En medio de lágrimas y con un discurso repleto de agradecimiento Xavi Pascual pone punto y final a toda una vida en el FC Barcelona. El técnico de Gavá deja atrás 12 años en el club de su vida, ocho de los cuales al frente del primer equipo, con un palmarés digno de elogio: 4 ligas ACB, 1 Euroliga, 4 Supercopas de España, 3 Copas del Rey y 7 Lligas Catalanas.
El trabajo de Pascual, con el que se podrá estar más o menos de acuerdo, debe ser valorado de forma global y justa. La memoria en el deporte de élite es corta, por no decir inexistente, pero recordar al entrenador únicamente por sus últimos dos temporadas sería limitar su obra. Sus seis primeras temporadas fueron posiblemente la mejor época de la historia de la sección, pero los recortes presupuestarios y el rumbo errático en la gestión han terminado por dinamitar todo.
La marcha de Xavi Pascual no es ni mucho menos una buena noticia para la entidad azulgrana y más viendo el panorama que se presenta: una plantilla hipotecada por renovaciones y fichajes sin sentido, una sección sin estructura ni planificación en pleno mes de julio y un Palau con una política de abonos que todavía a día de hoy cuesta entender.
Pero lo más preocupante, con diferencia, es la sensación de estar a muchos peldaños de distancia de las potencias europeas, especialmente con el Real Madrid. Para aspirar a romper la hegemonía blanca hay que definir primero el rumbo y fijar una identidad para llegar a formar un proyecto con nombre y apellidos.
Y posiblemente esa carencia, que no es ni de uno ni de dos años, haya estado oculta mucho tiempo bajo el paraguas táctico de Xavi Pascual, un técnico que no ha podido sacar más títulos pero, al que nadie puede discutir que en época de decadencia le haya quitado dos ligas y una Copa del Rey al mejor Madrid que se recuerda.
Guste o no, la actual plantilla culé no cuenta con suficientes mimbres para poder discutir los grandes titulos con opciones reales, una realidad que hubiera sido igual estando Xavi Pascual, Obradovic, Aito o David Blatt. Y de la misma manera que se señala al que dirige la nave hay que hacer lo mismo con los responsables de la sección.
Una sección errática y sin estructura real
En este caso hablamos de Albert Soler y Joan Bladé que ayer, durante la rueda de prensa de despedida de Pascual, hablaron sobre la necesidad de un cambio de modelo. La pregunta que deben hacerse muchos barcelonistas es por qué dos personas sin ninguna conocimiento específico del mundo de la canasta son los encargados de marcar el nuevo rumbo del baloncesto azulgrana.
Todas las señales apuntan a un sensible descenso del presupuesto, bajo la excusa de una mayor apuesta por la cantera, algo que puede ser una buena solución si se apuesta por un general manager fuerte y se acierten en las decisiones estratégicas claves.
La primera no construir la casa por el tejado tanteando perfiles de entrenadores (Jasikevicius, Sito Alonso, Trinchieri, Messina, Pesic) totalmente distintos y cuando todavía no se ha decidido ni quién va a sustituir a Joan Creus en los despachos.
Lo peor es la sensación de haber malgastado dos años con una constante huida hacia delante y sin haber construido nada para el futuro. A la junta directiva de Bartomeu se le acabó el escudo de Xavi Pascual, un técnico ganador que la entidad echará muy en falta en los próximos años si siguen dando tumbos.
Es lícito pensar que mientras Messi marque goles la tranquilidad social está a salvo, pero convendría que alguien recordara que las principales crisis en el Barça han estallado en el Palau.
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