Leyenda absoluta en Davidson, de la que es líder histórico en número de victorias, años y partidos dirigiendo al programa, Robert McKillop es venerado por los estudiantes de aquella universidad casi como una deidad, ya que, además de sus numerosos éxitos deportivos, sus jugadores alcanzan un 95% de consecución a nivel académico, lo que le avala no solamente como un gran entrenador, sino también como un excelente y exigente tutor. No obstante, para una inmensa mayoría de seguidores, Bob McKillop no pasará a la historia por todos esos logros, sino por un detalle mucho más nimio y a la vez trascendente: haber sido el entrenador universitario de Stephen Curry.
Sin embargo, basta con dar una rápida ojeada al palmarés de McKillop para hacernos una idea de la dimensión que alcanza su figura como entrenador:
- Siete veces entrenador del año de la Southern Conference (SoCon)
- Once campeonatos de liga regular de la SoCon
- Siete campeonatos de conferencia en la SoCon
- Siete presencias en el campeonato nacional
- Cuatro invitaciones al NIT
- Balance de 634 victorias por 380 derrotas
Pero, aparentemente, nada de esto importa. Y es que los nombres de Bob McKillop y Stephen Curry están indisolublemente ligados para los anales de la historia desde el mismo momento en que el jugador aceptó la oferta de reclutamiento de aquel modesto programa. Nadie, ni siquiera los propios protagonistas, podían imaginar cómo aquella decisión iba a cambiar el destino de todos, especialmente el de Bob McKillop y por ende de la propia universidad. Esa relación se forjó en 2007 y dio inicio a una de las épocas más gloriosas del programa. Con Curry liderando al equipo y sorprendiendo al mundo, apenas una temporada después de su llegada lograron alcanzar el “Elite Eight” tras dejar en el camino nada menos que a Gonzaga, Georgetown y Wisconsin. Esto significó el punto álgido de la carrera de Bob McKillop como entrenador y el despegue de una carrera estelar para Stephen Curry como jugador, que es la gran estrella que hoy en día conocemos gracias, en parte, a Bob MCKillop, el técnico que explotó sus virtudes y empezó a minimizar sus defectos; quien diseñó el primer prototipo del excelso tirador que machaca sin piedad las canastas rivales; el arquitecto, constructor y diseñador de la versión inicial de uno de los mejores jugadores de la historia.
Pero la carrera de este mítico entrenador no se circunscribe a su estrecha relación con la actual estrella de la NBA. Es mucho más amplia y comienza mucho antes…
Nacido en 1950 en Nueva York, sus primeros años transcurren entre los distritos de Queens y Long Island, donde tuvo su primer contacto con el baloncesto. McKillop inició su carrera universitaria en la universidad de East Carolina, pero pronto solicitó el transfer a Hofstra. Allí fue nombrado MVP del equipo, lo cual significó todo un éxito para él. Pero no fue lo más importante. A nivel personal valoró mucho más haber conseguido la licenciatura de historia, un logro académico que posteriormente continuaría exigiendo a todos los jugadores a los que entrenó. Al finalizar su periplo universitario, en 1972 probó fortuna como profesional, pero lo único que consiguió fue un breve contrato como agente libre con los Philadelphia 76ers que no duró demasiado.
En vista de que su futuro profesional como jugador era bastante incierto, por no afirmar categóricamente imposible, aceptó una plaza como profesor de historia en un instituto de Long Island, al tiempo que se hacía cargo también del equipo de baloncesto. Un balance de 86 victorias por 25 derrotas llamó la atención de los responsables de la sección de baloncesto de la universidad de Davidson, donde fue contratado como entrenador asistente en 1978. Este primer paso por el banquillo de los Wildcats solamente duró una temporada, ya que al año siguiente volvió a Long Island como primer entrenador en otro instituto diferente. En los diez años que ocupó ese cargo, logró nada menos que cinco campeonatos estatales y un balance total de 182 victorias por 51 derrotas. Había llegado el momento de dar el salto.
Y ese salto le llevó de nuevo a Davidson, pero esta vez ya como primer entrenador. Fue en el año 1989, y tras una primera temporada titubeante (4 – 24), pronto empezó a construir un programa sólido, a instaurar una cultura y a dejar su impronta. Como hemos visto al inicio de este artículo, sus números lo dicen todo. Sus éxitos le avalan. En 2014 la cancha en la que disputan sus partidos los Wildcats fue bautizada, precisamente, como McKillop Court, lo cual es una clara muestra del prestigio y reconocimiento que adquirió como entrenador.
La pasada temporada, la 21-22, anunció su retirada. Tras él deja una estela de éxitos deportivos, pero su legado va mucho más allá. Tiene varios libros escritos a modo de testamento deportivo, los cuales resultan muy clarificadores acerca de su visión y mentalidad sobre este deporte. Aunque poco conocido por el gran público, lejos de la notoriedad de otros colegas como Roy Williams, Jay Wright o Mike Krzyzewski, quizá por haber entrenado en una universidad mid-major y no haber conquistado nunca un campeonato nacional, lo cierto es que es una figura muy relevante para el baloncesto que merece la pena conocer. Sirva este pequeño artículo a modo de homenaje… o de introducción.
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