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Costa a costa

Filiberto Rivera, coleccionista de camisetas

Con las diferentes fechas de inicio y fin de muchas de las ligas de Latinoamérica, es habitual que haya jugadores que arranquen la temporada en un país y la terminen en otro, o incluso con algún destino más de por medio. Si a esta ecuación le añadimos también la posibilidad de ir a Europa, los potenciales cambios de equipo durante la temporada se multiplican y esta temporada un ejemplo de ellos es Filiberto Rivera, que jugó en Alemania, en la Liga de las Américas, en México y sus derechos en Puerto Rico llegaron a pasar hasta por tres equipos.

La ciudad alemana de Jena fue el punto de partida en la temporada para Filiberto Rivera, jugando para el Science City Jena. No era su primera experiencia ni en Europa ni en Alemania, ya que ya jugó en el Artland Dragons alemán (2006-07), el Eldo Napoli italiano (2007), el AEK Atenas griego (2007-08) o el Bnei Hasharon israelí (2010-11).

“Ya tenía el deseo de jugar a Europa, de intentarlo otra vez, conociendo que es una temporada larga y fuerte de nueve meses”, explicaba el boricua en una entrevista para ‘El Nuevo Día’. “Me encanta jugar en Alemania. Mis mejores años en el baloncesto internacional fueron allí. Es una liga bien competitiva y nunca tuve problemas para cobrar el dinero. Sé que me quedan varios años buenos y sé que puedo jugar a ese nivel. Estoy entusiasmado con esta oportunidad. Además, es la situación ideal, porque no perdería mucho tiempo del BSN”.

El boricua arrancó la temporada como titular para el entrenador Björn Harmsen, pero una inoportuna lesión muscular en uno de los primeros partidos le dejó un par de semanas fuera del equipo y le hizo perder mucho peso en la rotación del equipo germano hasta el punto de ser el extranjero descartado de los siete del equipo. En busca de más minutos, club y jugador decidieron separar sus caminos y el de Carolina cerró su etapa en el Jena con promedios de 5’5 puntos y 4 asistencias por partido.

Aunque fue una de las opciones que llegaron a Manresa antes del fichaje del brasileño Scott Machado, la siguiente etapa de Filiberto fue de vuelta a casa, en Puerto Rico, para jugar con su amigo Carlos Arroyo como refuerzo de Leones de Ponce para su participación en la Liga de las Américas, el máximo campeonato de clubes de Latinoamérica.

Con el inicio del BSN muchas semanas después, el equipo de la Perla del Sur conformó un equipo únicamente para este torneo y lo hizo para hacer cosas importantes y tanto que lo hizo. Con un equipo con Carlos Arroyo, Filiberto Rivera, Hakim Warrick, Eric Dawson, Ángel Daniel Vassallo, Víctor Liz o Carlos Emory, Ponce alcanzó la Final Four y se quedó con el tercer puesto del torneo continental.

El equipo dirigido por Nelson Colón sumó cuatro victorias en los seis partidos que conforman la primera fase y el cuadrangular semifinal, siendo sólo superado por Bahía Basket una vez en cada grupo, cayó en la Final Four ante Guaros de Lara y superó a Fuerza Regia en el partido por el tercer puesto. Filiberto Rivera cumplió a la perfección con su rol de suplente de Carlos Arroyo y dejó promedios de 4.4 puntos, 1.9 rebotes y 2.3 asistencias.

La siguiente escala en la temporada de Filiberto Rivera tuve que ver con una inoportuna lesión de tobillo y un antiinflamatorio mal inyectado. Su compatriota Carlos Rivera se lesionó poco antes de la final de la LNBP mexicana y se quedaba sin disputar la pelea por el título con Fuerza Regia de Monterrey, el equipo entrenado por el español Paco Olmos. De tal forma, los regiomontanos necesitaban urgentemente un refuerzo en la posición de base y el elegido fue Filiberto Rivera, al que los mexicanos acaban de enfrentarse sólo unos días atrás por el bronce de la Liga de las Américas.

Aunque el rol más protagónico en la dirección fue para el mexico-argentino Cristian Cortés, Filiberto tuvo buenos minutos en la posición de base, especialmente en el segundo partido de la final, donde salió como titular, terminó con 12 puntos y 7 asistencias y su defensa fue clave para recuperar el factor cancha perdido tras la derrota en el partido inaugural de la pelea por el título. Finalmente, el equipo regiomontano se alzó con el título, el primero de su historia, en una temporada donde había construido un equipo con ese objetivo: Carlos Rivera, Andy Panko, Juan Toscano, Héctor Hernández o Jeleel Akindele en un equipo que dirigió el español Paco Olmos.

Mientras tanto, los derechos de Filiberto Rivera en el BSN habían sufrido varios cambios. Primeramente, un traspaso entre Indios de Mayagüez y Caciques de Humacao llevaría al base, junto a Alex Galindo y Gaby Belardo al equipo de la Ciudad Gris Devon Collier, Cliff Durán y Nathaniel Butler al equipo que semanas más tarde dirigiría José Juan Barea.

Sin embargo, Filiberto Rivera no quería jugar en Mayagüez ni tampoco en Humacao y su objetivo era volver a compartir equipo con su amigo Carlos Arroyo, al igual que había hecho ya en la Liga de las Américas. Con la llegada del veterano enebeísta a Fajardo, el destino de Rivera iba irremediablemente encaminado hacia la Metrópolis del Este y un traspaso a cambio de Ansel Manuel Guzmán fue el detonante final.

“Fue una movida táctica y económica”, explicó Jorge Meléndez, gerente general de Caciques en declaraciones a Primera Hora. “La realidad es que Filiberto no quería jugar en Humacao. Esa es la primera razón. En segundo lugar, habíamos visto a Ansel Guzmán en pretemporada y se veía muy bien. Y en tercer lugar, el factor económico también tuvo un peso notable”.

El regreso del BSN a Fajardo ha sido sin duda una de los grandes noticias del torneo en esta edición. Con Felo Rivera en los despachos y Carlos Arroyo como director de orquesta en el tabloncillo, la ilusión volvía a despertar en el Tomás Dones después de nueve años de la última vez que los Cariduros ejercieron de locales en este coliseo.

Consiguieron construir un equipo que desbordaba talento e ilusión a partes iguales, con jugadores como Carlos Arroyo, Filiberto Rivera, Larry Ayuso Miguel Alí Berdiel, el novato Chris Ortiz, el recuperado Nathan Peavy, Damion James (MVP en la pasada temporada) o Reginald Buckner. El equipo fue de menos a más y concluyó segundo en la fase regular a sólo dos victorias del sorprendente líder Santeros de Aguada.

Sin sorpresas en la primera ronda de los playoffs y eliminando a los Vaqueros de Bayamón del español Paco Olmos, las semifinales dejaron fuera tanto a Santeros como a Cariduros y definiendo una serie por el título con uno de los duelos más carismáticos del torneo: Piratas de Quebradillas vs Capitanes de Arecibo.

La eliminación de Fajardo fue dolorosa, en un séptimo partido y en casa, cuando ya se veían rozando la serie final en la primera temporada de su regreso al BSN.

“No recuerdo la última vez que una derrota me haya dolido tanto. Estoy sumamente decepcionado. No pude ayudar a este equipo a lograr su primer pase a una serie final”, explicó Carlos Arroyo en declaraciones a Primera Hora. “Desde el principio que entré a esto, mi meta fue ganar un campeonato en Fajardo. Habíamos jugado bien en casa todo el año y en el juego más importante no pudimos ejecutar”

Como parte de ese equipo, Filiberto cumplió con su rol desde el banquillo y dando minutos de descanso a Arroyo, terminando con promedios de 7.3 puntos, 1.6 rebotes y 3.2 asistencias y se quedaba por debajo del doble dígito en anotación por primera vez desde su debut en el BSN allá por el año 2000.

Con un año tan movido y tras quedarse fuera de la preselección de Puerto Rico para la AmeriCup, es tiempo de descanso para Filiberto Rivera y de esperar que el año que viene pueda encontrar la estabilidad que un jugador de 35 años y de su experiencia merece a estas alturas de su carrera.

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