeat.

(2) Kansas: El hotel de los líos. Extraños incidentes, acusaciones varias, denuncias por doquier, el suplente Lagerald Vick acumulando pleitos, el sophomore Carlton Bragg entrando y saliendo del equipo cada dos por tres (sanciones mediante), otros jugadores salpicados también en mayor o menor medida… Y sin embargo ahí siguen, venciendo y (a ratos incluso) convenciendo, encaminándose con paso firme hacia su enésimo título consecutivo de temporada regular de la Big XII sin que lesiones como la del freshman Azubuike o asuntos turbios como los antes expuestos parezcan hacerles mella, más allá de algún contratiempo puntual (perdieron en casa ante Iowa St. después de llevar más de tres años sin hacerlo) o algún sobresalto insospechado como el que padecieron este pasado lunes ante West Virginia. Con su base Frank Mason como principal candidato a jugador del año, con su alero Josh Jackson como legítimo candidato a novato del año si dicho galardón existiera (y si no existieran Lonzo Ball o Markelle Fultz, también): cada partido parece mejor jugador que el anterior, y aún mejor lo parecería si lograra mantener bajo control su precaria estabilidad emocional. Estos Jayhawks de Bill Self parecen haber hecho suyo aquel viejo dicho de que lo que no te mata te hace más fuerte, y en ello siguen: cuantas más cosas raras les pasen de aquí a marzo, más peligrosos (aún) serán.

(3) Baylor: Empezaron como un tiro. Ganando a Oregon, ganando a Louisville, Michigan State o Xavier, ganando a todo dios, poniéndose 15-0 y pareciendo el mejor equipo de baloncesto sobre la faz de la tierra… hasta que acudió la realidad a poner las cosas en su sitio. La realidad primero se llamó West Virginia y luego Kansas, Kansas State e incluso Texas Tech, culpables de las cuatro derrotas (por 22 victorias) que llevan a día de hoy. A día de hoy su flecha apunta claramente hacia abajo, pese a lo cual el comité de (no) selección (que no entiende tanto de tendencias como de resultados puros y duros) le ha seguido considerando el tercer mejor equipo del país, sólo por detrás de Villanova y Kansas y aún por delante de la invicta Gonzaga. Estos Bears parecen en ocasiones más un equipo NBA que NCAA, gracias a la efervescencia física que despliega un portento como Johnathan Motley y a la de su socio interior Lual-Acuil, sumado a la potencia de exteriores como Wainright, Freeman o McClure. Y estos Bears tienen además este año un base solvente y de maravillosa muñeca gracias a la llegada del belga Manu Lecomte, transfer desde Miami. Todo lo cual está muy bien, por supuesto, pero a mí a estas alturas me queda la duda (en base a esos últimos resultados, en base a lo que les he visto) de que no se les esté empezando a acabar el gas. Justo cuando más van a necesitarlo.

(4) Gonzaga: 26-0. 26 victorias y cero derrotas, que son dos menos de las que lleva Villanova, que son al menos tres menos de las que lleva cualquier otro equipo que podamos encontrar en este cuadro. Y vale que el calendario de su conferencia no es el más fuerte del mundo (y supongo que a eso se agarra el comité para rebajarlos al puesto 4, en contra de la opinión del resto de la humanidad), pero no estará de más recordar que en la primera mitad de la temporada se impusieron sin apenas apuros a Florida, Iowa State o Arizona; como no estará de más recordar que en lo que llevamos de West Coast ya han ganado dos veces sin despeinarse a un habitual del Top25 (y extraordinario equipo defensivo, además) como St. Mary’s, ya han apalizado también a su otro gran rival BYU. Mark Few tiene este año un plantillón como pocas veces ha tenido, con un perfecto equilibrio interior-exterior (por fin) gracias al temporadón que se está marcando el enorme (en todos los sentidos) polaco Przemek Karnowski y a la llegada de los transfers Jonathan Williams (desde Missouri), Jordan Matthews (desde California) y sobre todo el excelso base Nigel Williams-Goss (desde Washington). Número 1 para casi todo dios menos para quien tiene que serlo, el presente es suyo, el pasado también pero el futuro aún está por venir (lógicamente). Tienen más argumentos que nunca para no quedarse a las puertas de la Final Four como tantas otras veces, sólo esperemos que no les pase como les pasó en temporadas precedentes a Kentucky o Wichita State: que en llegando el Madness esa presunta imbatibilidad no les suponga una presión adicional.

(5) North Carolina: Buenos pero blandos, grandes pero inconsistentes, ese ha sido el tópico con el que demasiado a menudo hemos despachado a los Tar Heels en pasadas temporadas. Pero ese tópico hay que ponerlo en cuarentena, desde ya: porque con toda su presunta inconsistencia estuvieron en un tris de proclamarse campeones en abril (acaso lo serían si la muñeca de Jenkins no lo hubiera impedido), porque con toda su presunta blandura nadie rebotea más que ellos en toda la nación, nadie. Su porcentaje de rebote ofensivo anda en torno al 43 por ciento o lo que es lo mismo, recuperan casi la mitad de lo que fallan hasta el punto de que algún comentarista televisivo afirmara el otro día (medio en broma medio en serio) que casi les sale más rentable errar tiros que meterlos, ya que a menudo suele ser el pasaporte para anotar dos más unos o triples sin oposición. Hicks & Meeks son impagables en esta faceta a la que se suma desde el banquillo el freshman Bradley, y a la que también contribuye (como a tantas otras cosas) el maravilloso Justin Jackson, jugadorazo que si no fuera tan tímido y tan buen chaval tendría un cartel de estrella mucho mayor del que tiene. Eso sí, no obviemos que la otra pata fundamental de este equipo, es decir el base Joel Berry, parece andar sumido en una pequeña crisis últimamente. De su recuperación dependerá que estos Tar Heels miren otra vez de frente a la Final Four de abril.

(6) Florida State: Andaba últimamente Leonard Hamilton un poco en la cuerda floja, pero hete aquí que este año se ha sacado de la manga un equipazo. Equipazo en el sentido literal de la expresión porque nadie rota más que él, nadie, hasta trece tíos puede llegar a mover en un partido cualquiera, ni el Calipari aquél de los platoones se atrevió a tanto. Claro está, todavía hay clases, permítanme que destaque de entre ellos al talentoso sophomore Dwayne Bacon (ay, si su cómplice Malik Beaskey se hubiera quedado también en Tallahasee) y cómo no, al freshman-maravilla Jonathan Isaac: frágil, quebradizo y de aire lánguido a lo Ingram, inmenso saco de huesos de 6’10” de estatura pero que rebosa talento por los cuatro costados (suponiendo que se pueda hablar de costados con un cuerpo así); si mantuviera una mínima continuidad y perdiera esa costumbre de desaparecer en algunos partidos sería ya el acabose. Impecable en cualquier caso el año de estos Seminoles… hasta ahora; porque como en el caso de Baylor (y algún otro que veremos después) empiezan a emitir síntomas de que la temporada se les puede estar haciendo un poquito larga. Veremos qué pasa en este mes.

(7) Louisville: Otro equipo al que le acostumbra a pasar de todo, no ya este año sino en casi cualquier temporada. Lesiones inoportunas, jugadores que entran y salen, sanciones varias, escándalos extradeportivos por doquier… ¿Y qué? A veces pienso que Pitino se mueve mucho mejor en el barro que en terreno sólido, que cuanto más difícil se lo ponen (o se lo pone él a sí mismo, también) más saca a relucir su inmenso talento como entrenador. Tiene este año Pitino un equipo (digamos) coral, en el que no parece haber una verdadera estrella aunque Donovan Mitchell reivindique legítimamente ese galardón. A su vera brillan el base Quentin Snider (cuando no está averiado) y el ala Deng Adel (cuando no está castigado), a los que habría que añadir desde dentro al australiano Mathiang y el flaco egipcio Mahmoud, desde el banquillo al eficaz Spalding… Y a partir de ahí la magia de Pitino hace el resto, prolongando la rotación hasta extremos insospechados, incluso con pálidos walkones que casi ni dios sabe de dónde se saca. En resumidas cuentas, todo un ejército de pitinitos que da como resultado su habitual baloncesto ciclotímico, que a ratos te enamora y a otros te horroriza pero cuyo balance final está muy por encima de la media, a las pruebas me remito. Háganme caso, no apuesten nunca contra Pitino, por lo que pueda pasar. Y aún menos en marzo.

(8) Oregon: Me atrevería a decir que cuando entran en trance nadie juega como ellos, nadie es capaz de poner sobre el parquet la catarata de baloncesto que despliegan estos Ducks cuando Pritchard, Dorsey y Ennis crean desde fuera, cuando Bell y Boucher se desatan desde dentro (en ambos lados, además) y cuando (sobre todo) Dillon Brooks se comporta como la estrella que puede llegar a ser, que acaso sea ya sin que nos hayamos dado cuenta. Su ausencia les sirvió de coartada en aquellas dos derrotas de comienzo de temporada (Baylor y Georgetown), su vuelta les permitió luego enlazar 17 victorias consecutivas. Claro está, nadie es perfecto, la racha se les truncó recientemente en Colorado y UCLA (quizá lo dieron por ganado antes de tiempo) pero por el medio apalizaron a Arizona en lo que fue una de las mayores exhibiciones de baloncesto que hayamos podido ver esta temporada. Pónganse sólo unos minutos de aquel partido, relájense, disfruten y comprueben por sus propios ojos lo que este equipo de Dana Altman puede llegar a hacer cuando le da por jugar.

(9) Arizona: Sí, Arizona fue arrasada por Oregon el pasado sábado 4 de febrero, pero no busquen muchos más lunares en su trayectoria de esta temporada porque no los van a encontrar. De hecho sus otras dos derrotas de este curso (Butler y Gonzaga) se remontan a finales de noviembre o primeros de diciembre, desde entonces apenas hay quien les tosa, Ducks aparte. Este grupo tiene evidentes carencias, por ejemplo en la dirección (Khadeem Allen ejerce de base, pero no lo es en absoluto) o en el tiro exterior; pero a cambio ofrece muchas más cosas que otros no tienen: el dinamismo del propio Allen, Cobi Simmons o Rawle Alkins, la versatilidad de Parker Jackson-Cartright, la bendición de haber recuperado por fin para la causa al eterno sancionado Allonzo Trier. Añadan por dentro al fantástico serbio Dusan Ristic (infinitamente más desarrollado técnicamente que su antecesor, el afamado tronco Kaleb Tarzcewski) y complétenlo con el freshman-maravilla finlandés Lauri Markkanen, prodigioso saco de fundamentos técnicos que aún sufre (y no poco) ante defensores eminentemente físicos, cuestión de tiempo que les pueda encarar de tú a tú. Pintan muy bien estos Wildcats, siempre y cuando a Sean Miller no le entren sus habituales sudores fríos de marzo. Y este año no le deberían entrar.

(10) Virginia: Si hace tres años fueron el equipo de Joe Harris, hace dos el de Justin Anderson y hace uno el de Malcolm Brogdon, no fuimos pocos los que miramos mal a estos Cavaliers 2016/2017 al no encontrar en ellos ninguna referencia anotadora. Craso error. Como si lo que marcara diferencias en Virginia fuese el ataque, y no esa maravillosa defensa made in Tony Bennett que un año más ejecutan rozando la perfección. Pero además London Perrantes sigue siendo uno de los bases más infravalorados de la Liga (y eso que su mero nombre ya debería ayudarle), además Shayok, Hall o Wilkins (de los Wilkins de toda la vida) siguen produciendo con regularidad, además desde el banquillo los freshmen Kyle Guy y Ty Jerome nos muestran ya bien a las claras quiénes serán sus referencias ofensivas en los próximos años. No lo duden, Virginia volverá a ser legítima aspirante a pelear los títulos de la ACC y a paladear las mieles de la Final Four… siempre y cuando su bestia negra (más bien naranja) no se vuelva a cruzar en su camino. Pero esa es otra historia…

(11) Florida: La gran sorpresa de la temporada, en mi opinión. Nadie contaba con estos Gators, nadie esperaba que en su segunda temporada Mike White hiciera ya olvidar (relativamente) la pesada herencia dejada por Billy Donovan. Con una plantilla que así a priori no parece nada del otro mundo, con Kevaughn Allen en plan estelar, con los pequeños Casey Hill y Chiozza enredando desde el base, con Devin Robinson fabricándose un cartel NBA, con el enésimo hijo de Rick Barry (Canyon) metiendo tiros libres a cucharadas, con Leon o Egbunu (que se acaba de romper el cruzado, echando a perder su temporada) defendiendo la zona, con muy poco más Florida está de líder de la SEC. Sí, de esa misma SEC de la que algunos dijimos que sería un paseo militar para Kentucky, que los Wildcats estaban a años-luz de todos los demás y su único problema podría ser una especie de efecto Gonzaga al no encontrar siquiera un rival digno en toda su Conferencia. Y sin embargo esa misma Kentucky aterrizó el pasado 4 de febrero en el remozado Stephen O’Connell Center de Gainesville y se llevó un correctivo como casi no se recuerda otro en toda la era Calipari, 22 de diferencia que bien pudieron ser más. No lo tendrán fácil a partir de ahora (tanto más sin Egbunu) pero que les quiten lo bailao. Y que no me discutan (al menos por ahora) la legítima candidatura de Mike White a entrenador del año, que muy bien ganada se la tiene.

(12) Kentucky: Al Gabinete del Doctor Calipari la criatura de este año le está empezando a hacer aguas, acaso más de las que debiera. Quédense con que en un lapso de apenas doce días (los que van del 24 de enero al 4 de febrero) perdieron tres de los cuatro partidos que jugaron: perdieron en Tennessee (equipo manifiestamente inferior), perdieron en casa ante Kansas, ganaron en casa a Georgia (pero con prórroga, sufriendo penalidades insospechadas) y finalmente cayeron de paliza en su visita a Florida. ¿Qué pasa? Pasa que su defensa no es ni de lejos la que cabría esperar en un equipo de Calipari (97 les metió UCLA, 100 North Carolina, 88 Florida, incluso 85 les hizo el otro día un equipo tan lamentable como LSU); pasa que su vertiginoso base DeAaron Fox anda el hombre achacoso y no puede imponer el ritmo enloquecido al que nos acostumbró a comienzos de temporada; y pasa que la experiencia es un grado, también en NCAA: cuando las cosas van rodadas todo es jijí jajá pero cuando se tuercen necesitas un buen sénior al que agarrarte, algo que aquí brilla por su ausencia. Ahora bien, dicho lo cual no estará de más recordar que Fox es una máquina de crear baloncesto, Monk una máquina de meter puntos y Adebayo una fuerza de la naturaleza. Y que vale aquí también lo dicho para Kansas, lo que no les mata les hace más fuertes: ya han pasado un bache, no esperen que vayan a pasar muchos más.

(13) Butler: A veces pienso que en Butler no escogen tanto a sus jugadores por sus características técnicas o aún menos por las físicas como por las intelectuales; como si para reclutarlos no les hicieran una prueba de nivel baloncestístico sino un test de inteligencia. Nunca son los mejores ni los más altos ni los más fuertes pero siempre parecen saber exactamente lo que tienen que hacer, por dónde tienen que atacar o a quién se la tienen que pasar. Chris Holtmann (fiel continuador de la obra de Brad Stevens) maneja un grupo excelso de chavales que difícilmente se asomarán siquiera a la NBA (aunque habrá que seguir muy de cerca la evolución del freshman Kamar Baldwin) pero podrían ser impagables en Europa: pongamos por ejemplo Tyler Lewis, Kelan Martin, Kethan Savage, Tyler Wideman o sobre todo Andrew Chrabascz, imprescindible generador desde el poste (point-power-forward, como si dijéramos) por el que si yo tuviera un club ACB empezaría a pegarme desde ya (a Obradoiro por ejemplo le iría de maravilla, por su afortunada propensión a fichar rookies… y por su impronunciabilidad, también). Claro está, no todo ha de ser perfecto en el Hinkle, estos Bulldogs empiezan a emitir señales (como Baylor o Florida St., aunque por razones radicalmente distintas) de no ser ya lo que fueron en los primeros meses de competición, como si sus limitados físicos estuvieran acercándose peligrosamente al agotamiento. Ojalá no sea así, porque nada me gustaría más (y nada sería mejor para el baloncesto) que volver a encontrármelos muy arriba en marzo.

(14) West Virginia: Bob Huggins lo ha vuelto a hacer. West Virginia vuelve a ser Press Virginia, vuelve a recuperar y a presionar más y mejor que nadie en toda la nación, vuelve a ser un auténtico infierno para cualquier rival que ose jugarles de tú a tú. ¿Y todo eso, con quién? Jevon Alopecia Carter, Tarik Phillip, Daxter Miles, Esa Ahmad, el ídolo local Nathan Adrian, Elijah Macon, Sagaba Konate, Teyvon Myers… Jugadores técnicamente limitados en ataque (en líneas generales, aunque en algún caso cabría hacer alguna significativa matización) pero capaces de seguirte hasta el parking o hasta el baño con tal de robarte la bola. Llevan seis derrotas (por veinte victorias) a día de hoy, alguna un tanto inexplicable (Temple, Texas Tech, Oklahoma) pero que se compensa con sus arrolladores triunfos ante Virginia, Baylor, Iowa St. o Kansas pongamos por caso (y aún estuvieron a punto de volver a ganar a Kansas –en Kansas- este pasado lunes: a poco más de dos minutos para el final estaban catorce arriba, pero les pudo el miedo escénico). Háganme un favor (y háganselo a ustedes mismos, sobre todo), por nada del mundo se los pierdan en marzo: que podrán ser un infierno para tenerlos enfrente, pero son siempre un placer para tenerlos en nuestro monitor.

(15) UCLA: UCLA será lo que quiera ser. UCLA tiene equipo (y resultados, probablemente) para estar bastante más arriba de ese puesto 15 y ese seed 4 que le otorgó graciosamente el comité de (no) selección, y si no lo está es exclusivamente por su mala cabeza, la que a veces les lleva a olvidar que un partido se juega en ambos lados de la cancha y no sólo en uno. En Arizona o USC se limitaron a ver pasar a sus rivales como las vacas al tren, y así les fue. Y en su primera mitad de hace una semana ante Oregon hicieron exactamente lo mismo, quizás hasta que alguien les recordó que de vez en cuando no pasa nada por levantar los brazos, flexionar las rodillas y apretar un poco el culo, tanto más ante su público. Remontaron, claro. Porque en ataque van sobradísimos de casi todo (Alford, Hamilton, Holiday, Leaf, Welsch…), y porque quizá su juego colectivo no sea mucho mejor que el que perpetraron en pasadas temporadas pero este año al menos tienen al jugador que da sentido a todo lo demás: un director de juego como no hay otro en todo el baloncesto universitario (rechacen imitaciones aunque se las ofrezcan), el incomparable Lonzo Ball, acostúmbrense a su nombre (si no lo están ya) porque se van a cansar de escucharlo en los próximos años. Repito, estos Bruins serán lo que quieran ser: buscan la Final Four pero la Final Four cuesta, y para alcanzarla se la van a tener que trabajar, con sudor. Como todo dios, vamos.

(16) Duke: Sobre la bocina, con el control cerrado, con todas las metáforas que se les antojen han entrado los Blue Devils en este Top16, en detrimento de otros que no sé si lo merecían más pero que no creo que lo merecieran menos: pongamos Wisconsin o Purdue (¿han reparado en que en todo el cuadro no hay ni un solo equipo de la Big Ten?), o pongamos esa mismísima Cincinnati que hasta el domingo caminaba inmaculada por su conferencia. Cierto es que Duke parece haber dejado atrás su crisis, fruto de que Krzyzewski vuelve a estar al mando, de que sus freshmen ya están sanos y produciendo (especialmente Tatum), de que Kennard sigue en plan estelar y (sobe todo) de que Grayson Allen parece haber aparcado por un tiempo sus travesuras y estar dedicándose sólo a jugar (por fin) al baloncesto. Al cierre de estas líneas llevan cinco victorias consecutivas, incluida por supuesto la que le infligieron hace una semana a North Carolina en el derbi por antonomasia de la ACC (de toda la NCAA, en realidad). No nos engañemos, tienen un plantillón incomparable, y si llegan todos sanos y centrados a marzo serán tan favoritos como el que más (si no el que más) al triunfo final. Como ya lo fueron en noviembre, justo antes de que empezara el chou.

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