Hola, Magic.
Quién te ha visto y quién te ve. Ahora, los pases sin mirar se los das a la prensa. Les das carnaza ya servida, casi masticada, en forma de una contratación, despidos, un gran nombre y, para colmo, en la fecha justa. La tormenta perfecta. Porque nunca fuimos de hacer las cosas sin armar jaleo. Siempre tuvimos eso en común. Pero este mundo es distinto. No se acerca a nada que hicieras antes. No va a salvarte tu siempre brillante sonrisa y, desde ya, te recomiendo algo; búscate una salida de emergencia, un lugar sagrado. Donde el ruido de tu mente se apague con el sonido ambiente. Te hará falta y, aun así, a veces sabrá a poco.
Como decía, no hay nada igual. Lidiar con bestias me dio la capacidad de apreciar el camino. Desde que uno empieza a crear a su alrededor hasta que finalmente todo madura y cae de la copa por su propio peso. Solía pensar que, si tu objetivo principal consiste en llevar al equipo a un estado de armonía, no tiene sentido que impongas rígidamente tu autoridad. Pero ahora no nos queda otra. No hay oficinas desde las que no debas dar paso a tu yo oscuro, a tu lado dictatorial. Nadie decidirá por ti, para lo bueno y para lo malo. Porque, más que en firmar, despedir o traspasar, ya deberías estar pensando en conectar. Cada cable suelto es un problema. Inventa lazos, haz el trabajo fácil a Luke, apuesta pensando en grupo. No hay mayor error que creer en que el egoísmo lo calma el tiempo. Y no, no es solo trabajo de banquillo. Con el tiempo desarrollarás un olfato especial. Un olfato que te permita conocer a alguien con solo mirarle. Hasta entonces, rodéate bien, de un buen grupo de trabajo.
Y no me hagas recordar lo que me hizo Derek… No hablo de compañías amigas, sino de manos que acaparen labores. Recuerda que esto es un trabajo, pero no cualquiera. Tienes más responsabilidad aún que cuando tomabas tiros para ganar. No hay fidelidad, hay confianza. Y debe ser mutua. Los planes se cumplen siempre que se siga el guión. Los objetivos son la única variante. Con colegas se puede tener un ambiente inigualable, pero no lo es todo. La mesa manda, y sobre ella se han de poner siempre los intereses del logo que a tus espaldas te observa.
Esto es un maldito infierno, pero nunca nos gustó lo sencillo. Por eso hablan. Por eso somos grandes, en otra parcela. Y márcate esto último a fuego en la frente, te lo van a recordar todos y cada uno de los días que pases en el mando. Fuiste un enorme jugador, pero como jefe no eres más que nadie. Porque nadie te tendrá cariño de aquí a dos meses. Te van a pedir el cielo y tu trabajo es encontrar la forma de dárselo.
Ojo, no confundir con arriesgar. Vivimos en la era de las superestrellas, los superequipos y Dios sabe qué más. No vas a conseguir nada tirándolo todo por la ventana persiguiendo un billete de quinientos. La estabilidad es una clave de la que siempre hemos ido en contra. Ya fuera en los banquillos (créeme, sé de qué hablo) o en el parqué, buscábamos sorprender. Si las cosas iban mal, buscábamos lo regular. Si iban bien, creíamos en lo genial. No aquí. Kupchak sabe de lo que hablo. Yo he intentado acelerar procesos y, mírame, necesito volver a empezar. Nadie hoy acapara piezas interesantes en un constante cambio de cromos. Desde hoy debes meterte en la cabeza que eres una gran atracción, pero hay que saber manejarlo. Todos van a querer escuchar a uno de los mejores de siempre intentando convencerle. Si es tu única carta, estás muerto. Ni tú ni Los Ángeles significan nada sin talento que atraiga a más talento. Todos se mueven por cifras y posibilidades. Pero si logras engañar a alguien, que sepas que la alegría te durará poco.
Las sensaciones también cobran un sentido enormemente importante. Nadie quiere entrar en una casa en llamas. Tienes en tus manos la imagen perfecta de la alegría, aprovéchala. Jóvenes que creen en el de al lado, un entrenador que sabe ponerlos en marcha y ahora tú. Joder, eres los Lakers. Todos lo sois, cada vez más. El ayer se olvida fácilmente, pero amigo mío, el mañana, aun sin haber llegado, puede ser el mejor hoy. Usa tus bazas, ya quisiera yo estar en tu contexto. Aquí todos quieren ganar, allí se han cansado de intentarlo. Han entendido la importancia del camino.
Tú a lo tuyo, por cierto. Nada funciona mejor que una cabeza amueblada. Millones de bocas, billones de ojos, van a vigilar tus pasos. Ya lo han hecho antes. Pero como creo que ya te he dejado claro y, no quiero ser pesado, esto es diferente. La presión es diferente. El proceso de tus acciones hoy será el inverso al que estás acostumbrado. Antes ejecutabas en un chispazo y luego dabas vueltas a lo hecho. «Pude hacer esto, pude hacer lo otro…». Ahora, el pensamiento te reconcomerá antes de tomar una decisión. Y te advierto, nunca, repito, nunca, levantes el teléfono sin saber qué hacer. Los impulsos son negativos. Medita, respira y dispara.
Tampoco estaría de más que midieras tus palabras. Cada declaración puede ser tomada en tu contra, pero lo que es peor, puede llevar al caos. Toda la liga se conoce. Un vestuario descontento con su jefe es todo un gremio cabreado contigo. Realmente sufro viendo cómo mi incapacidad para cerrar la boca ha puesto en mi contra a Carmelo y cómo los futuros agentes libres pueden sentir traición.
Estos son los verdaderos tiburones del enorme océano. Huelen la sangre y van tras ella. Van a querer dorado, en monedas y anillos. No caigas en la de Noah. No te fíes de sus palabras, mucho menos de sus agentes (ya los conoces…). El compromiso solo es bueno si va en ambas direcciones… y a veces ni por esas. El destino no se puede frenar y las lesiones no se predicen. El ego es el verdadero problema, la piedra real. A veces, ciega a los jugadores de tal modo que solo se ven a sí mismos. En tu mano está seguir la fallida idea de Mitch (nombres sobre hombres), o hacer a tu estilo un grupo.
Para todo puede haber, para nuestra tranquilidad, solución. Benditas sean las rondas. Siempre se suele decir que uno no es bueno en lo suyo si no aprende de sus propios errores. Corrijo el dicho. Nadie llega a nada sin saber reconocer sus fallos y encontrar la manera de darle la vuelta. Hoy mismo me encuentro probándome. He querido más y todo, como en esta jodida ciudad suele pasar, se ha venido abajo. Tú aún lo tienes más sencillo. Basta con no girar el timón. Basta con ponerte límites.
Poco más puedo decirte. Nuestra grandeza es valorada, nunca te atrevas a dudarlo. Simplemente, no corresponde hablar de eso. Es como el universitario pedante que no para de escupir lo que aprende, hable con quien hable. Nadie va a dudar de tus conocimientos, pero una y otra vez pondrán contra las cuerdas tus capacidades para liderar otro mundo.
Ambos conocemos el sabor del champán. Ambos hemos fumado puros en ese Staples. Sigue haciendo leyenda, nos vemos en las finales. Para cualquier cosa, tienes mi número. Si es urgente, rara vez me verás en el Madison. Siempre fui más de Montana.
PD: Dile a Jeanie que todo va bien.
Saludos, Phil.
Suscríbete a nuestras newsletter y no te pierdas ningún artículo, novedad, o menosprecio a Los Ángeles Clippers