LeBron James llevó su talento a South Beach hace siete años, junto con Chris Bosh y Dwyane Wade para formar uno de los primeros «super equipos» del siglo XXI. Durante ese mismo periodo de tiempo, los Miami Heat ganaron dos títulos, lo que justifica plenamente la decisión de James de salir de los Cleveland Cavaliers al estar en pleno proceso de autodescubrimiento y, en su lugar, unirse a un equipo con las mayores probabilidades de convertirse en campeón de la NBA.
El movimiento no pasó desapercibido para otras franquicias de la NBA. Desde que James dejó Cleveland, el campeonato de la NBA ha sido ganado por otros tres equipos que han seguido de forma similar el liderazgo de los Heat, incluyendo a los Golden State Warriors, que ficharon a Kevin Durant y rápidamente derrotaron a los Cavaliers de Lebron.
Después de sus cuatro años con los Heat, Lebron James volvió a casa y lideró al equipo en la Conferencia Este hasta llegar a tres finales consecutivas de la NBA. Y ni siquiera incluimos a los Boston Celtics, que formaron el super equipo original con Paul Pierce, Kevin Garnett y Ray Allen hace más de una década. La formación de estos grandes equipos no estuvo influida por el draft de la NBA ya que el único objetivo es construir una plantilla que aspire a ganar el campeonato.
Para los que no estén familiarizados con el draft, a los peores equipos de la liga se les asignan los quince primeros puestos en cada draft de la NBA, con el propósito expreso de conseguir una de las mejores promesas que dé el impulso necesario para conseguir mejores resultados en las próximas temporadas. Desde Larry Bird a Michael Jordan, Patrick Ewing a Vince Carter, e incluso LeBron, el draft ha formado parte durante mucho tiempo de la construcción de equipos de gran calibre.
En los últimos años, el evento del draft ha pasado a ser más espectacular que instrumental. Hay un gran número de equipos que se deshacen de jugadores para tener mayor margen salarial y poder fichar suficientes jugadores de alto nivel para competir contra los Cavaliers o los Warriors, los dos mejores equipos de la liga.
Los Angeles Lakers, un equipo que ha hecho la segunda elección en los últimos tres años, dejó su elección de 2015 (D’Angelo Russell) para tener la oportunidad de fichar a Paul George de los Indiana Pacers, mientras que los Minnesota Timberwolves descartaron varias elecciones y a Zach LaVine, uno de los jugadores más atléticos de la NBA, para conseguir a Jimmy Butler y tener la oportunidad de acabar en lo más alto de la Conferencia Oeste.
Sin embargo, las finales de la NBA apenas sufren cambios con unos Golden State Warriors que están presentes en la mayoría de ellas. Toronto Raptors fue la gran sorpresa en 2019, pero tampoco es un equipo logrado a base de elecciones de draft.
Hay una mentalidad cortoplacista que parece haberse implantado en muchos equipos de la NBA, y como tal, la proliferación de mandatarios que creen que la única manera de ganar no es a través del desarrollo de jóvenes promesas, sino con la creación de un equipo lleno de estrellas.
Esto nos lleva a preguntarnos, ¿cuánto tardarán Kristaps Porzingis o Luka Doncic en salir de Dallas Mavericks para formar un equipo contendiente a ganar la NBA? Oklahoma City Thunder fue la última franquicia que intentó construir su equipo desde cero: Serge Ibaka, James Harden, Russell Westbrook y Durant fueron elegidos en la primera ronda del draft, y mientras el equipo se moldeaba alrededor del triunvirato de las superestrellas (con Ibaka como pieza de unión que cualquier equipo requiere), los Thunder parecían destinados a la supremacía de la NBA.
Todo cambió cuando Harden e Ibaka fueron intercambiados, Durant se fue por su propia voluntad, y solo Westbrook, que fue recientemente nombrado MVP de la NBA, decidió quedarse hasta el verano de 2019. Las opciones de Oklahoma City Thunder para hacerse con el anillo de 2020 son muy reducidas, teniendo una cuota 67 en las apuestas de la NBA de Betway. Esta cuota ha sido seleccionada y confirmada a día 25 de junio.
El experimento de los Thunder fue una lección para otros equipos de la NBA. Construir un contendiente a la vieja usanza requiere una paciencia que pocos están dispuestos a soportar y el futuro de la NBA está destinado a ser controlado por aquellos equipos que puedan convencer a suficientes superestrellas para unirse a sus filas.
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