Todos conocemos a ese tipo de personas que viven su vida y sus relaciones personales andando sobre esa fina y peligrosa línea que separa la sinceridad de la mala leche. Esas personas que amparándose en una supuesta honestidad imponen más que plantean sus opiniones y sus críticas. Las que se defienden argumentando que «siempre dicen lo que piensan» como si eso fuera algo intrínscamente bueno, sin pararse a pensar «como lo dicen» o qué consecuencias tendrá su manera de expresarse. Las que creen que hay que aceptarles todo eso bajo la premisa de «yo soy así, es mi carácter», como si los demás no lo tuviéramos. Y lo tenemos, lo que pasa es que lo gestionamos de una manera más conveniente en pos de una paz en nuestro entorno social con la que estas personas no colaboran pero de la que sí se aprovechan.
Pues bien, si nos ponemos románticos e imaginamos la vida como un partido de baloncesto, debemos decir que este tipo de personas tienen su equivalente en las canchas. Y ese equivalente son los jugadores sucios. Esa clase de jugadores que sin saltarse las reglas de una manera muy flagrante ( o sí, pero sin que se note) son capaces de sacar de quicio al más pintado con sus tretas, sus trampas y su «trash talk». Estos tipos «duros» (como les suele gustar llamarse) apelan a la testosterona cuando son recriminados por su manera de jugar. «Deporte para hombres» suele ser su excusa. Sí, pero para hombres y mujeres elegantes, puede que tu no tengas sitio aquí. Y es que no se debe confundir la picardía con la trampa. Aunque hay que reconocer que tienen también a sus defensores, aficionados que ven en esa clase de juego un estímulo más, algo que se ve distinto al resto y esa atracción inexplicable que tienen las personas que infringen las normas con cierta soberbia.
Así pues, en honor (o no) a este tipo de jugadores, hemos decidido elaborar uno (por haberlos hay infinitos) de los posibles quintetos más sucios de la historia de la NBA. Vamos a ello:
Chris Paul (Pointguard)
¿Os preguntáis por qué nuestro base titular no es Dellavedova? Sí, recibió el título honorífico de jugador más sucio de la liga pero… No fue justo. Chris Paul es sin duda uno de los auténticos «marrulleros» de la liga. Hasta él mismo admite que «no juega para gustar a nadie»y no hace falta que lo prometa. Aunque no hay que obviar su enorme talento, que lo tiene, su estilo de juego le ha provocado una retahíla de enemigos repartidos a lo largo y ancho del mundo NBA. Es uno de los jefes del «trash talk» (podéis preguntarle a Pau Gasol), aparte del jugador qu más balones roba de la competición. Eso no sería nada malo si esos robos no estuvieran precedidos de una defensa «metemano» en la que no importa donde caiga esta.
Dahntay Jones (Guard)
El clásico jugador que se define a si mismo como «duro» cuando en realidad es agresivo. Utilizado por sus entrenadores como defensor perpétuo de la estrella rival, Jones ha mostrado durante su carrera un variado repertorio de codazos, zancadillas y defensas más allá del límite de las reglas. Incluso los ábitros admiten que es un jugador al que hay que mirar con lupa.
En 2009, en las Finales de la Conferencia Oeste, Kobe Bryant tuvo que enfrentarse a la dureza del marcaje de Jones hasta tal punto que se expresó públicamente sobre ello. Incluso Phil Jackson, el «Maestro Zen» perdió la calma y recriminó al escolta (nugget en esa época) su estilo defensivo. Como de costumbre, Jones se autodefinió como un jugador «duro», nada más.
Años más tarde, en 2013, la hermosa amistad entre Jones y Bryant vivió un nuevo capítulo cuando jugando en Atlanta, el escolta «hawk» se metió debajo literalmente del cuerpo de Kobe cuando este descendía de un tiro en suspensión. La estrella de los Lakers aterrizó mal provocándose un esguince de tobillo. Una muestra de la clase de Dahntay.
Metta World Peace (Shotting Forward)
Cualquier aficionado al baloncesto sabe que el nombre que se puso Ron Artest en uno de sus múltiples arrebatos es poco menos que una broma de mal gusto.
Fue el protagonista de uno de los episodios más escandalosos de la historia de la NBA, liándose a tortas con jugadores y público indistintamente en Detroit.
Según varios de los compañeros que han compartido vestuario con él, es todo corazón, pero en su cabeza hay algo que no acaba de encajar a la perfección. Y si se le cruza el cable es cuando se vuelve peligroso. No da la impresión de que haya una mala intención real en sus actos, pero parece tener un cierto complejo de Bart Simpson. Necesita llamar la atención, sea por las buenas o por las malas. Y la mayoría de las veces elige este último camino.
Kermit Washington (Forward)
Sin duda la posición más difícil de elegir y en la que más jugadores hay para seleccionar en nuestro peculiar quinteto. En realidad siendo honestos, posiblemente todo nuestro cinco debiera estar formado por distintos ala pívots que han pasado por la NBA haciendo méritos más que suficientes para ello. Sin embargo nos hemos decidido por Kermit por un capítulo en concreto (lamentablemente su mayor momento de «gloria» en la NBA).
Corría el año 1977 y se enfrentaban los Rockets contra los Lakers. En un momento dado, se organiza una tangana en medio de la pista (una de tantas). Rudy Tomjanovich acudió corriendo al centro del conflicto cuando en plena carrera se encontró el puño de Kermit en la mandíbula. Y se lo encontró de tal manera que estuvos dos semanas hospitalizado tras cinco operaciones y hasta se temió por su vida en un primer momento.
Palabras de Washington: «Si algo aprendí en la calle es que cuando en una pelea alguien te viene por detrás, lo primero que debes hacer es soltar el puño y ya después, vendrán las preguntas». La diplomacia al servicio del baloncesto. Washington fue suspendido con 26 partidos y un tercio de su sueldo. Aunque prosiguió su carrera en la NBA y llegó a ser «All Star» jugando con los Blazers, siempre será recordado por su brutal acción, la misma que le ha llevado ser nuestro 4 titular.
Bill Laimbeer (Center)
Estaba claro que en un quinteto de esta índole no podía faltar un » Bad Boy». Podíamos haber elegido a cualquiera, pero nos quedamos con Laimbeer, uno de los jugadores más incómodos y broncos que pasaron jamas por la NBA. La verdad es que la pandilla (sí, pandilla) que formaba con el resto de Pistons daba verdadero miedo.
Laimbeer es de esos jugadores que se ve a sí mismo como una víctima de la debilidad ajena, otro que define su juego como «duro». Aunque suponemos que más duro notó Scottie Pippen su codo, cuando le dejó noqueado en la lucha por un rebote. Por acciones como esa (una de tantas) Laimbeer se ganó la fama de ser el jugador más sucio de su época, abanderando el estilo de juego de los Pistons que a la postre serían campeones. Incluso algunos de sus rivales le negaban el saludo antes de los partidos, cosa que no parecía importarle.
«Si tengo que ser sancionado para asegurarme mi bienestar, no me importa» . Ante un jugador de 120 kilos que parte de esta premisa, debe ser más difícil tomar la decisión de penetrar a canasta.
No están todos los que son pero sí son todos los que están. Nos hemos dejado en esta lista a ilustres «delincuentes» como Kevin Garnett, Dennis Rodman o Charles Oakley (oh, vaya! Ala-pívots). Pero en una pista de baloncesto solo caben cinco por equipo.
Nada en contra del baloncesto de contacto, del juego físico o de la intensidad defensiva. Pero hay que saber discernir donde termina la competición lícita y donde empieza el obviar las normas.
Porque al final, si todos jugáramos de esa manera, el baloncesto dejaría de ser esa elegante coreografía de técnica y táctica para convertirse en una especie de anarquía en el que se impondría la ley del más fuerte. Y el basket es demasiado hermoso para regirse por una regla tan simple.
No queremos que gane el más fuerte. Queremos que gane el mejor.
Suscríbete a nuestras newsletter y no te pierdas ningún artículo, novedad, o menosprecio a Los Ángeles Clippers