Con los últimos compases de la temporada regular ya en marcha, el grano comienza a separarse de la paja y los grandes candidatos a levantar el Larry O’Brien al final de curso desempolvan sus mejores galas. La mirada de la NBA lleva tiempo fijada en la solvencia de los Golden State Warriors, la ya habitual persecución de los San Antonio Spurs en el Oeste, y en la presunta debilidad de los vigentes campeones, unos Cavaliers que todavía no han asegurado la primera posición del Este. Más allá de este trío de ases, es difícil atreverse a nombrar otro candidato realista. De acuerdo, los Houston Rockets están completando un curso magnífico con un James Harden estelar. Vale, los Boston Celtics están superando las expectativas y siguen rondando el liderato de Cleveland. Pero no podemos abrir el cajón del grupo de los «tapados» sin hablar de un eterno miembro de esta poco agradecida categoría. ¿Es que ya nadie piensa en los Clippers?
Antes de que paren de leer este artículo ante semejante insinuación, dejen que me explique. Efectivamente, el conjunto dirigido por Doc Rivers no será el próximo campeón de la NBA salvo una sorpresa de gigantescas dimensiones. Esto, no obstante, no es motivo suficiente para pasar completamente por alto a un equipo que goza con los servicios de dos de los mejores jugadores de la Conferencia Oeste. Cuando cuentas con Chris Paul y Blake Griffin en tus filas, soñar está permitido. Y es precisamente este último nombre el que nos ocupa. El ala-pívot, original de Oklahoma, no ha despertado en este curso el interés mediático al que nos tenía acostumbrados. Las dichosas lesiones nos siguen privando de un Griffin que, por condiciones, debería ser un habitual entre la lista de candidatos al premio MVP. No hay más que echar la vista atrás hacia su única temporada sin apenas problemas físicos. Desafortunadamente para los Clippers, y para los aficionados al baloncesto en general, la presente campaña no ha sido una excepción.
Una lesión en la rodilla apartó a Griffin de las canchas durante buena parte de la liga regular, y al mismo tiempo, redujo considerablemente las aspiraciones de su equipo de intentar hacer sombra a los dos grandes titanes del Oeste. ¿Les suena? Lesiones, Los Ángeles Clippers… Desde luego, la franquicia californiana posee el dudoso honor de ser la más destacada en tal infortunio junto a otro conjunto habitual en las puertas de la enfermería, los Memphis Grizzlies. Como se suele decir, las desgracias nunca vienen solas, y además de tener que lidiar con la baja de Griffin, Chris Paul también pasó por consulta. Como es lógico y normal ante la pérdida de tus dos mejores caballos de batalla, el cuadro de Doc Rivers empezó a cosechar derrota tras derrota y en estos momentos, ya con los dos bastiones de vuelta, lucha por agenciarse la cuarta plaza para, al menos, tener ventaja de campo en la primera ronda de Playoffs. Cuando Blake está disponible, los Clippers sonríen.
Pese a la prolongada ausencia del número uno del Draft de 2009, el rendimiento de Griffin no se ha alejado del nivel habitual al que nos tiene acostumbrados desde que debutara en la NBA. El jugador de Oklahoma lidera un año más el apartado de anotación en los Clippers, aunque su juego ha evolucionado temporada a temporada y ahora recurre más a su tiro de media distancia. Con el amanecer de la época del ‘gif’ y el ‘Vine’, se puede tener la errónea concepción de que la estrella de la franquicia angelina era un simple jugador de highlights que basaba su repertorio en saltar por encima de rivales para reventar el aro. Algo muy lejos de la realidad. Simplemente, Griffin no ha podido disfrutar de una deseada continuidad con la que demostrar lo versátil de su baloncesto. Su gran desempeño en los campos de anotación y rebote no dejan ver una característica más de su juego que pasamos por alto y que, tal vez, no esté debidamente explotada por el esquema de Doc Rivers.
En una época en la que una gran parte de los hombres altos domina multitud de facetas del juego, Griffin es uno de esos «elegidos» en el arte de pasar el balón. Quizás no destaque por números (de ahí su infrautilización), pero cuando ha tenido la oportunidad de crear jugadas para sus compañeros ha cumplido a las mil maravillas. Sobresalir en el terreno de la organización ofensiva cuando en tu equipo tienes a grandes «amasadores» de balón como el propio Paul o Jamal Crawford no es tarea fácil. Dejamos para otra ocasión el lanzamiento desde larga distancia, que ha pasado de ser uno de sus talones de Aquiles en ataque a otra arma más en su gran arsenal con un interesantísimo 36% de acierto en lo que va de curso.
Con la salud de nuevo de su parte -al menos de momento-, Griffin está a punto de enfrentarse a otra postemporada más con la franquicia angelina; quizás la que suponga un punto de inflexión a su carrera. Y es que el proyecto ganador de los Clippers puede estar dando sus últimos coletazos. La incapacidad de haber dado el salto definitivo en Playoffs, unida a la dictadura de los Warriors en el Oeste, hacen que la gran hipoteca pagada desde las oficinas dirigidas por Rivers para triunfar de inmediato vaya a lastrar el futuro del equipo. Por si fuera poco, sus dos máximas figuras no tienen asegurada su continuidad. Griffin y Paul pueden renunciar a su último año de contrato y convertirse en agentes libres este mismo verano, y con este punto en cuenta, las próximas eliminatorias por el título cobran aún más importancia. Otro fracaso más en la cuenta de los Clippers puede encender la mecha que dinamite las entrañas de la organización y anime a sus dos estrellas de hacer las maletas para abandonar la cálida California.
Muchos medios apuntan a que Griffin podría tener en mente abandonar el barco para buscar la oportunidad de alcanzar la gloria en otra ciudad. Pretendientes seguro que no le faltarán. Hasta se llegó a especular con su marcha durante el pasado mercado de traspasos para, al menos, poder obtener algo a cambio. Todo pasa por el próximo mes y en qué puedan hacer Blake y compañía en los que pueden ser sus últimos Playoffs en Los Ángeles. Los Clippers han demostrado ser capaces de lo mejor y de lo peor en los últimos años, como la eliminación casi épica a los Spurs o las derrotas ante los rocosos Grizzlies. Y, por lo que parece hasta el momento, agárrense que vienen curvas. Una hipotética primera ronda frente a los Utah Jazz, mejor defensa del campeonato, ya parece dura, pero la posibilidad de verse las caras con los Warriors en semifinales de Conferencia sin duda hace que las opciones de los Clippers se paguen muy al alza en las casas de apuestas. Todo empieza y todo acaba con la conexión Paul-Griffin, la cual va a necesitar la mejor versión de compañeros como Jordan, Crawford o Redick para que una nueva estancia en L.A. luzca apetecible. Los cantos de sirena para regresar a su Oklahoma natal con el fin de reunirse con un tal Russell Westbrook se harán más audibles con la llegada de la época estival.
Pase lo que pase de aquí al verano, lo que predomina, a día de hoy, es el más absoluto silencio, tanto organizativo como a nivel de plantilla. Nadie parece tener en cuenta ya a estos Clippers, quienes, por primera vez desde que este ilusionante proyecto echara a andar, se encuentran muy cómodos en un segundo plano. Con una presión muy reducida al no estar tan señalados por los focos del favoritismo y con una pareja de baile principal más descansada a causa de sus lesiones, ¿podrán dar algún susto estos Clippers? Blake Griffin jugará un papel fundamental en la futura respuesta a esta cuestión. El ala-pívot se juega su futuro, y el de la que aún es su franquicia, en el que podría ser considerado el peor momento de su carrera. Echando mano a los números, esta afirmación parece baladí, ya que aun encontrándose en horas bajas, no pocos serían los equipos que matarían por contar con él en los inminentes Playoffs. Los Clippers necesitan a Griffin. Ahora nos queda por saber si Griffin necesita a los Clippers.
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