La Copa del Rey regresa al Palacio de los Deportes de Madrid –WiZink Center por caprichos del mundo del patrocinio- ocho años después. Casi una década más tarde – y más de 300 partidos entre las distintas competiciones nacionales – el baloncesto español no ha cambiado tanto. O quizá sí. Hagamos un pequeño viaje atrás en el tiempo.
Noches de llantos y alegrías
16 de enero de 2011. Ronda de partidos matinal, apenas media hora después del mediodía. Seis equipos inician la jornada con las esperanzas coperas todavía intactas. Dos horas más tarde el panorama es completamente opuesto para unos y otros.
La mayor fiesta se vive en Valladolid. El Blancos de Rueda no solo asegura su participación en la cita de Madrid, sino que su victoria ante el Baskonia (78-64) le asegura ser cabeza de serie gracias a un balance de 11-6 en la primera vuelta, el mismo que el del conjunto vasco. Bilbao y Valencia – pese a la derrota de este último ante el Estudiantes – acompañarían a los vallisoletanos tras una velada más apacible, mientras el verdadero drama se vivía en Málaga, Badalona y Madrid.
El Joventut sellaría su clasificación ante el CAI Zaragoza pese al arreón final del conjunto maño, que no se jugaba nada. Un logro que rozó con sus dedos el Fuenlabrada. A dos segundos para el final, eran equipo de copa. Parpadeo, canasta de Sergio Llull, nuevo parpadeo, 76-75 para el Real Madrid. En el Martín Carpena, el Gran Canaria 2014 estallaba en júbilo tras recibir la noticia desde el Palacio. Ellos habían solventado con facilidad su trámite ante Unicaja (50-67). Estarían en la Copa. Un sueño que, una vez más –al igual que en esta edición de 2019- se le escapaba al Fuenlabrada en el último suspiro.
Real Madrid y FC Barcelona, como siempre, miraban al resto por encima del hombro, con un balance similar en lo más alto de la tabla (14-3) y el objetivo culminado varias semanas atrás.
La hora de la verdad
El sorteo deparó dos derbis en cuartos de final y un cuadro que ‘invitaba’ a una nueva final entre Real Madrid y FC Barcelona. Ambos habían luchado por el título en 2010 en Bilbao, aquella misma final de los 14.814 espectadores en el Bizkaia Arena y el doloroso – y récord – +19 a favor de los culés.
FC Barcelona y DKV Joventut, por un lado, y Baskonia y Bilbao Basket, por otro, serían los encargados de poner el morbo en aquella ronda inicial. Muy fácil para los blaugranas (86-66), bastante menos para los de Vitoria (76-74), pero ambos pasarían a semifinales.
Les acompañarían Real Madrid, tras sobrevivir al Gran Canaria 2014 –y los 30 puntos de un Jaycee Carroll que reclutarían poco después-, y Valencia Basket, quienes destrozarían sin piedad el sueño de los Eulis Báez, Van Lacke, Slaughter, Nacho Martín y compañía (83-60).
Curiosamente, las semifinales volverían a reunir a los cuatro equipos de la anterior edición, pero con distinto emparejamiento. Baskonia y Valencia –con orden invertido en 2010- serían los rivales de Barcelona y Real Madrid, respectivamente. Dos atractivos duelos, sobre el papel, que, sin embargo, terminarían siendo méritos trámites para placer de los vencedores. Y aburrimiento y desidia en las gradas. Al menos para uno de ellos.
Juan Carlos Navarro borraría cualquier intento de rebelión baskonista con 26 puntos, bien escoltado por Alan Anderson – elegido MVP apenas 24 horas después, con 17 tantos -. 92-73 y los de Ivanovic que regresaban a casa nuevamente humillados después del -28 de Bilbao ante el Real Madrid.
Más sufrió el Real Madrid para doblegar a los de Pesic. Rafa Martínez y Omar Cook fueron una auténtica pesadilla que permitió al Valencia irse al descanso con un buen resultado (27-35).
Sin embargo, la arenga de Messina –si, eran años duros en el seno del club blanco- surtió efecto y el Real Madrid devolvió la bofetada en el tercer cuarto (19-13) y aplicó la estocada final en el último (23-11). Mirotic fue el jugador más valorado de los blancos, con 18 créditos, en un partido en el que también brilló Carlos Suárez, con 16 puntos, y en el que pasaron, con más pena que gloria, Sergio Rodrígurz (cinco puntos) y Ante Tomic (dos puntos).
Por segundo año consecutivo, Real Madrid y FC Barcelona volverían a verse las caras en la lucha por el título.
La gran final
El formato de la Copa del Rey atribuye una condición volátil y azarosa a la competición, cuna de grandes sorpresas y ‘machadas’ a lo largo de la historia.
Aún así, también existe un factor psicológico y el Real Madrid no las tenía todas consigo. Tres derrotas en los últimos dos enfrentamientos ante los blaugranas -incluidas las finales de 2006 y 2010- en un trofeo que no levantaban desde 1993, en La Coruña, con Arlauckas como MVP. Había llovido. Y mucho. La pequeña sequía en liga tampoco ayudaba, mientras el la sala de trofeos del FC Barcelona se llenaba de forma vertiginosa de la mano de Xavi Pascual.
Dudas, complejos, temor. «Vamos a salir al 100%», conjuraban, sin embargo, todos los componentes de la plantilla blanca, antes del partido, mientras el técnico blaugrana destacaba que «será una final bonita» y Juan Carlos Navarro optaba por un cauto «en una final no hay favoritos».
Pero el despertador del Real Madrid volvió a sonar a las seis de la mañana con la canción ‘I Got You Babe’ como un deja vú de enfrentamientos previos.
El FC Barcelona asfixio en su telaraña defensiva al Real Madrid y tan solo la inolvidable primera mitad de Juan Carlos Navarro -con -4 de valoración al descanso- y la insistencia de Tomic evitaron que los blaugranan pudieran tomar el control del partido antes de la primera mitad.
En la segunda, el escolta entró en escena con siete puntos, aunque recaería en Alan Anderson -quien ya había valorado 40 ante los blancos con el Maccabi- y Víctor Sada el honor de dar la puntilla al eterno rival a comienzos del último cuarto y gestionar las diferencias hasta el 60-68 final.
La desidia y los fantasmas del pasado volvieron a hacer acto de presencia. Un equipo frustrado y entregado, en una situación que refleja a la perfección la actuación de Sergio Llull aquella noche: cero y -2 de valoración.
El FC Barcelona revalidaba el título con un sabor especial: poner punto y final a una hegemonía de más de medio siglo del Real Madrid, con quienes empataban en lo más alto del palmarés de la Copa del Rey, con 22 entorchados -aunque poco duraría la gesta, con cinco títulos de los blancos en las seis siguientes ediciones-.
Actualidad
Ocho años después, Madrid vuelve a vestirse de gala para recibir la fiesta de la Copa del Rey. Curiosamente, los tres equipos que lideran la clasificación son los mismos que aquel año y en el mismo orden (FC Barcelona, Real Madrid y Baskonia), y el último cabeza de serie, una de las sorpresas de la temporada (Valladolid en 2011, CB Canarias en 2019).
En aquella ocasión, el FC Barcelona revalidaría el título, aunque en una dinámica muy diferente a la actual. El Real Madrid clamará venganza y buscará recuperar el cetro de la mano de un Pablo Laso coleccionista de trofeos.
Mientras tanto, los Baskonia, Valencia, Tenerife, Unicaja, Joventut y Estudiantes tratarán de aprovechar sus respectivas oportunidades y protagonizar ese sorpresa que devuelva a la Copa -y que tanta falta le hace- el denominativo de ‘Torneo del K.O.’, con las mil y unas sorpresas que inundan el recordatorio colectivo.
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