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Costa a costa

La gran cruzada de los «Crusaders»

Estamos en 1947. Holy Cross y su gran estrella, un tal Bob Cousy, se enfrentan a la noche más especial en años en el torneo de baloncesto universitario americano.

Bob Cousy

Propongo empezar esta lectura haciendo un ejercicio de imaginación. Abril de 2025. La universidad de Holy Cross da la gran sorpresa de la temporada y se proclama campeona nacional de la NCAA. Este modesto equipo, inscrito en la Patriot League, realiza una campaña sorprendente. La habitual historia de la Cenicienta que todos los años aparece en el March Madness, esta vez representada por los Crusaders, tiene un final feliz, el más dichoso posible, con la conquista del título.

Evidentemente, se trata de una ficción difícilmente factible que, de convertirse en realidad, sorprendería a todo el mundo. Sin embargo, la mayor sorpresa para muchos vendría al descubrir que ese hipotético campeonato sería el segundo de la historia del equipo de baloncesto de la universidad de Holy Cross. El primero, en este caso real, nada de simulación, lo consiguieron en el ya lejano 1947. Lo recordamos en este artículo.

En el corazón de la década de 1940, Estados Unidos se encontraba en un período de transición y reconstrucción. La Segunda Guerra Mundial había finalizado recientemente, y la nación estaba sumida en un clima de optimismo y renovación. En este contexto, los deportes, y en particular el baloncesto universitario, surgieron como una fuente de entretenimiento y orgullo para una población ansiosa por celebrar nuevos héroes y victorias. Es en este escenario que la universidad de Holy Cross se inscribió en los anales de la historia del baloncesto universitario, logrando un triunfo inolvidable en el campeonato nacional de 1947.

La universidad de Holy Cross, ubicada en Worcester, Massachusetts, es una institución con una rica historia que se remonta a 1843. En la década de 1940, Holy Cross albergaba alrededor de 2.000 estudiantes, en su mayoría hombres, dado que la educación universitaria para mujeres era menos común en esa época. Holy Cross no solo se destacaba por su rigor académico, sino también por su compromiso con la formación integral de sus estudiantes, incluyendo una fuerte tradición en deportes.

La temporada de baloncesto universitario 1946-1947 fue extraordinaria para los Crusaders de Holy Cross. Bajo la dirección del entrenador Alvin «Doggie» Julian, el equipo mostró una tenacidad y un talento excepcionales. Julian, conocido por su habilidad estratégica y su capacidad para inspirar a sus jugadores, fue una figura central en la transformación de Holy Cross en un contendiente serio para el título nacional. Entre los jugadores destacaba Bob Cousy, un joven base cuyo talento y visión del juego lo convertirían en una leyenda del baloncesto. Cousy, junto con George Kaftan, Joe Mullaney y otros compañeros, formaron un equipo cohesionado y formidable que rápidamente ganó notoriedad por su estilo de juego dinámico y su espíritu combativo.

El 25 de marzo de 1947, Holy Cross se enfrentó a la universidad de Oklahoma en el Madison Square Garden de Nueva York. La final del torneo NCAA fue un evento cargado de expectación, no solo por el calibre de los equipos involucrados, sino también por el ambiente post-guerra que buscaba nuevas historias de éxito y superación. Desde el inicio del partido, los Crusaders demostraron su determinación. Oklahoma, liderada por el formidable base Gerry Tucker, presentó un desafío formidable. Sin embargo, la defensa férrea de Holy Cross y la brillantez táctica de Julian mantuvieron el marcador ajustado.

El primer tiempo estuvo lleno de nerviosismo y jugadas defensivas intensas. Holy Cross utilizó una defensa presionante para limitar las oportunidades de anotación de Oklahoma. Bob Cousy, con su característico estilo de juego rápido y habilidoso, comenzó a imponer su presencia, creando oportunidades de anotación para sus compañeros. George Kaftan, apodado «The Golden Greek», dominaba la pintura, asegurando rebotes cruciales y anotando en momentos clave. Al final de la primera mitad, el marcador reflejaba un estrecho margen, con Holy Cross ligeramente a la cabeza. El ambiente en el Madison Square Garden era electrizante, con los aficionados de ambos equipos vitoreando con fervor. Durante el descanso, el entrenador Julian ajustó la estrategia, enfatizando la necesidad de mantener la intensidad defensiva y aprovechar las oportunidades de contraataque.

El segundo tiempo comenzó con Oklahoma intentando remontar el marcador. Gerry Tucker, mostrando por qué era uno de los jugadores más temidos de la liga, lideró varios ataques que mantuvieron a Oklahoma en la pelea. Sin embargo, la defensa de Holy Cross, liderada por Kaftan y Mullaney, se mantuvo firme. Cada posesión se disputaba con una intensidad que reflejaba la magnitud del momento.

A medida que el reloj avanzaba, Cousy se convirtió en el protagonista indiscutible del partido. Con su capacidad para driblar y su visión para encontrar a los compañeros en posiciones de anotación, Cousy orquestó varias jugadas que permitieron a Holy Cross aumentar su ventaja. En un momento crítico, Cousy realizó una espectacular jugada individual, driblando entre varios defensores antes de anotar una bandeja que desató la ovación del público. Con menos de cinco minutos en el reloj, Holy Cross logró establecer una ventaja de diez puntos. Oklahoma, pese a sus esfuerzos, no pudo reducir la diferencia significativamente. La defensa de los Crusaders, combinada con la eficiencia en los tiros libres, aseguró que mantuvieran el control del partido. Cuando el silbato final resonó en el Madison Square Garden, el marcador mostraba una victoria de 58-47 para Holy Cross.

El entrenador Doggie Julian fue ampliamente elogiado por su liderazgo y visión. Bob Cousy se convertiría en una leyenda del baloncesto, conocido como el «Houdini de Hardwood» por su habilidad para realizar jugadas mágicas. George Kaftan fue nombrado el Jugador Más Destacado del torneo, consolidando su estatus como uno de los grandes de la época. Holy Cross, a partir de este triunfo, continuó siendo una fuerza respetada en el baloncesto universitario, aunque nunca volvió a alcanzar las alturas de 1947. El legado de este equipo perdura como un recordatorio de la grandeza que puede surgir en los momentos más inesperados.

En las décadas siguientes, Holy Cross siguió destacándose en varios deportes, aunque el baloncesto siempre ocupó un lugar especial en la memoria de la institución. Hoy, la universidad es coeducacional y cuenta con más de 3,000 estudiantes. Aunque los tiempos han cambiado, el espíritu de los Crusaders de 1947 sigue vivo, inspirando a nuevas generaciones de estudiantes y atletas.

El campeonato de 1947 no solo fue un hito en la historia del baloncesto universitario, sino también un símbolo de resiliencia y esperanza en una época de reconstrucción. Aquella victoria épica en el Madison Square Garden resuena aún hoy como un eco de grandeza y gloria, un testimonio del poder del trabajo en equipo y la determinación.

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