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Análisis

Spurs, ¿la gran decepción?

Llevan desde 1998 ganando 50 partidos o más (a excepción del lockout de la 98/99). Este año han batido con 67 su récord de victorias en una temporada regular en que han sido los únicos en seguirle la pista a los Warriors del 73-9 e igualado con 40-1 el récord histórico de victorias en casa de los Celtics de la 85/86. Conservan el bigthree de sus últimos cuatro anillos, tienen al dos veces consecutivas mejor defensor de la NBA y el verano pasado se llevaron a uno de los ala-pívots más talentosos y deseados del mercado, LaMarcusAldridge (26 de 31 votos del comité de pronósticos de ESPN le consideraban el mejor fichaje del verano), lo cual atrajo a veteranos de renombre como David West, importante rebaja salarial y rechazo a otros candidatos mediante. Pero han dicho adiós prematuramente en Semifinales de Conferencia después de liderar la serie con un 2-1 (como igual les pasó hace un año en primera ronda contra los Clippers).

Por tanto, ¿han sido los Spurs una decepción? ¿La gran decepción de estos playoffs?

Meterse con ellos suena a herejía. Pero en un planeta NBA en que los Warriors han firmado la mejor temporada regular de siempre, aún se miraba con recelo el éxito de su estilo alegre y desenfadado al que ahora se le exige un segundo campeonato si no quieren ligar su 73-9 a un fiasco de postemporada. Quienes más ganas tienen a los de la bahía de Oakland confiaban en estos Spurs para ello: tienen la experiencia, la disciplina y los recursos para ello. Pero una vez más nos quedaremos sin ese enfrentamiento de playoffs entre los polos opuestos de la NBA. Entre la dinastía que se apaga y la que crece rompiendo costuras.

La única derrota en San Antonio de los Spurs en temporada regular llegó precisamente a manos de los Warriors, que igualaban así el pasado 10 de abril a los Bulls de la 95/96 mientras que frustraban las aspiraciones tejanas de hacer la mejor temporada en casa de la historia. La igualarían venciendo dos días después a su verdugo de playoffs, los Thunder.

Pero antes de que Kevin Durant y compañía se vistiesen de parca, tocaban los mermados Grizzlies en primera ronda de playoffs. Un barrido fácil que, si bien había que matizar por las innumerables bajas de los de Memphis, daba la sensación de que los de Popovich habían entrado al asalto por el título como una máquina perfectamente engrasada. Lo habitual.

Algo que no podía más que confirmarse en el brutal primer partido de la serie ante Oklahoma City resuelto por 32 puntos de diferencia a favor de unos Spurs que llegaron a tener máximas de más de 40 tantos. No sólo asustaba la solidez de San Antonio, sino que el relevo generacional dentro de la propia plantilla era un hecho también a la hora de la verdad, mostrándose Kawhi Leonard y LaMarcus Aldridge imparables.

Sin embargo, todo cambió.

Billy Donovan llegó el verano pasado a Oklahoma City para dar ese punto extra que Scott Brooks parecía no poder dar. Sus Thunder habían alcanzado las Finales en 2012 (ganando 4-2 a los Spurs en Finales del Oeste remontando un 0-2 adverso), pero desde entonces, un equipo que parecía ir hacia arriba y citarse en la última eliminatoria de junio año sí y año también no hacía más que quedase con la miel en los labios. El año pasado, tras una temporada con lesiones demasiado largas en el tiempo de Durant primero, Westbrook después y nuevamente Durant, los playoffs daban comienzo sin los Thunder por primera vez desde 2009. Sam Presti tenía la excusa perfecta y Brooks decía adiós. En su lugar, el reputado técnico universitario Billy Donovan, que esta vez sí escuchaba los cantos de sirena de la NBA –cobra a los Magic en 2007 tres días después de ser presentado a los medios- para abandonar su querida Florida.

Y Donovan ha dado ese extra. Ha sabido otorgar a los Thunder ese plus de conocimiento del juego colectivo sin con ello diezmar las maravillosas explosiones anárquicas de Durant y Westbrook y, sobre todo, aumentar la inteligencia (que no intensidad) defensiva. El gran factor diferencial de esta serie ante los Spurs. La capacidad hasta entonces no vista de los Thunder de hacer ajustes en plena serie de playoffs para reducir el daño rival y explotar sus debilidades ha propiciado la gran sorpresa de postemporada de 2016.

De aplauso ya fue el asalto al AT&T después de la masacre del primer partido, siendo el único equipo junto a los Warriors capaz esta temporada de ganar en la ciudad del álamo y robando el factor cancha antes de viajar a Oklahoma City. Allí, los Spurs ganarían el tercer partido y retomarían el control de la serie, pero nuevamente los de Donovan empataban y, otra vez más, ganaban en San Antonio. ¿Qué estaba pasando? En partidas de ajedrez pocos pueden estar tan bien considerados como Gregg Popovich, sin embargo, van dos años seguidos desperdiciando una ventaja de 2-1 en playoffs.

Por si fuera poco, las especulaciones saltaron a la palestra en plena serie apuntando al posible interés de los Spurs de ir a por Kevin Durant este verano, en el cual se convertirá en agente libre.

Los números hablan

Los Spurs han sido, de largo, la mejor defensa de la NBA, encajando tan solo 92’9 puntos de media por noche, tres menos que el siguiente en la lista. Llevado el partido a las cien posesiones, esa media de puntos recibidos no llegaría ni tan si quiera a la centena, siendo el único equipo NBA por debajo de los tres dígitos (99’55). Unas 100 posesiones en las que son el equipo que mayor margen de puntos obtiene en las victorias, con 11’49 de media más que su víctima.

Pero Donovan y los Thunder han estudiado bien a los Spurs, que, del segundo al sexto partido de la serie, han registrado baremos que hacen vergonzosa la comparación con la temporada regular, y es que han encajado casi diez puntos más de media por partido (102’6), que llevados a las cien posesiones harían un total de 110’42. Una telaraña defensiva que ha hecho bajar sus porcentajes en tiros de campo del 48’4% de temporada regular al 43’3% de estos cinco partidos en que San Antonio se ha convertido en una mala imitación de sí mismo.

Una defensa en la que Donovan no ha querido arriesgar, llevando a los Spurs a buscar opciones de tiro que no entraban en sus primeras opciones, y no intentando robar el balón ni forzar malos pases a los de Popovich. Ello se ha traducido en una bajada de porcentajes clamorosa cuando extrañamente no han incrementado sus pérdidas de balón por partido, siendo en este apartado más seguros que en temporada regular, perdiendo menos de diez balones de media en este extracto de partidos, por 13’1 en los 82 partidos previos a los playoffs.

¿Es el fin de una era?

En la noche del sexto en Oklahoma City, los Spurs salieron claramente perdedores de un encuentro en el que llegaron a estar 28 puntos por debajo. Russell Westbrook se comió a Tony Parker, Kevin Durant fue demasiado para un Kawhi Leonard que, en vez de hacer de stopper, se encontró con un stopper para él: AndreRoberson. La respuesta del banquillo no existió, llegando Popovich a declarar que se habían convertido en “una basura en cuanto empezamos a hacer cambios” y Duncan, que firmó su mejor partido de estos playoffs, parece haberse hecho mayor, esta vez de verdad, a los 40 años.

Precisamente, si es el fin de una era o no, será decisión de Tim Duncan. El candidato a mejor ala-pívot de la historia fue quien cambió el rumbo de la franquicia tejana y con él es con quien empezó la racha de diecisiete temporadas seguidas con más del 60% de victorias y todas salvo la del lockout del 98 con medio centenar como mínimo. Ahora, con 40 años, tiene que tomar la decisión de aceptar seguir jugando una temporada más, o dejarlo aquí. Le queda un año de contrato y será decisión suya si lo cumple o no. Mismo caso de Manu Ginóbili, que en verano cumplirá 39. Ambos deberán pensar qué hacen, pero parece claro que será en común y no veremos unos Spurs con el uno pero sin el otro. El otro miembro del bigthree, Parker, cumple 34 en pocos días pero tiene firmadas dos temporadas más por delante.

Parece claro que el futuro de la franquicia pasa por Kawhi Leonard y LaMarcusAldridge, que abandonó Portland en busca del anillo y dice adiós a la misma vez que sus ex compañeros de los Blazers. Leonard, que ha experimentado una evolución espectacular temporada a temporada y que ya cuenta con el anillo de campeón siendo el MVP de las Finales, deberá tomar demasiado peso sobre sus hombros una vez el cambio de ciclo Spur sea una realidad. Pero, ¿está preparado? No cabe duda de que es uno de los mejores jugadores de la actual NBA, pero existen ciertas reticencias a la hora de considerarle válido para ser la autoritaria estrella de un contender sin la compañía de los Duncan, Parker o Ginóbili. Tal vez su perfil sea demasiado Pippenesco, pero sólo el tiempo dirá si puede ser un go-to guy como Durant, LeBron o el ya retirado Kobe.

Y respecto al futuro de sus longevas estrellas, mucho se ha especulado sobre el de Popovich, que podría dejarlo al mismo tiempo que Duncan. Algo que parece difícil, si bien le restan tres temporadas por delante a razón de once millones de dólares al entrenador de 67 años. Cierto es que Popovich es Popovich y lo dejará cuando a él le dé la gana, pero Peter Holt, propietario de la franquicia, se ha mostrado optimista en más de una ocasión acerca del cumplimiento de su contrato.

Parece difícil imaginarse unos Spurs sin Popovich ni Duncan. Pero algún día ocurrirá. Juntos han ganado 1.001 partidos de liga regular, 157 de playoffs y cinco anillos. Juntos suman más de 100 años. Quitando a Popovich y poniendo a Parker y Ginóbili, también. En la noche del sexto se vio un  pick and roll entre el base suplente Andre Miller y el propio Duncan que sumaba 80 años. En el banquillo encontramos también a un David West de 35, un Boris Diaw de 34 o un Kevin Martin de 33.

Esa sensación de que el tiempo se agota, de que la urgencia por ganar es real porque si no quién sabe si habrá otra oportunidad es una presión difícil de soportar en playoffs. Y si un equipo joven como los Thunder consigue imponer un ritmo que lleva a la tercera edad de San Antonio con la lengua fuera, se vuelve harto complicado de manejar y la serie se ve más larga de lo que es, con muchos kilómetros ya en las piernas y quién sabe cuántos más por delante en caso de ganar.

Es por ello por lo que todos esperábamos más de los Spurs esta temporada. Es una franquicia con una muy buena prensa, difícil de no caer bien. Se han granjeado un gran respeto en estos más de tres últimos lustros por sus propios méritos, conservando siempre la base de su éxito y siendo fieles a su estilo al tiempo que lograban adaptarse a las tendencias que marcaba el baloncesto actual. Si alguien tenía que derrocar a los Warriors, que fuesen ellos.

Pero no ha sido así. Han firmado su récord de victorias en temporada regular y, llegado el momento de la verdad, han fracasado. Solía ser al revés, si acaso. Una temporada regular a verlas venir, con reservas de cara a llegar a la parte importante del curso en las mejores condiciones físicas y mentales. Pero han llegado agotados y tal vez no hayan sido los Thunder quienes les han derrotado. Tal vez no hayan sido Durant, Westbrook y compañía quienes le han dado la puntilla a una dinastía de más de quince años. Tal vez ha sido el Padre Tiempo.

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