Volvemos atrás en el tiempo para recordar la plata del Europeo de Francia de 1999. Una de las grandes sorpresas positivas de nuestra selección de la baloncesto en la historia.
Es una realidad incontestable que las nuevas generaciones de aficionados al baloncesto en España han crecido viendo a una selección nacional campeona, aspirante siempre a todo en los torneos y ganadora de un Mundial (2006), dos platas olímpicas (2008 y 2012) y con muchas medallas en Europa, entre ellas dos de oro (2009 y 2011).
Sin embargo, hace no tanto, no era esa precisamente la dinámica. Justo antes de la llegada del año 2000, el combinado nacional español no peleaba de tú a tú con la selección de Estados Unidos en los Juegos Olímpicos, ni era ni mucho menos el rival a batir en los Europeos.
Volvemos la vista atrás hasta el año 1999. Justo un año antes, la selección junior de los Pau Gasol, Juan Carlos Navarro, Raül López, Felipe Reyes y compañía se había proclamado Campeona de Europa (Varna, 1998), consiguiendo ser ese año Campeones del Mundo en Lisboa en 1999, tras ganar en la Final a la selección de los Estados Unidos de América, pero aún no eran los ejes sobre los que giraría la selección española de baloncesto, ni siquiera jugadores consagrados en la ACB.
Esa generación, bautizada como los “Juniors de Oro”, sería la base sobre la que se construiría el equipo nacional que tantos éxitos le ha dado al baloncesto y al deporte español, siendo una de las mejores selecciones de la historia de nuestro país.
Sin embargo, ese mismo año también llegaría un gran logro para nuestro baloncesto. Nos trasladamos ahora al país vecino, Francia, donde se celebraba el Eurobasket senior. Se trataba de la edición número XXXI del Campeonato Europeo de Selecciones de Baloncesto, fechado entre el 21 de junio y el 3 de julio del mismo año, donde un total de dieciséis países competían por el título, cuyo anterior ganador era la selección nacional de Yugoslavia.
Las selecciones participantes en el Eurobasket’99 fueron Yugoslavia, Francia, Israel, República de Macedonia, Rusia, España, Eslovenia, Hungría, Turquía, Italia, Croacia, Bosnia, República Checa, Alemania, Lituania y Grecia.
El seleccionador español en ese momento era Lolo Sainz, quien llamó para el Eurobasket a estos doce jugadores: Nacho Rodríguez, Rodilla y Corrales como bases; Herreros, Esteller, Alberto Angulo, Carlos Jiménez y Rodrigo De la Fuente para las alas; e Iñaki De Miguel, Nacho Romero, Alfonso Reyes y Roberto Dueñas en el interior.
Aquel combinado español no era uno de los favoritos para optar al título, ni siquiera entre los aficionados de este país, que no esperaban más que, como mucho, alcanzar los cuartos de final, donde siempre se acababa cayendo ante uno de los grandes. No era un equipo que tuviera grandes nombres en su plantilla ni estrellas europeas (cómo han cambiado las cosas) y los últimos resultados no invitaban al optimismo precisamente. Aquella selección española rompió con lo esperado.
En la primera fase, los equipos se dividieron en cuatro grupos, pasando los 3 primeros de cada grupo a la segunda fase, donde había dos grupos de seis equipos en los que se tomaban en cuenta los resultados de los enfrentamientos de la primera fase, clasificándose los cuatro primeros de cada grupo para la fase final (cuartos de final, semifinales y final).
España estaba encuadrada en el Grupo B, donde se enfrentó a Rusia, Hungría y Eslovenia. Se inició el campeonato ganando a Hungría (84-75) en la primera jornada, perdiendo en la segunda ante Eslovenia (75-85), cerrando la primera fase ganando en la última jornada a Rusia (72-69) y pasando como segunda de grupo a la siguiente fase.
En el nuevo grupo (E), los rivales de España serían Francia, con quien se perdería 57-74, Yugoslavia, también perdiendo (77-63) e Israel (victoria 88-74). Estos resultados dejaban al combinado español casi eliminado, con una única posibilidad de pasar a cuartos de final, que dependía de la victoria de Francia ante Eslovenia en la última jornada de la segunda fase, con el añadido de que los anfitriones no se jugaba nada, ya que estaba clasificados.
El partido entre Francia y Eslovenia lo vivieron con inquietud los hombres de Lolo Sainz, que veían desconsolados cómo los Smodis, Zdovc y Nesterovic se marchaban con diez arriba al descanso. Muchos ya tenían hasta las maletas hechas, pero lo increíble e inesperado sucedió.
Y es que el equipo galo remontó en la segunda parte, logrando ganar finalmente el partido (74 – 69), con unos decisivos Antoine Rigaudeau y Stephane Risacher, metiendo a los españoles en los cuartos de final del Eurobasket. El rival de la eliminatoria era ni más ni menos que Lituania, que venía de dominar sin problemas el otro grupo (F).
Y por fin se derribó el cruce maldito de cuartos
El combinado báltico era un equipo digno de temer. Los exsoviéticos tenían una gran plantilla, con grandes jugadores en sus filas: Jasikevicius, Stombergas, Karnisovas y, sobre todo, un grande: el Zar, Arvydas Sabonis. Para echarse a temblar, vamos.
Aun así, el equipo dirigido por Lolo Sainz no se achantó ni mucho menos ante los lituanos, plantándose en el partido de cuartos sin nada que perder y todo por ganar. El técnico nacido en Tetuán se arriesgó (y mucho) en la estrategia, poniendo a un jugador como Iñaki De Miguel a defender a Sabonis, uno de los mejores pívots del continente y mucho más alto que él, más de quince centímetros de diferencia entre ambos. Pero el caso es que el español lo bordó, lo que, unido a que el entonces jugador de los Blazers se cargó muy pronto de personales y sólo estuvo dieciséis minutos en la pista, fue una de las claves del partido. El pívot lituano sólo aportó 3 puntos y 3 rebotes, siendo eliminado a nueve minutos del final, lo que facilitó las opciones de los españoles para dar una de las campanadas de la competición.
Para ello apareció además un ganador nato, Alberto Herreros, quien se echó el equipo a la espalda y realizó un partido colosal (28 puntos), siendo un azote para la defensa lituana, bien acompañado por Alberto Angulo y Alfonso Reyes (10 y 8 puntos respectivamente). Dos tiros libres de Angulo ponían por delante a España (74-72), con una última posesión para Lituania, en la que Sarunas Jasikevicius erró el lanzamiento final, que metía a España sorprendentemente en la lucha por las medallas.
Las semifinales tenían una doble complicación. España había llegado más lejos de lo que se esperaba por calidad, pero ahora tenía además la dificultad de enfrentarse a la anfitriona, Francia, que jugaría ante su público por un puesto en la gran final.
El Pabellón de París-Bercy vivió el 2 de julio del año 1999 un partido épico. Con todo en contra, Alberto Herreros se vistió de nuevo de superhéroe en el encuentro para impulsar a su equipo hacia la victoria con un nuevo recital. El alero de Fuencarral anotó 29 puntos, desquiciando a la defensa gala, totalmente incapaz de pararle. Esta vez, Herreros estaría secundado por Alfonso Reyes (10 puntos y 9 rebotes) e Iñaki De Miguel (14 puntos).
El final del partido fue un estallido de alegría para los españoles, que vencían (63-70), enmudeciendo al pabellón parisino y abriendo de un golpe las puertas de la gran final. Ahora había que luchar por el Oro.
El partido por el Campeonato fue ante la Selección de Italia, que venía de ganar contra pronóstico a la vigente campeona de Europa, la temible Yugoslavia, con Divac, Danilovic, Bodiroga y compañía, por 71 a 62, con una actuación muy destacada de Gregor Fucka (17 puntos y 5 rebotes), quien pasaría por España años después, y de Andrea Meneghin (16 puntos).
Los transalpinos contaban con una gran generación de jugadores, dirigidos por el técnico Bogdan Tanjevic, que había conformado un equipo complicado de superar, rocoso, pero con mucho talento al mismo tiempo. En él aparecían jugadores contrastados, como Dennis Marconato, Mateo Galanda, Alessandro Abbio y Roberto Chiacig, pero también había calidad, como la que aportaba el inglés nacionalizado italiano Carlton Myers, uno de los mejores cañoneros de Europa, y el citado Gregor Fucka, un jugador capaz de desequilibrar desde dentro y fuera de la zona.
España se había metido en su primera final de un campeonato internacional desde los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984, todo un hito en nuestro baloncesto. El oro fue finalmente para los italianos, que vencieron sin problemas a nuestra selección (56-64), con 18 puntos de Myers, 10 de Abbio y Fucka y 9 de Chiacig. Los españoles no jugaron bien. De hecho, Alberto Herreros haría su peor partido del torneo (10 puntos), destacando en el encuentro Iván Corrales (15 puntos y 6 asistencias), que fue de lo único salvable de los de Lolo Sainz en el encuentro.
Finalmente, Gregor Fucka sería elegido el MVP del Eurobasket, con Alberto Herreros como máximo anotador del torneo, con 19’2 puntos por partido, y formando parte del quinteto ideal de la competición, junto a los italianos Carlton Myers, Andrea Meneghin y el propio Fucka, además del yugoslavo Dejan Bodiroga.
A partir del año siguiente, con los Juegos Olímpicos de Sidney, los Juniors de Oro fueron entrando en escena en la selección española, primero con Juan Carlos Navarro y Raül López, que abrieron el camino al resto de grandes jugadores que han significado el paso adelante de España en el baloncesto, marcado por los grandes éxitos cosechados en todos estos años.
Aquella medalla, la plata del Eurobasket 1999, supo a mucho más, ya que fue conseguida por un grupo de jugadores que trabajaron mucho y lograron superar con creces las expectativas puestas en ellos, incluso las suyas propias, una de las razones para los que amamos este bello deporte.
Una gran historia se superación, de retos imposibles alcanzados a base de esfuerzo, la de un equipo del que no se esperaba tanto, y que sorprendió a Europa llegando a casi lo más alto. Y es que no siempre fue como lo que hemos vivido estos años.
Apreciémoslo como es debido.
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