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Análisis

NBA y NCAA: conflicto abierto

La NBA volverá a permitir a jugadores de 18 años presentarse al Draft con el objetivo de dar el salto directamente a la liga profesional

Treinta y tres segundos de juego y la zapatilla Nike de Zion Williamson reventó. El favorito al número 1 del Draft, lesionado, quizá de gravedad. Fue la imagen más icónica de la pasada temporada en la NCAA. La multinacional textil perdió más de 1.100 millones en bolsa (que posteriormente recuperó) pero, lejos de los perjuicios económicos, hubo más actores implicados. Indirectamente, en el despacho de Adam Silver resurgió un antiguo debate que atañe a su campo, la NBA, y a la competición universitaria.

Afortunadamente, la rodilla del jugador de Duke salió airosa del susto. Si no hubiese sido así, la carrera de Williamson en la NBA estaría en duda. Hubiera supuesto un serio traspiés para el futuro de la competición. Porque Zion estaba obligado a permanecer un año en la universidad. No tiene 19 años, no puede jugar en la NBA. Silver quiere eliminar ese año entre el instituto y la NBA. Una medida que permitiría dar el salto directo a los mejores jugadores, como hicieron en su día Kobe, Garnett o LeBron. En definitiva: el one and done, a escena; y el conflicto abierto.

Jaque a la NCAA

Fue en 2005 cuando el entonces comisionado David Stern implementó la norma: todo jugador que quisiera entrar en la NBA debería esperar un año desde su graduación, es decir, haber cumplido los 19 años. Los jugadores que terminaban el college debían permanecer un año como mínimo en una universidad, o buscar fortuna en una liga profesional extranjera, tal y como hicieron Brandon Jennings (Italia) y Emmanuel Mudiay (China), aunque ésta es una tendencia minoritaria.

La mayoría optan por seguir en Estados Unidos, en la NCAA, que ha experimentado un continuo crecimiento de audiencias en los últimos años. El one and done tiene buen parte de la culpa, ya que coloca en el escaparate, al menos durante una temporada, a futuras estrellas del baloncesto americano, como en su día fueron Anthony Davis, Kyrie Irving, Derrick Rose, John Wall o Kevin Durant, entre otros.

Pero lejos de estos nombres, los críticos sostienen que el one and done ha propulsado la corrupción y la desvergüenza en el sistema universitario, acabando con la mentalidad deportiva del amateurismo norteamericano. Sonados son los casos de Lousville y Rick Pitino, con el FBI investigando a programas y a jugadores universitarios que recibían dinero negro. Las universidades se disputaban a los mejores prospects para tan solo un año de relación contractual. Jugadores ya relevantes en la NBA como Markell Fultz, Kyle Kuzma o Dennis Smith fueron investigados.

Mientras, la NBA no dejaba de reclutar a ‘freshmens’ o jugadores de primer año. En 2018, los equipos de la NBA eligieron en el Draft a 18 estudiantes de primer año universitario, casi 1 de cada 3. La misma cifra en 2017: ocho de las 10 mejores selecciones de draft fueron estudiantes de primer año. Y esta no es una afluencia anómala de jóvenes talentos: desde 2010, el número 1 del Draft lo ha ostentado un jugador de primer año.

En este otro gráfico se puede observar la tendencia: los jugadores de primer año dominan sobre otras clases en las elecciones del Draft desde la entrada del one and done.

Pugna de intereses y pensamientos

Han sido muchas las voces, con más o menos credibilidad, que han opinado sobre la cuestión: ¿deben los talentos más jóvenes esperar a cumplir 19 años para ingresar en la NBA?, ¿es recomendable que cambien el collage por la mejor liga del mundo sin pasar por la universidad?, ¿existe alguna solución intermedia?

Como todo debate que se atañe, encontramos opiniones diversas según el campo en el que busquemos. En la planta noble de la NBA, y más tras el susto de Zion Williamson, Adam Silver fue contundente:

«Mi sensación actual, es que este reglamento no está funcionando para nadie. He hablado con entrenadores y directores deportivos de universidades y me aseguran que no están satisfechos con el sistema actual. También tengo conocimiento de miembros de numerosas franquicias NBA que tampoco están felices con estos jugadores, ya que no creen que estén recibiendo el tipo de entrenamiento que necesitan y que esperan ver en profesionales. Mi visión personal es que estamos listos para bajar a los 18 años la edad mínima para entrar en la NBA.

Adam Silver

Leyendas del baloncesto también se han pronunciado en ese aspecto, siendo aún directos. Karim Abdul-Jabbar, por ejemplo:

“Los chicos están allí menos de seis meses. Bueno, ni siquiera seis meses, y se van. Es una farsa, creo que sólo están usando el sistema de la universidad como un trampolín para la NBA, y eso es realmente lamentable. Creo que una educación es vital para tener una buena vida, y estos chicos no están recibiendo esa oportunidad. Es triste.”

Kareem Abdul Jabbar en TNT.

La falta de educación y madurez que adquieren los jugadores en la NCAA es un argumento recurrente, incluso fuera de Estados Unidos

“Muchos de los equipos de la NBA piensan que los jugadores que optan por el one and done no están recibiendo el entrenamiento necesario que se espera en las elecciones altas del Draft”. Según el directivo, “la importancia de entrar en la NBA con suficiente base de desarrollo de baloncesto, así como de madurez física y emocional, no debería ser subestimada”.

Chus Bueno, vicepresidente de la NBA en Europa, África y Oriente Medio

Uno de los firmes defensores del one and done es Mike Krzyzewski. Voz autorizada y practicante confeso de esta estrategia con la universidad de Duke. Desde 2013, dicha universidad ha incorporado un ‘freshmen’ en las cinco primeras posiciones del Draft. En 2015, Krysewski se alzó con el título con tres one an done en su roster: Jahlil Okafor, Justise Winslow y Tyus Jones. Coack K defiende la norma:

“Jugar en la universidad aporta al jugador madurez y crecimiento, pero también le enseña su exposición, el aspecto de marketing que un programa de alto nivel le da a un joven. Jayson Tatum saliendo de St. Louis Chaminade justo después de la escuela secundaria no sería el mismo Jayson Tatum que estuvo allí después de un año».

Coach K.

El ex seleccionador estadounidense está convencido del avance de la liga universitaria, aún si el one and done queda eliminado:

«Todavía habrá chicos que vendrán a la universidad y que se irán después de un año, de dos, o tres. Para ser sincero, no veo por qué la NBA cambiaría el límite de edad. Pero hagan lo que hagan, reaccionaremos. Así que todos los que digan que la NCAA saldrá perjudicada, están completamente equivocados».

Mike Krzyzewski

En esa teoría se sitúa también Dan Gavitt, vicepresidente senior de la NCAA:

«Hay más jugadores que están mejor preparados físicamente (más fuertes, más grandes, más rápidos, mejores habilidades) y logran desarrollar a lo largo de su carrera universitaria unas facultades mentales y emocionales adecuadas para ser un atleta profesional y para lidiar con lo que viene después. No son productos terminados en ningún caso, pero hace 20-25 años podías contar con los dedos de una mano a los jugadores que salían preparados de la universidad».

Gavitt se muestra tajante, aunque se olvida de otros como LeBron o Kobe:

«Los mejores jugadores en la historia de este deporte han sido parte de la universidad». Y enumera: «Michael Jordan, Larry Bird, Kareem Abdul-Jabbar, Oscar Robinson».

El vicepresidente cambia el gesto cuando le preguntan por los salarios. En la liga universitaria, los jugadores no reciben nada, pese a la gran suma de ingresos que genera la competición (891 millones de euros en 2018). Mientras, hay 47 entrenadores que cobran más de 2 millones de dólares al año.

Pero los jugadores, por su condición de amateurs, tienen prohibido recibir pagos de las universidades y de las empresas vinculadas a estas, como pueden ser Nike, Under Armour o Adidas.

«Los salarios y, sin duda, el potencial de ganancias a largo plazo, son tan cambiantes que es algo difícil de resolver para un jugador y su familia. Hace muchos, muchos años, la diferencia en el valor de jugar en la universidad y jugar en la NBA era diferente, pero no dramáticamente diferente. Ahora es dramáticamente diferente».

Gavitt

Stan Van Gundy, que entrenó un año a la Universidad de Wisconsin (94/95), dispara:

«La NCAA es una de las peores organizaciones del mundo del deporte. Puede que la peor. Desde luego no les importa nada el atleta. La gente que estuvo en contra de que los jugadores llegaran directamente desde el instituto inventó muchas excusas, pero creo que en gran parte fue racismo. Nunca he visto a nadie levantarse a protestar sobre las ligas menores de béisbol o Hockey. Allí no ganan muchísimo dinero y suelen ser chicos blancos, así que nadie tiene ningún problema. Pero de repente tienes a un chico negro que quiere salir del instituto y ganar millones y eso sí es una mala decisión. Pero saltarse la universidad para ganar 800 dólares al mes en una liga menor de béisbol es una buena decisión. ¿Qué narices está pasando?», expresa el ex técnico de Miami, Orlando y Detroit.

Stan Van Gundy

En un tono más distendido opina Jim Haney, director ejecutivo de la Asociación Nacional de Entrenadores de Baloncesto, piensa que un año de universidad es muy productivo para los jugadores:

«La gran mayoría de los chicos que ingresan no han aprendido en el baloncesto escolar cómo jugar duro dentro del concepto de equipo porque siempre han sido mejores que los otros niños. Su idea de jugar duro es: ‘Voy a tirar más o voy a conducir más hacia la canasta‘. Eso es un enfoque individual y no colectivo. En la NCAA se demuestra que se necesitan cinco hombres en la cancha trabajando juntos para ser realmente un equipo productivo».

Jim Haney

Otro de los seguidores confesos del one and done es John Calipari, gran reclutador de talentos. Por sus manos pasaron decenas de jugadores listos para la NBA: Derrick Rose, John Wall, Eric Bledsoe, DeMarcus Cousins, Anthony Davis, Julius Randle , Karl-Anthony Towns y Devin Booker, por ejemplo. El entrenador de Kentucky defiende el contacto directo con el jugador desde edades muy tempranas:

«No les prometemos tiempo de juego, tiros o cuánto tiempo estarán en la universidad. Todos tienen su propio horario, y se lo decimos a todos y cada uno de los chicos y sus familias. Para algunos, eso significa un año; para otros, dos, tres o cuatro. Pero nuestro enfoque es poner a nuestros hijos en la mejor posición para tener éxito en el siguiente nivel, ya sea en la NBA o en algún otro campo, cuando llegue el momento de eso. Creo sinceramente que no hay mejor lugar para crecer, especialmente en el factor humano, que la NCAA».

Calipari.

Si bien es cierto que son muchos los que eligen seguir desarrollando sus capacidades en cualquiera de las tres divisiones de la NCAA, el número de jugadores dedicados finalmente al baloncesto es mínimo. Según un informe de la revista oficial de la NCAA, Champions Magazine, poco menos de tres cuartas partes de los jugadores de la División I creen que jugarán profesionalmente en la NBA, en la G-League o en el extranjero.

En la División II la cifra no llega al 50%, mientras que solo un 27% de los jugadores en la División III creen que jugaran de manera profesional. Las cifras finales otorgan cierta razón al desazón de los jugadores universitario: solo un 48% de División I llegan a jugar en un equipo profesional, 1 de cada 5 entre todas las divisiones.

Calipari prefiere centrarse en los casos de éxito, y pone como ejemplo a Willie Cauley-Stein, con el que también coincidió:

«Cuando llegó al campus me dijo ‘Odio la escuela’ y cuando se fue lo hizo llorando. Estuvo tres años aquí en Kentucky. Apreció la educación que se le dio, creció emocionalmente y aún hoy está inscrito en el club de lectura de la facultad. Todo eso también es la liga universitaria».

Willie Cauley Stein

Dan Gavitt también incide en ese argumento romántico de los campus:

«Hemos tenido jugadores de un año que han regresado a su campus de manera regular, que han donado a sus instituciones, que han estado en contacto cercano con sus entrenadores y ex compañeros de equipo y realmente han aceptado ser parte de la comunidad. Incluso si no son graduados de la institución, sigue siendo una gran parte de sus vidas».

Dan Gavitt, vicepresidente senior de la NCAA.

El comisionado de la Conferencia del Sureste, Greg Sankey, es más práctico.

«Debemos hacer una NCAA más fuerte. El debate del one and done no es asunto de un solo deporte. Debemos parecernos más a la NFL o a la MBL».

Sankey.

En la liga de fútbol es obligatorio jugar tres años con la universidad, mientras que en el béisbol se permite a los jugadores que se conviertan en profesionales directamente de la escuela secundaria, pero si van a la universidad tienen que quedarse tres años allí.

Tres soluciones sobre la mesa

El debate es creciente y las negociaciones constantes. Por ello no hay una vía de acuerdo oficial entre todas las partes. Eso sí, todo parece indicar que el one and done tal y como lo conocemos hoy, desaparecerá.

La opción preferida de Adam Silver es unificar a los prospects de high-school y a los one-and-done en una sola categoría, que les permitiera o bien presentarse al Draft desde el collegue o bien desarrollarse en la G-League.

Aquí radica la idea de Silver: dotar de una mayor profesionalidad a la G-League. Una expansión que debe permitir sueldos mayores a los 26.000 dólares de máximo que existen ahora mismo. Contratos que alcancen los 125.000 dólares a jugadores que salgan del instituto y eviten así pasar un año sin cobrar en la liga universitaria.

“Condoleezza Rice y su comisión han recomendado a la NBA que los jugadores que están haciendo el llamado one and done entren directamente en la liga, por lo que creo que debemos considerar la reducción de nuestra edad a 18 años”.

Adam Silver

El comisionado de la NBA explico que la idea incluiría iniciar el contacto con los mejores jugadores en sus años de instituto. Un seguimiento pormenorizado del atleta, entrenando y desarrollando sus condiciones tanto dentro como fuera de la cancha con la mirada puesta en un futuro mejor tanto para ellos como para la NBA.

Existe una segunda vía que requiere mucho esfuerzo y coordinación en el tiempo. El pasado verano, la NBA y el Sindicato de Jugadores anunciaron un acuerdo con la Federación (USA Basketball) para ojear y aumentar el número de jugadores juveniles de élite a su equipo nacional junior a más de 80 de una tacada. Los jugadores recibirán atención sanitaria y psicológica, además de entrenamientos específicos y de rendimiento deportivo gestionados por expertos.

Getty Images

A su vez, los jugadores tendrán que enviar informes médicos y deportivos a los equipos de la NBA, a fin de que ingresen directamente en la liga (con 18 años) o utilicen un paso intermedio como la G-League. Por otro lado, la NBA solicita que los jugadores tuvieran que tener cierta asistencia obligatoria a las sesiones de Draft. En estas pruebas previas, los jugadores tienen ocasión de mostrar sus habilidades delante de los principales scouts de las franquicias.

“Llevamos mucho tiempo intentando involucrarnos más en el baloncesto de élite de categorías inferiores. Realmente existe un sentido de urgencia al respecto. Este programa es exactamente lo que hemos estado diciendo que debíamos hacer”.

Kathy Behrens, presidenta de responsabilidad social en la NBA.

Pero claro, estas dos iniciativas olvida por completo el papel de la NCAA en la negociación. Por ello, son más los rumores que apuntan a un simple cambio de regla. Del one and done al zero and two, una idea del sindicato de jugadores (NBPA) que gusta a ambas partes.

Zero and two sería una opción viable para todos los jugadores que decidan dar el salto desde el instituto a la NBA, pero los que se decanten por la universidad, no podrían ser drafteados hasta el final de su segundo curso. La medida no está recogida en el último convenio colectivo presentado por la NBA y la Asociación de Jugadores, pero, según fuentes de la negociación, es una opción muy viable.

¿Y para cuándo?

Adam Silver desveló hace unas semanas que cualquier medida definitiva no entraría en vigor antes de 2022:

«Hay un montón de problemas que deben resolverse entre nosotros y la asociación de jugadores, por lo que es algo sobre lo que estamos en discusiones activas».

El comisionado aclaró que cambiar el one and done antes de 2022 no sería justo para las franquicias que han realizado intercambios con selecciones de draft: «Me faltan unos años, creo». Y avisa:

«Esto afectará a las negociaciones entre las franquicias sobre intercambios en puestos del Draft. Espero que sepan elegir bien».

Conflicto abierto, largo y lleno de interrogantes.

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