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Análisis

Sacramento Kings, callejón sin salida

Un reino agitado, descontrolado. Los ‘reyes’ de la capital de California han comprobado cómo un proyecto ilusionante tanto en la pista como en el banquillo vuelve a derrumbarse por una mala gestión, no sólo en los despachos, sino de los egos de algunos jugadores más preocupados en el éxito individual que en el triunfo colectivo. «El cielo es el límite», reconoció Rajon Rondo, una de las piezas angulares del proyecto de Sacramento Kings, al comienzo de la temporada. Sin embargo, tanto él como la afición se han dado cuenta de que, por 10ª temporada consecutiva, tendrán que ver por televisión la lucha por el anillo de otras ocho franquicias del oeste de Estados Unidos.

Ni un entrenador tan experimentado e ilustre en la mejor liga de baloncesto del mundo ha sido capaz de poner orden en el caos en que se convirtió la franquicia californiana desde el comienzo de la temporada, y el desorden se ha traducido en unos resultados decepcionantes. Contar con uno de los mejores pívots del mundo o con un base acercándose a su mejor versión han producido efectos positivos, y a estas alturas de la temporada, el balance y, sobre todo, las sensaciones, son demasiado negativos como para pensar que los Kings remonten el vuelo y alcancen los Playoffs por primera vez en diez temporadas.

El líder de este equipo, estadísticamente hablando, no puede ser otro que DeMarcus Cousins. El pívot estadounidense es ahora mismo el cuarto máximo anotador de la NBA con 26,8 puntos por partido y el cuarto mejor reboteador con 11,1 capturas de promedio. Pero lo que es más importante es que parece haber mejorado ligeramente el aspecto mental, lo que le ha convertido en una de las grandes estrellas de la liga. Cousins comenzó la temporada logrando 16 dobles-dobles en los primeros 20 partidos, y ahora acumula 31, además de lograr grandes marcas anotadoras como 48 y 46 puntos ante Indiana Pacers y Charlotte Hornets respectivamente.

Además de este gran dominador de la pintura, Sacramento Kings realizó un movimiento arriesgado incorporando a Rajon Rondo, campeón con Boston Celtics en 2008 y que parecía atravesar ya una curva descendente en su rendimiento deportivo. Sin embargo, Rondo parece haber renacido y está atravesando una de sus mejores etapas deportivas, como demuestran los números, pues el ‘point guard’ de Sacramento Kings es es el máximo asistente de la NBA con 11,9 pases de media por partido. Además, ha alcanzado 5 triples-dobles esta temporada, aumentando a 25 los logrados en toda su carrera, situándose entre los diez mejores de toda la historia en este apartado.

Estos dos grandes valores, sumados al siempre poder anotador de Rudy Gay y a la sapiencia baloncestística de George Karl parecían ser motivos suficientes como para pensar en unos Kings de nuevo peleando con los mejores de la liga, pero de nuevo la lucha de egos ha demostrado ser más fuerte que cualquier aspecto deportivo. Estos tres jugadores que componen la columna vertebral del equipo son los que acumulan más ego dentro de la plantilla californiana, y han tenido ya algún enfrentamiento con el entrenador por decisiones del propio técnico, lo que ha terminado por provocar el caos en Sacramento.

El inicio de la temporada fue un pequeño boceto de lo que iba a ser el resto del año para la franquicia de Sacramento. Un 5-10 inicial provocó una reunión entre Rondo, Cousins y George Karl, y un aluvión de rumores sobre problemas en el vestuario. El equipo comenzó el año con sensaciones de ascender hasta los puestos de privilegio sumando 8 victorias en 11 partidos con un tremendo Cousins, pero a continuación llegaron 8 derrotas en 10 encuentros, situándose actualmente en la décima posición de la Conferencia Oeste.

Esta situación, tanto dentro como fuera de la pista, ha provocado que George Karl esté actualmente en el disparadero, y desde muchos lugares apuntan a una posible destitución del entrenador. El técnico no sólo ha tenido problemas con los principales jugadores de la plantilla, sino que además ha perdido apoyo de la directiva, por lo que se encuentra en una situación muy complicada. Sólo un tramo final de la temporada realmente bueno podría permitir a Karl continuar en el banquillo para el próximo año o, tal vez, ni eso.

Pese a tener un proyecto ilusionante y piezas suficientes como para entrar entre los ocho mejores equipos del Oeste, Sacramento Kings vuelve a estrellarse contra el peor de sus males: la mala gestión. La directiva no ha estado a la altura y no ha sabido encajar todas las piezas de un equipo que aspiraba a llegar al cielo y que, por una enorme batalla de egos, cae por décima temporada a los infiernos de la mejor liga de baloncesto del mundo.

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