Para la gran mayoría de expertos en el mundo de la televisión, el comienzo de la telebasura en España tiene una fecha y un hecho claramente marcado: El dramático caso de los asesinatos de las niñas de Alcasser, en 1992. La cobertura que las cadenas privadas realizaron de este impactante suceso, recreándose en el dolor de la familia y el morbo sin control, supuso el pistoletazo de este repulsivo genero, que sin prisa pero sin pausa invadió la oferta de las distintas cadenas de televisión hasta convertirlas, con la inestimable ayuda de la TDT, en el vertedero actual -en general- en el cual retozan las masas cual cerdos en una cochiquera.
Pues bien, nuestro pequeño universo baloncestistico asiste estos días al nacimiento de un nuevo subgenero, con ambiciones más modestas y un telón, afortunadamente, mucho menos dramático, pero que también huele que apesta: Las retransmisiones basura.
Los encuentros que está emitiendo Mediaset (si, aunque sean jodidamente escasos, no son leyendas urbanas) han hecho levantarse a los aficionados de este santo deporte, que, si bien no son tan numerosos como otros, si son los suficientes como para conseguir un buen puñado de trending topics.
Los sufridores de la pelota naranja hemos disfrutado ( y sufrido) muchos tipos de narraciones en las últimas décadas: Valientes, aburridas, técnicas, deliciosas, plomizas, innovadoras… Seguro que el buen tele espectador sabe ponerle rostro a cada uno de estos estilos, y a ellos encomendamos esa misión.
Sin embargo, nunca nos habíamos encontrado nada como Siro López.
O al menos, del Siro López de 2014. Un tipo que, se supone, retransmitió baloncesto hace años, y del cual parece que poco queda. Durante los dos jornadas que llevamos hasta el momento, Siro ha prendido las redes sociales -y de que forma- con su particular forma de retransmitir el torneo mundialista. Nombres de jugadores equivocados de forma reiterada, burlas a los rivales, victimismo barato, gritos cual Tarzán fuera de sí tras un mate patrio, imitaciones al añorado Montes… Pero, sin duda, lo que ha causado más indignación entre aficionados e internautas, es la sensación de tener al enemigo en casa. Continúas expresiones futboleras (al segundo palo, eso parecía un centro…) aderezada con rumores sobre el mercado veraniego, teniendo, como colofón, referencias a personajes puntopeloteros que convierten las narraciones en un salsa rosa, como la increíble y absurda farsa en torno al periodista de As, Tomás Roncero y su parecido con el entrenador egipcio.
Todos estos ingredientes nos han dejado un plato que amarga, y de que manera, una cita histórica que promete vértigos y un buen número de infartos. Y no solo por lo que suceda en la cancha.
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