Sí, el Dream Team ya no es lo que era. Parece harto probable que alguna selección le meta mano en los torneos venideros, más pronto que tarde. Por desgracia para los cuñados del bar de debajo de casa, no tiene nada que ver con el nivel actual de las estrellas estadounidenses. Lejos de argumentos taberneros, el talento que atesora la NBA hoy en día es el mayor que se haya visto. Basta con repasar la ristra de nombres que se quedan fuera del All-Star cada temporada. Hace no mucho veíamos elecciones absolutamente infames, impensables en estos tiempos.
De todos modos, los sempiternos debates sobre si LeBron y compañía vencerían en un hipotético duelo al combinado del 92 regresan cada cuatro años. El triunvirato formado por Michael Jordan, Larry Bird y Magic Johnson (estos dos últimos, superado su prime) siempre será imbatible en boca de nostálgicos incapaces de analizar lo que acaece sobre una cancha de baloncesto. Pero la realidad es que desde la explosión de Giannis Antetokounmpo y Nikola Jokic hace un lustro, el mejor jugador del mundo no tiene pasaporte yanqui por primera vez en la historia de este deporte (con permiso de Hakeem Olajuwon y Tim Duncan, que sí se enfundaron la elástica norteamericana).
La brecha entre los antes idolatrados y los llegados desde fuera de sus fronteras ya no es tal, con el dominio de la liga en manos de jugadores internacionales: Shai, Doncic o los dos ogros estadísticos antes mencionados se encuentran entre los cinco más determinantes de la competición. Incluso los propios jugadores se han sentido insultados durante los pasados Juegos, viendo su orgullo en entredicho con el paso de los partidos. Kevin Durant se acordó de Dennis Schröder apenas unas horas después de ganar su cuarta presea dorada. En sucaso llueve sobre mojado, ya que Durantula nunca ha digerido demasiado bien las críticas.
Todo indica que el nerviosismo ha calado en el seno de USA Basketball, inmersos en un mar de dudas con las retiradas de sus tres estandartes en el horizonte. Ya han aparecido voces escépticas con respecto a si los llamados a tomar el relevo serán capaces de neutralizar a realidades como Canadá, Alemania, Serbia o Francia, víctima en las últimas dos finales olímpicas. Hoy por hoy, se antoja complicado que Edwards, Tatum o Booker alcancen cotas tan altas como James, Curry y KD.
Al igual que Norma Desmond en el mítico filme de Billy Wilder, muchos se niegan a aceptar el ocaso de su dominio. En ellos está afrontar la cruda realidad: el yugo estadounidense toca a su fin.
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