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Análisis

Cuando el baloncesto dejó de ser para gigantes

¿En qué consiste el cada vez más famoso y utilizado Small Ball? Nos acercamos a la tendencia que está cambiando la NBA moderna

small ball
Wikimedia

¿Por qué en la NBA las cosas cada vez suceden más rápido?, ¿Por qué los jugadores de hoy en día meten triples como churros?, ¿Por qué hay equipos que juegan con una superioridad digna de los Harlem Globe Trotters?, ¿Por qué el MVP de la liga es un base? Estas serían las preguntas que se haría cualquier aficionado a la NBA al que hubieran criogenizado 10 años y se acabase de despertar. Hay una corriente de pensamiento táctico que está consiguiendo cambiar la inercia de la competición de un modo increíble. Al igual que Superman conseguía que la tierra rotase al revés, el “Small Ball” está consiguiendo que se tambaleen las tendencias tradicionales de juego, intentando acabar con el reinado de los grandes Pívots, pero….

¿Qué es el Small Ball?

Sistema de juego también conocido como “jugar con un falso 4”. Ese supuesto falso pívot, suele ser un 4 abierto que en realidad es un 3, y que aprovecha su superior velocidad y tiro exterior para superar a rivales más grandes. Dicho jugador, debe tener capacidad para rebotear y defender hombres más grandes que él en el poste bajo.El sistema que se caracteriza por jugar sin un juego interior “real” y con un quinteto más bajo, está especialmente pensado para correr más, tanto en ataque como en defensa, y mejorar la circulación de balón. El Small Ball ofrece al entrenador la posibilidad de incrementar su anotación sustancialmente (caso de contar con buenos artilleros)  pues si se ejecuta bien, ofrece constantes posibilidades de tiro exterior en buenas posiciones. También constituye  una alternativa sencilla si tu equipo no dispone de hombres altos de calidad.

Tiene como puntos débiles:

  • Teórica inferioridad en el rebote
  • Mayores dificultades en la defensa de poste bajo
  • Desgaste físico alto

Tiene como puntos fuertes:

  • Imprime velocidad y ritmo de juego altos. Circulación de balón dinámica y fluida, así como contraataque siempre que sea posible. Cuanto más tiempo se esté corriendo, mejor. Si el equipo rival detiene el ritmo de partido y los ataques se vuelven más estáticos, el equipo sufrirá en ataque y en defensa.
  • Capacidad de sacar a los hombres altos rivales de la zona y así generar espacios.Los pívots altos, se ven forzados a salir a defender al exterior a sus pares, que son más rápidos y tienen capacidad de anotar con fiabilidad desde el perímetro
  • Presión defensiva comenzando en líneas de pase, evitando que el balón llegue a los pívots rivales, donde hay supuesta inferioridad por tener interiores más pequeños. Así se consigue el agotamiento del pívot alto rival que debe hacer esfuerzos extra para poder recibir balón.
  • La presión defensiva en líneas de pase genera robos de balón que se traducen en rápidos contraataques que son difíciles de defender por un equipo que se encuentra en medio de un sistema de ataque estático, pues el balance defensivo les coge en posición muy atrasada como para llegar a defender a tiempo.
  • Anotación exterior, que debe ser condición sin ecuánime para que el sistema funcione. La gran mayoría de los jugadores (o todos) deben tener capacidad de tiro exterior, pues la mayor parte de los puntos llegará desde fuera.
  • Verticalidad y gran movilidad. Todos los jugadores corren con y sin balón.
  • El hombre más alto del quinteto debe ser inteligente y buscar los huecos que van a generarse por las ayudas que hay que realizar para intentar detener la rápida circulación de balón y los tiros exteriores. Esos huecos le generarán canastas fáciles en las inmediaciones del aro rival. También debe ser un buen pasador para doblar el balón cuando reciba un 2 contra 1 en el poste, buscando al jugador exterior al que la ayuda haya dejado libre de marca.

Hal Wissell, antiguo entrenador colegial que ejerció en la NBA de asistente, ojeador y entrenador técnico, entre otras cosas, fundamenta la instauración del Small Ball con estos dos factores:

  • Adopción general de estrategias basadas en análisis. (usar las tácticas que estadísticamente ofrecen mejores resultados)
  • Fracaso en desarrollar jugadores altos talentosos.

Si nos ceñimos al primer factor, podríamos afirmar con bastante seguridad que la instauración de dicho sistema, responde a un determinado periodo dentro de un ciclo que empieza y termina. Los fines de ciclo vienen marcados por la necesidad de cambio de tácticas, técnicas y procedimientos  por parte de los entrenadores, en sus intentos de mejorar las aspiraciones de sus equipos. Varias décadas de dominio de equipos que contaban con hombres altos de mucha calidad (Abdul-Jabbar, Ewing, Olajuwon, Robinson, O´Neal, Duncan, Garnett, Gasol, etc.) y la posterior carencia de ellos en los Drafts, forzaron a las mentes privilegiadas de la liga a buscar soluciones del “David contra Goliat”

En cuanto al segundo factor, la poca presencia de hombres altos cualificados en las elecciones del draft, obedecía al tremendo cambio de tendencia que sufrió la liga, en cuanto a la idealización de jugadores se refiere. Cuando yo era pequeño, algunos querían ser como Michael Jordan, otros como David Robinson, y algunos como Jason Kidd. La cosa en cuanto a aspiraciones se refiere, se repartía equitativamente entre el “Frontcourt y el Backcourt”. Años después, todo el mundo quería ser Kobe Bryant o Lebron James, y eran pocos los que querían ser como Tim Duncan. Los trabajosos y poco espectaculares fundamentos interiores y la defensa, obviamente no eran tan atractivos como volar varios metros para hundirla con fuerza en el aro, o tirar triples en suspensión cayendo hacia atrás de esos que deciden partidos sobre la bocina. La consecución de logros personales y reconocimiento público, comenzó a ser prioritario para los jóvenes y con ello, la cantera de pívots veía como se resquebrajaban parte de sus cimientos.Comenzaba la época de “sequía de pívots” y con ella se formaba el caldo de cultivo definitivo para los sistemas de juego de hombres más pequeños. El “maldito Small Ball” (como lo llama Charles Barkley cariñosamente) había llegado para quedarse.

Según Mike D´Antoni, la implantación del sistema en cuestión, se debe más al incremento del acierto del tiro de larga distancia, que a la pérdida de calidad o escasez de hombres altos. Realmente yo creo que una cosa lleva a la otra y viceversa. Según palabras del técnico: “No tiene sentido tirar triples por tirar, pero ahora que los porcentajes de tiro de tres de los jugadores, son superiores al 40%, estadísticamente es mejor opción que darle un pase a un interior. Pero D´Antoni no cree que sea el final de los pívots: “Simplemente las jugadas comenzarán con los hombres grandes haciendo pantallas lejos del aro, para así iniciar las jugadas”. Alejar al “Center” de la zona, implica que si no se adapta y desarrolla un tiro solvente desde la media/larga distancia, sus probabilidades de su empleo ofensivo se ven muy reducidas.

Llegada la hora inevitable de tener que hablar de los equipos que lo fueron introduciendo sucesivamente como “modus operandi”, tenemos que caer en nuestra primera y única contradicción temporal de todo el artículo, que nos viene impuesta de manera taxativa por los Bulls de Michael Jordan y Phill Jackson, pioneros en remar a contracorriente hace casi 20 años. En una época dominada por equipos con hombres altos, los Bulls del segundo “Threepeat” establecieron el récord absoluto de victorias en una temporada (72) jugando durante muchos minutos con un quinteto singular que sorprendía a propios y a extraños. Aunque Jackson contaba con auténticos “Leñadores” como Luc Longley o Bill Wennington, los que se batían el cobre en la pista la mayor parte del tiempo, eran Michael Jordan, Scottie Pippen, Tony Kukoc y Dennis Rodman, alternando de base a Ron Harper o Steve Kerr, dependiendo de las necesidades del momento. Precisamente sería este último, el mayor precursor del resurgir del sistema en nuestros días como luego veremos.

Aquellos cuatro jugadores con tanta movilidad, versatilidad, capacidad defensiva y tiro, eran una auténtica pesadilla para las defensas que sufrían lo indecible para hacer ajustes y recuperar posiciones en los balances. La presión constante en líneas de pase forzaba en sus rivales, error tras error que convertían en robos y veloces contraataques en los que todos corrían como postas. Además no hay que olvidar que tenían al mejor jugador del mundo, y como tal, aparte de ser un anotador descomunal, generaba muchos espacios, provocados por los 2 contra 1 a los que era sometido constantemente por los rivales en sus desesperados intentos por detenerle. Esas ayudas defensivas se traducían en superioridades numéricas en el otro lado de la pista, las cuales muchas veces no hacía falta materializar, dada la monstruosa capacidad resolutiva del señor Jordan.

A la diestra de Jordan estaba el señor Scottie Pippen, probablemente el mejor defensor individual exterior de la liga (con el permiso de Jordan) y el compañero perfecto para el 23 de los Bulls, pues podía subir el balón mejor que muchos bases, tenía un más que fiable tiro, era agresivo de cara a canasta y otras muchas condiciones que le hacían ser una estrella a la sombra de otra mayor. Un gregario de lujo, como dicen los entendidos. A la siniestra (por aquello de la zurda) “la pantera rosa”  Tony Kukoc, se adelantaba a su tiempo, mostrándole al mundo como debía ser el prototipo de jugador que encarnase el rol de “4 abierto”. Alto, ágil, elegante y con un tiro demoledor, tampoco le planteaba ningún problema el tener que subir el balón y jugar al poste la siguiente posesión.

La defensa sobre ataques posicionales más estáticos, debería haber sido uno de sus talones de Aquiles, pero la gran baza de los Phill Jackson era el controvertido y polémico Dennis Rodman. Se le pueden reprochar muchas cosas a Rodman, pero su voluntad y capacidad defensivas están por encima de todas ellas. Con escasos 2 metros, Rodman ha sido capaz de anular y desesperar a auténticas bestias como Shaquille O´Neal, Karl Malone, Alonzo Mourning o Shawn Kemp. Su ausencia total de necesidad de anotar para sentirse realizado le convirtió en el complemento perfecto. Con el “gusano” cerrando el camino al aro, Jordan ejerciendo de dominador absoluto y Pippen alternándose con Kukoc para jugar hasta en 4 posiciones diferentes, lo de menos era quien subiera el balón. Aún así y como guinda para el pastel, Steve Kerr (uno de los protegidos de Jackson) resultó un arma perfecta desde el perímetro, mostrándose como un certero tirador que aún hoy conserva el récord histórico en porcentaje de tiros de tres.

El resultado final fueron tres anillos consecutivos con total y absoluta superioridad sobre el resto de equipos de la liga. Pero Jordan se fue y los Bulls se desmantelaron. Con ellos desapareció momentáneamente el sistema y la liga volvió a estar dominada por equipos con kilos y centímetros en la zona.

No hace mucho tiempo, optar por jugadores físicamente inferiores era prácticamente un suicidio, por lo menos en los playoffs. Los equipos que contaban con “Torres” conseguían campeonatos con tremenda superioridad y miraban con desprecio a los primeros precursores del falso 4. Tex Winter, que paradójicamente fue asistente de Phill Jackson, decía que: “Small Ball es un concepto interesante, hasta que llegas a playoffs”.

Los Spurs con Robinson y Duncan (1999, 2003, 2005,2007 y 2014), los Lakers con O´Neal (2000, 2001 y 2002), los Heat con O´Neal (2006), los Pistons de Rasheed y Ben Wallace (2004), se reparten la mayor parte del pastel en los siguientes 15 años, dejando como excepción a los Mavericks de Nowitzky (2011) y a los Celtics de Garnett (2008) que no llegaron nunca a tener Pívots puros de calidad, pero aún así, no los hicieron desaparecer de las rotaciones.

Como excepción especial aparte, están Los Lakers de Phill Jackson que fueron campeones en 2009 y 2010, saliendo de inicio con Gasol y Bynum, pero jugando la mayor parte del tiempo con Odom de 4 abierto y sólo uno de los dos pívots, generalmente Gasol.

Algunos equipos intentaron volver a jugar con quintetos pequeños como plan de contingencia contra los equipos dominantes, pero no todos tuvieron éxito ni mucho menos.  Los más destacados fueron los Golden State Warriors de Don Nelson y los Phoenix Suns de Mike D´Antoni.

Los Warriors de Don Nelson en la temporada 2006-2007, llevaron el concepto a una nueva dimensión, llegando a jugar con Stephen Jackson (alero de 2.03m) como ala-pívot abierto, y al Harrington (ala-pívot 2.06) como hombre más alto, ambos poseían buena mano desde el perímetro.Completando el quinteto con Baron Davis, Monta Ellis y Jason Richardson, consiguieron llevarse por delante en 1ª ronda de playoffs a los Dallas Mavericks de Nowitzky, que eran los primeros clasificados de la conferencia Oeste.

Los Suns de D´Antoni, que jugaban con Nash, Barbosa, Joe Johnson, Diaw y Stoudamire, eran puro espectáculo y fueron los precursores del “Run & Gun”, enamorando a una generación bajo la batuta del mago canadiense.

Estos equipos, causaron un gran impacto en el juego, pero nunca llegaron a ser serios candidatos al título. El motivo principal era que el desgaste acumulado de la temporada que provoca el Small Ball, unido al intenso ritmo de playoffs, favorecía a los equipos más estáticos (ofensivamente hablando) y con mayores rotaciones.

Corría el año 2010 y sonaban trompetas de cambio. Lebrón cogía las maletas rumbo a Miami, harto de ser un rey sin corona, pero en su primer año de tripleta con Wade y Bosh, son derrotados en las finales por los Mavericks de Nowitzky, que con Tyson Chandler, Brendan Haywood, Ian Mahinmi y el propio Dirk, fueron muy superiores al juego interior de Miami (Bosh y Joel Anthony) y anularon el efecto del “Big Three”. Erik Spoelstra aprendió la lección y pasó a jugar con Bosh de 5 abierto, rotando como 4 a Shane Battier o al propio James.

Miami ganó los dos siguientes años (2012 y 2013) llevando el Small Ball de nuevo a lo más alto, hasta que San Antonio (curiosamente un equipo de tradicional presencia interior), de la mano del maestro Popovich, da un giro de 180 grados a su planteamiento táctico y combate el fuego con el fuego.La sorpresa inesperada fue el cambio de Tiago Splitter por Boris Diaw yel resultado fue la eliminación de los Heat de Lebrón en 5 partidos, dando una de las mejores lecciones de juego colectivo de la historia. Erik Spoelstra y el “Big Three“aprendían su 2ª lección en 4 años.

Por aquel entonces, los Golden State Warriors, a las órdenes de Marc Jackson, ya gestaban un embrión del exitoso proyecto del que hoy en día disfrutan. Pero fue la llegada de Steve Kerr, conocedor del sistema de primera mano, la que catapultó al equipo a lo que es actualmente, logrando el anillo en su primera temporada, de manera brillante.

Kerr sabía que había dos condiciones indispensables para que el sistema triunfase de nuevo. El primero era tener un jugador fuera de serie que supusiese una amenaza perimetral constante para todas las defensas, como lo fue en su día Michael Jordan. Stephen Curry era el candidato perfecto. Su insultante capacidad para anotar triples desde cualquier punto de la cancha, su bestial rapidez para pulverizar los movimientos y su excepcional manejo del balón, hacían de él un jugador extremadamente difícil de defender, y que por lo tanto iba a generar ayudas por doquier, que se traducirían en hombres desmarcados y ocasiones de canasta más fáciles.

Klay Thompson multiplicaba por 2 la amenaza exterior de los Warriors con su letal tiro exterior, y por ende, también aumentaba exponencialmente la necesidad de ayudas defensivas por parte del rival. Cierto es que Harrison Barnes e Iguodala, no eran Pippen ni Kukoc, pero la amenaza de los “Splash Brothers”, basada en su tremenda capacidad para el tiro de larga distancia, comenzaba desde mucho más atrás que la de Jordan, por lo que las defensas se abrirían mucho, generando huecos de mayor magnitud. Eso supliría la diferencia de calidad con creces.

La otra condición imprescindible era tener algo parecido a Dennis Rodman, pero con algo más de cabeza y más completo técnicamente. Draymond Green se convirtió en la pieza clave, el arma secreta de los Warriors, “el quinto elemento” como yo le suelo llamar. Green es un pívot con cuerpo de alero y capacidades de base. Domina el bote, tiene buen tiro exterior y es el que más pases da de todo el equipo. Su impacto en el juego de los Warriors es tan súbito, que según las estadísticas avanzadas, es el 2º de liga en “Net Ranking”. Esto significa que con él en pista, es cuando su equipo alcanza la máxima diferencia de puntos a favor (+21,5), por detrás de su compañero Curry (+23). De todos modos, la gran virtud de Green, emana de la incapacidad manifiesta del resto de las franquicias para concienciarse de la necesidad de emplear jugadores en ese rol, a efectos de contrarrestar su juego. Si continuamos el paralelismo con los Bulls de Jordan, Green vendría a ser algo parecido (salvando las distancias) a un experimento resultante de mezclar genes de Pippen y Rodman a ver que sale. El propio Kerr declaró sobre Green que “Hay mucho de Rodman dentro de él”.

Green puede Subir el balón con destreza mientras Curry sale a la velocidad de la luz de bloqueos indirectos y reinventa el engaño, fintando que va a fintar, para recibir y tirar desde cualquier posición, mientras en otro lugar de la cancha, Thompson espera que le llegue el balón para ejecutar una y otra vez el “Cash & Shoot”  de manera impecable.Esta circulación exterior es desarrollada con celeridad, generando un desorden defensivo inicial, difícil de corregir por el rival, y generando tal cantidad de desajustes, que en muchas ocasiones, hay, incluso más de un jugador totalmente sólo, esperando recibirpara anotar.La temporada regular fue un paseo triunfal, pero Kerr aún podía dar alguna vuelta de tuerca. El Small Ball de los Warriors, alcanzaría su punto culminante, al llegar a las finales contra los Cavaliers de Lebrón.

Los de Cleveland parecían haberle cogido la medida a los Warriors al inicio de las series, pero al igual que Popovich había hecho con los Heat, Kerr sentó a Bogut y dejó a Lee y Green como interiores, dándole entrada a Iguodala y emparejándolo con Lebrón para intentar neutralizarlo.Con Lebrón acosado por Iguodala y los “Splash Broters” anotando sin parar, David Blatt, al igual que Spoelstra el año anterior, se quedó sin ideas y no pudo contrarrestar el imparable torrente ofensivo generado por los Warriors con el MVP Curry a la cabeza, demostrando porqué era el jugador más determinante de la liga. Lebron perdía otra final casi de manera idéntica, pero con otro enemigo.

Durante el quinto partido de las finales, un comentarista de televisión exclamaba: ¡Los pívots han muerto!, mientras veía como los Warriors y los Cavs, recurrían cada vez a jugadores más pequeños, llevando el concepto de Small Ball al mayor extremo conocido por la liga. Lo que habían comenzado los Bulls, lo rescataron los Heat, lo reinventaron los Spurs y lo elevaron a la enésima potencia  los Warriors. Pero, ¿Han muerto los pívots realmente?

Hoy en día, son muy pocos son los pívots que atesoran la calidad de las torres de las pasadas décadas. La posición de pívot parece condenada a la devaluación, pues en algunos equipos, únicamente tienen la función de ser un complemento del resto del equipo, cuya misión es coger rebotes, intimidar, y poner bloqueos. La pérdida de importancia táctica del pívot es tal, que si echamos un poco la vista atrás, obtenemos una comparativa aterradora. En el año 1995, 4 de los 6 primeros máximos anotadores de la liga, eran pívots, mientras que en la pasada campaña, el primer pívot de la misma lista, lo encontramos en el puesto 16. Andrés Monje asegura en su serial “Darwinismo posicional” que el desarrollo de los pívots dominantes, entiende de picos generacionales. Lo cual nos lleva a pensar que volveremos a ver jugadores de más 2,10m con talento, antes o después.También hay que tener en cuenta, que no va a haber muchas veces, equipos que sean capaces de reunir a una pareja de tiradores tan sumamente efectiva como Curry y Thompson, que sustente la base del sistema a base de bombardear el aro rival,  por lo que es lógico y normal, que el peso de los equipos comience a recaer de nuevo de manera más equitativa, sobre los hombros de jugadores más altos.

En una NBA que evoluciona de manera imparable hacia las canastas conseguidas en los extremos (triples o mates), está claro que los pívots con buena mano desde la casi extinta media distancia, tendrán más probabilidades de no desaparecer. La adaptación de los hombres altos para su supervivencia, pasa por tener un tiro aceptable, a ser posible también desde la línea de tiros libres (…) La esperanza es lo último que se pierde, y jugadores como DeMarcus Cousins, Karl Anthony Towns, Andre Drummond, Nicola Vucevic o Hassan Whiteside, ofrecen una dosis de ella bastante importante, como para pensar que algún día no muy lejano, se restablecerá el orden lógico de las cosas.

Mientras tanto, Greg Popovich, vuelve a nadar a contracorriente y ficha a tres pívots, pero eso es otra historia…

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