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Análisis

¿Van a cortar los New York Knicks a Calderón?

Probablemente sea la crítica más ácida de todo el país. Por la atención mediática que centra y acarrea, por la indudable mano dura de la prensa con quienes creen culpables de los fracasos y por la expectación que los propios periodistas generan. Nueva York es un caballo salvaje difícil de domar, que con total libertad galopa en busca de días mejores. No iba a ser menos en el baloncesto, más razón les da tener una de las franquicias que más decepciones han encadenado en los últimos 10 años. Los Knicks vuelven a estar fuera de los Playoffs. Por undécima ocasión en los pasados quince cursos, su temporada acabará antes de lo soñado. Se ha tomado como rutina lo que años atrás era rara avis. Tampoco la toma del poder de Phil Jackson ha calmado la sed de victorias, al menos a corto plazo. Una nueva temporada estival en la que estar atentos a toda serie de rumores, posibles traspasos y contrataciones se acerca. Completar la plantilla para dar el siguiente paso. Un proyecto inacabado que debe sumar piezas. Nuevas caras, nuevos objetivos, han de buscarse.

En esta tesitura, comprender que todos aquellos que algo tienen que ver con la franquicia son o han sido dudados por toda serie de analistas en algún momento es algo primordial. La necesidad hace inevitable la búsqueda de soluciones y, en ocasiones, esto también supone cortar cabezas y mostrarlas al público. Los dedos señalan sin piedad clamando cambios. José Manuel Calderón los ha asumido, abierto a reducciones en sus minutos de juego o a salir desde el banquillo, pero con el protagonismo en la cancha a su lado desde que la temporada dio su comienzo. Tanto Derek Fisher como Kurt Rambis han depositado su respectiva confianza en el experimentado base extremeño, no así del exigente aficionado, cansado de derrotas.

Su reacción tras el triple ganador que anotó frente a los Lakers manifiesta cierta reciprocidad. José se sabe más de lo que sus críticos hoy piensan y la situación no le gusta. Acepta los palos, pero no los comparte. En estos dos años debe haber envejecido cinco. La Gran Manzana quema y él es un ejemplo de ello. Los momentos malos superan con creces a los buenos. Los recuerda y parece haber aprendido de ellos. Se muestra pensativo y lo afirma.

De su lado

Su presencia en la rotación no resulta testimonial, Calderón tiene unas funciones muy claras y que, con mayor o menor brillantez, acostumbra a cumplir. Todas estas se centran en la faceta ofensiva y el funcionamiento del triángulo. Un jugador como él, de inteligencia avanzada, con gran lectura del juego, es vital para poner en marcha un sistema como tal. Su fiabilidad desde el perímetro también funciona como punto a su favor (41% en T3 este curso) y ejerciendo como vértice de esta figura geométrica, es un valor en alza. Como ya citamos, cuenta con el cariño del cuerpo técnico, pero también de Phil, que no cree en la necesidad de un base de primer nivel para triunfar. Sus capacidades encajan en el puzzle. Mejorar a los demás y poner orden son sus premisas más evidentes. Aparca el egoísmo para hacer de sí mismo una parte más del mecanismo.

Kristaps Porzingis y Jerian Grant son los niños del vestuario. A quienes guiar en sus primeros pasos por la liga más famosa del mundo. Calde es el líder perfecto en este sentido. Su carácter le hace idóneo para ejercer de tutor y abrir las puertas a aquellos imberbes compañeros que así precisen. Ha sufrido en distintas situaciones durante sus diez campañas en la NBA, las oportunidades las ha tenido que esperar con la paciencia a la que acostumbra y eso es algo que debe y puede enseñar. Una influencia a la que tener en cuenta. Un plan como este necesita de alguien en quien sus jóvenes puedan mirarse. El futuro importa en la capital mundial y por ello hay que cuidarlo. Él puede ser quien enseñe a los novatos todos los huecos y secretos del mundillo. La experiencia la da el tiempo, que a su vez regala saber estar, y eso a él le sobra.

En contra

Para una reconstrucción, en la NBA, es un factor de relevancia capital el de los salarios. El Maestro Zen lo sabe y por ello «tiró» una temporada, con el objetivo de hacer espacio para atraer a jugadores de nivel competitivo. Llegó a decir adiós sin miramientos a piezas de renombre como Amar’e Stoudemire o JR Smith.  Por eso, que un jugador lejos de su mejor nivel perciba casi 8 millones de dólares al año, aún más cuando a su lado cuenta con una estrella mundial pagada como tal, no resulta coherente. Las cuentas no salen a la hora de formar un bloque y este tipo de operaciones lo dificultan. Más allá, pensar en traspasarle resulta utópico. Tal masa salarial ata de manos ante toda intención de movimiento.

Tratando de competir, la defensa es un factor primordial. Cualquiera de las franquicias que actualmente se encuentran en la pomada para entrar en los Playoffs en la Conferencia Este cuentan con jugadores de perímetro con capacidades atléticas o aptitudes suficientes para disminuir el impacto de su par. No así, en Nueva York lejos de esto, los bases son los que más brillan. Sin buscar en nombres como Westbrook o Curry, en la presente temporada ha resultado importante el grueso de timoneles que han liderado en anotación a los suyos enfrentándose a los Knicks. Ejemplos como John Wall, Isaiah Thomas, Devin Booker o Jeremy Lin son solo algunos. Físicamente, el extremeño no puede ser comparado con jugadores con los que comparte posición y tienen (o han de tener) las mismas aspiraciones que él. La élite le queda grande, los mejores no tienen obstáculos para superarle.

De este modo, encontramos lógico pensar en él como un buen backup. Saliendo desde el banquillo, sus carencias se verían disminuidas y no contaría con la responsabilidad que hoy carga. Un contrato menor también le ayudaría.

¿Stretch Provision?

Una opción que ha surgido con fuerza desde el otro lado del charco es la de someter a Calderón a esta stretch provision durante el próximo verano, o lo que es lo mismo, que su salario a percibir en la campaña que le resta de contrato (7,7 millones) se dividiera en varios años, siendo agente libre y disminuyendo el impacto económico de este en la capa de los Knicks. Con este poco utilizado, pero recurrente método, lograrían algo que a ambas partes podría contentar. La franquicia tendría mayor libertad para buscar un sustituto del nivel que necesitan y Calde podría firmar en un destino ajeno.

Los aficionados sueñan con el nombre de Mike Conley, aunque por ahora, según Phil Jackson, no parece que haya interés en él. Queda movimiento por hacer. Los rumores seguirán llegando, aunque parece ser que ya sin españoles en la capital mundial. José Manuel Calderón podría tener los días contados en NY. Los dedos ya no le señalarían como culpable. Entonces, podría tomar aire. La jungla de cemento no habría podido con él, sino las expectativas y la necesidad. 

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