Jugó en una época caracterizada por los viejos y fríos pabellones, con marcadores de tanteos bajos, donde el viajar en aviones de primera clase era un espejismo y recorrer el país se hacía en destartalados autobuses y donde, generalmente, debías disponer de un trabajo extra para poder llegar a final de mes. Jugó por amor al juego, simplemente. Considerando a George Mikan como la primera gran estrella que generó el baloncesto, en su época también hubo otros pioneros, generalmente olvidados para el público en general, jugadores como Joe Fulks, Neil Johnston, Paul Arizin, Bob Davies y Dolph Schayes. Uno de los pioneros de la NBA, Dolph Schayes fue un jugador total de su época, un pívot que entendía a la perfección los secretos del juego, con una gran visión y con un efectivo lanzamiento de larga distancia, a dos manos, parado, cuando la gran mayoría ya empezaba a emplear el tiro en suspensión. Muchos lo describieron frecuentemente como “El Larry Bird de Syracuse”, ciudad donde es una leyenda. Miembro del Hall of Fame, 6 veces incluido en el mejor quinteto de la NBA y otras 6 en el segundo, 12 veces All-Star, Campeón en 1955 y elegido uno de los 50 mejores de la historia, ayudó al desarrollo de la NBA durante sus primero años de vida.
Hijo de inmigrantes rumanos, nació en 1928 en pleno Bronx, empezando pronto a hacerse un nombre en el mundo del baloncesto neoyorquino, jugando en los playgrounds callejeros y en New York City University, en el mismísimo Madison Square Garden. “El Madison era la capital del baloncesto en aquella época. Cada partido en la década de los 40 vendía todas las localidades y fue una de las grandes influencias en mi vida el poder jugar en el Madison delante de 8.000 personas a la edad de 16 años”. En tiempos de la Gran Depresión, se las apañaba para conseguir un dinero extra haciendo tareas de lavandería. A la hora de dar el salto al profesionalismo, dos franquicias se interesaron por él, los New York Knicks, entonces en la BAA, y los Syracuse Nationals, de la NBL. Optó por la oferta de los Nationals, superior económicamente, puesto que en aquel momento pensaba que el baloncesto como deporte profesional no duraría demasiado tiempo, comenzando un vínculo con los Nats de 14 temporadas consecutivas y una última cuando se mudaron a Philadelphia.
En su segunda temporada como profesional la BAA y la NBL se fusionaron, dando origen a la actual NBA, la cual se componía entonces de 17 equipos repartidos en 3 divisiones. Para entonces, su impacto en el equipo ya era un hecho, siendo el sexto máximo anotador del campeonato y guiando a los Nats a un récord de 51-13. Tras deshacerse de Warriors y Knicks en playoffs, alcanzarían sus primeras Finales ante los intratables Minneapolis Lakers, cayendo en 6 partidos. Había alcanzado las Finales en su segundo año como profesional y solo le costaría otros cuatro el volver a jugarlas. En ese tiempo se convertiría en un prolífico anotador y en un jugador total. Aquel año también tuvo el honor de ser titular en el primer All-Star de la historia, anotando 15 puntos y capturando 14 rebotes.
Su segunda oportunidad de conseguir el campeonato le llegó en 1954, tras acabar con un récord de 42-30. Tras dejar en la cuneta a Boston, de nuevo los Lakers de Mikan esperaban en la Final, arrebatándoles de nuevo el anillo por 4-3. Schayes ya era un jugador dominante en el campeonato, con dobles dígitos en puntos y rebotes, además de ser el segundo mejor jugador en porcentaje de tiros libres. Además, siempre esquivaba cualquier tipo de lesión, lo que le llevó a no perderse ningún partido entre febrero de 1952 y diciembre de 1961. Se convirtió en el referente de los Nats, instalados en una ciudad pequeña, con un mercado limitado y que tenía que competir con ciudades más grandes. “La gente se volvía loca cuando derrotábamos a los Knicks o a los Celtics. Y lo hacíamos la mayoría de las veces. Éramos como estrellas de rock”.
La gran oportunidad para Schayes y los Nats llegaría en la temporada 1954-55, con la retirada de George Mikan, el gran dominador de aquellos primeros años. Aquella temporada también fue decisiva en el posterior desarrollo del juego gracias a la introducción del reloj de posesión de 24 segundos, invención llevada a cabo por Danny Biasone, propietario de los Nats. Con Al Cervi como entrenador y compañeros como Paul Seymour, Red Rocha y George King, los Nats se plantarían en su tercera Final ante los Fort Wayne Pistons. Aquellas Finales fueron posiblemente las mejores que se recuerdan de aquellos primeros años de vida de la NBA, con peleas entre jugadores, ataques a los árbitros, pabellones llenos y partidos decididos por un margen de puntos muy pequeño, jugados a un ritmo frenético que hasta entonces no se había conocido, resultado de la aparición del nuevo reloj de posesión. Las Series llegaron al séptimo partido donde los Nats y Schayes se alzaron con el triunfo por un apretado 92-91, un gran triunfo para una pequeña ciudad como Syracuse, olvidando las decepciones de 1950 y 1954. Era el triunfo de un equipo competitivo, que giraba en torno a la figura de Dolph Schayes y a la defensa colectiva. “Nuestro éxito residía en que si llegábamos al tercer o último cuarto 10 puntos abajo en el marcador, sabíamos que podíamos ganar el partido a base de apretar al contrario”.
El dar a cada miembro de la plantilla un anillo de campeón, fue algo que la NBA implantó unos años después. Pero Schayes tuvo su anillo. En una visita a su compañero de equipo Johnny Kerr, se dio cuenta de que éste llevaba un anillo de Campeón de 1955 y le preguntó de dónde lo había sacado. Éste le contestó que se lo había fabricado una compañía de Connecticut, así que Schayes hizo lo propio y consiguió su anillo por 8.000 dólares.
Los años posteriores vieron el incremento en los promedios anotadores tanto colectivos como individuales. Schayes siempre se mantendría entre los mejores en ese apartado, promediando más de 20 puntos en cada temporada. Con él al frente, los Nationals siempre se mantuvieron entre los equipos punteros del campeonato, pero nunca más volverían a ganar un anillo, ni tan siquiera pudieron disputar otras Finales. El compartir Conferencia con equipos como New York o Philadelphia y, sobre todo, el comienzo de la supremacía de los Celtics, hicieron que el equipo no pudiese llegar más allá de las Finales del Este. Jugadores como Bill Russell o Wilt Chamberlain dejaron en un segundo plano los últimos años de Schayes como profesional.
A comienzos de la década de los 60 la carrera de Dolph Schayes comenzó su declive. Lastrado por una lesión en su mandíbula en 1962, sus niveles de anotación empezarían a descender bruscamente, a lo que se sumaba un proceso de renovación en la plantilla, donde Hal Greer ya era el referente y nuevo ídolo de la afición. Así, para la temporada 1963-64, los dueños del equipo decidieron trasladarlo a una ciudad más grande y con un mercado más atractivo como Philadelphia. “La publicidad en aquella época no era nada. Syracuse y Fort Wayne eran los dos mercados más pequeños de la NBA por aquel entonces. Si abrías cualquier periódico, con suerte podías encontrar un párrafo en la sección de deportes. Y, además, no había televisión”. Schayes ejercería labores de jugador-entrenador, disputando tan solo 24 partidos. Tras caer eliminados en la primera ronda de playoffs y contando con 36 años de edad, decidió colgar las botas definitivamente.
Para comprender la grandeza e importancia de Dolph Schayes en aquellos primeros años de vida de la NBA, baste decir que, en el momento de su retirada, era el segundo anotador histórico con 18.438 puntos, el jugador que más partidos había disputado, con un total de 1.059 y el primer jugador en alcanzar la cifra de 15.000 puntos anotados.
Los años posteriores su vida siguió ligada al baloncesto, continuando dos temporadas más como entrenador de los 76ers. En la 65-66, con Chamberlain como figura, guió a Philadelphia a un récord de 55-25, la mejor marca de la franquicia hasta entonces. Ello le valió para ser nombrado Entrenador del Año, pero los inaccesibles Celtics acabaron con el sueño de Philadelphia en playoffs. Sería relevado por Alex Hannum en el banquillo quien, irónicamente, conseguiría el anillo con los 76ers ese mismo año.
Múltiples generaciones han crecido sin conocer la figura de Dolph Schayes o la existencia de los Syracuse Nationals. La NBA se ha expandido hasta convertirse en un gigante a nivel global, hasta el punto de que sería impensable que un equipo residiese en Syracuse hoy en día. Pero, para Schayes, eso es precisamente lo que hacía a Syracuse destacar sobre otras franquicias del baloncesto. “Los aficionados que tuvimos eran muy leales y amaban al equipo porque les hacía sentir grandes. Éramos una especie de David contra Goliath”.
“Fui uno de los primeros jugadores interiores con la capacidad de alejar del aro a los grandes pivots de entonces, gracias a que me movía constantemente, porque el baloncesto es un deporte de movimiento. Lo que me hacía especial era mi lanzamiento exterior y mi capacidad para penetrar a canasta. Muy simple y muy efectivo, eso es todo lo que necesitabas en el baloncesto, un par de cosas sencillas para ser un gran jugador”.
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