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Análisis

Decían que el gigante caería

Un año más Terry Stotts ha reinventado a sus Blazers. Otro año salvando un proyecto que tras cada postemporada parece dar síntomas de agotamiento.

Vía: Wikimedia

Decían que el gigante se terminaría cayendo. Pero no.
Bien entrado el verano, cuando el aroma a temporada regular comenzaba a recorrer nuestros exigentes paladares pudimos observar – yo incluido – como un elevado porcentaje del núcleo grueso de aficionados a la NBA se mostraba algo reticente – yo incluido, recalco – con el proyecto que ponía sobre la mesa la directiva de Portland Trail Blazers. Nada más lejos de la realidad visto lo visto en el catastrófico tropiezo vivido en la pasada postemporada frente a New Orleans Pelicans, con un 4-0 y la sensación de haber sido neutralizados de principio a fin por un Rondo palpando, por enésima vez, el cielo en postemporada y un Davis abominable en la pintura como principales cabezas de hidra.

Dichosas presuposiciones.

No obstante, y no por primera vez, Terry Stotts ha logrado dar una vuelta de tuerca más, pequeña pero efectiva a decir verdad, al sistema de sus Trail Blazers. Y este cambio se basa en incrementar el valor de lo que ya poseía. La pasada campaña se cerró con la sensación de haber caído en un bucle que ya conocíamos: dualidad de la mano de Damian Lillard y C.J. McCollum. No se reconoce este proyecto sin estas dos figuras, pero es sabido por todos que no se levanta un castillo sobre dos columnas; hacen falta un terreno, cemento, materia prima para formar la estructura y, lo que es más importante, más de dos constructores y/o arquitectos para levantar dicho castillo. Ahora bien, y entrando en materia puramente deportiva, estos son los principales aspectos que ha logrado potenciar y/o mantener Terry Stotts con vistas a esta nueva campaña.

Interiores de apoyo

Una de las realidades sobre las que se fundamenta el proyecto Blazer es la de un ‘backcourt’ (base y escolta en suma) con un elevado consumo tanto de manejo de balón como, llegado el momento, de finalización en las secuencias tras bote. En este punto es cuando toda estructura tiene que tener un pegamento o cemento que se encargue de fortalecer y liberar a ese perfil de ‘ball-handler’ con un elevado desgaste tras bote y, para esto, Terry Stotts se vale de la figura de un interior de apoyo que pise mucho el poste medio y alto, pero que no deje de ser un sustento en situaciones de bloqueo y continuación (pick and roll). Un elemento que ejerza de apoyo en acciones de mano a mano y que permita a Lillard o McCollum despegar y escurrirse entre los indirectos para recibir libre de marca y ejecutar a placer.

Es en la figura de Jusuf Nurkic donde se aglomeran todas estas virtudes y que, con respecto a la temporada y media que lleva vistiendo la camiseta de Portland, ha logrado elevar un escalón esta función y hacerla aun más amplia. Porque es Nurkic ese pegamento que nombraba previamente, ese ‘screener’ (4.7 screen assists por noche/11ppp en dichas acciones, referido al número de bloqueos que desembocan en anotación posterior) que oxigena y dota de espacios a los jugadores que llevan la batuta del encuentro.

En secuencias como esta se puede apreciar la función que desempeña como apoyo, pues ejerce de epicentro en la secuencia y culmina con una pantalla para liberar al tirador, oxígeno para las noches de menor inspiración para los ejecutores. En este aspecto poco se le puede achacar al Bosnio, que cada día se encuentra más cómodo a la hora de subir al poste alto e incluso generar el mismo vía pase. No obstante, Nurkic es un perfil que no requiere de un volumen de lanzamientos exagerado para producir muchos puntos, es más, sus noches con un grosor anotador más elevadas están directamente ligadas a una efectividad en pintura sobrenatural. Sin embargo, la pasada campaña dejó sabor de boca algo amargo en lo referido a los interiores, pues Stotts contó tanto como algunos esperábamos con Zach Collins.

Collins es un perfil de interior que también sabe nutrir a la perfección con bloqueos de todo tipo al ‘ball-handler’ en cuestión, además de ser un activo de valor en situaciones de mano a mano. Pero es que el verdadero valor del pívot nace en un poderío anotador en acciones de bloqueo y continuación inédito en un perfil con su edad y experiencia, es un finalizador contundente y móvil a partes iguales. Además, y a pesar de no contar con un porcentaje elevado que le respalde (rondando el 33% desde el perímetro), es una alternativa interesante en acciones de pick and pop. También nos ha regalado pinceladas de visión de juego en el poste alto, ya sea doblando el balón a las esquinas o detectando un corte. Por último mencionar su buen hacer defensivo en la pintura, faceta en la que Portland ha de trabajar de cara a la postemporada y que, gracias a la mejoría de Nurkic como rim protector, poco a poco van sacando adelante. A fin de cuentas su función es la de un facilitador que, en pequeñas dosis, nos regala verdaderas señas de poderío (y margen de mejora) en la finalización a todos los niveles.

Perfiles especializados

Si nos correspondemos con la línea que sigue el baloncesto moderno, la de un terreno despiadado y voraz en el cual si no llegas a coger la punta de velocidad necesaria desapareces lentamente, sacamos en claro dos aspectos: ritmo y perímetro. El primero, y al igual que (casi) cualquier franquicia, se ha visto envuelto en un dopaje de dimensiones notables, y si bien el cambio no es tan notorio en franquicias como Portland, la evolución existe. El equipo lo aumenta en pequeñas dosis sin llegar a reventar el acelerador. El segundo, que tiene diferentes vías para ser abarcado, también es un aspecto elemental para conformar una plantilla de primer nivel en el baloncesto americano. Y, cómo no, Portland también está inmerso de lleno en esta parcela.

La estructura interna de Portland está definida por contar con dos piezas que, además de amasar balón para la producción autótrofa, requieren de un ecosistema favorable para desahogar sus banquetes tras bote, es decir, armas perimetrales de bajo consumo. Y aquí es donde entra en juego el papel de especialistas tales como Seth Curry, Aminu o el propio Meyers Leonard. Perfiles que, dentro de su matices, resaltan por no necesitar de un excesivo uso del bote para producir desde el perímetro.

El verdadero poder de estos perfiles ‘low cost’ reside en su condición de, como el propio nombre indica, producir grandes cantidades de puntos sin necesitar una atención superlativa para la producción de dichos puntos. Ahora bien, en todos los equipos encontramos estos perfiles, sí, pero no todos los equipos requieren de estos jugadores para subsistir en una temporada sobrecargada de partidos y en la cual es imposible sobrevivir aferrados a perfiles –guiños a Dame y C.J.- que exporten cantidades ingentes de puntos independientemente del estado de forma puntual del grupo. Y sí, en Portland estamos ante un equipo que bebe noche tras noche de esta clase jugadores para solidificarse a media pista. Entre los previamente mencionados me gustaría destacar la función de Al-Farouq Aminu dentro del sistema.

Aminu es un perfil novedosos, no llega a ser atípico dada la situación de la liga en estos momentos, que se encarga de rellenar todas aquellas carencias espaciales dentro de la estructura Blazer’. Sí, todas. Es un estandarte, un elemento fundamental en lo referido al ‘spacing’ para Stotts, pues es él quien se encarga de evitar que una defensa individual abarque más de una marca, es decir, que todo par defensivo esté centrado al completo en su objetivo y no se permita el lujo de hacer la función y/o cobertura de un compañero simultáneamente. Su carta de tiro es el vivo reflejo de su buen hacer ofensivo:

Una carta de tiro propia de un laboratorio. El equilibrio entre perímetro y zona restringida es absoluto, como si se impidiera de alguna forma el uso de la media distancia (mid-range) para bombardear al rival –solo en caso de emergencia-. Y sí, la realidad no escrita es esa, su función se basa en rellenar espacios al perímetro –sin hacer distinción alguna sobre la zona desde la que lanzar- para que toda jugada tenga una alternativa doblando el balón a la línea de tres puntos y, dada la situación, buscar el hueco tras la ayuda del rival y lograr que el lanzamiento sea liberado (el 100% de sus lanzamientos de tres puntos han sido asistidos). Otra alternativa es la de fintar el lanzamiento (‘jab-step’…) y pentrar en dirección a canasta para anotar con mayor facilidad. Simplificar las dificultades que plantea el entorno, vaya. Su función atrás también es un comodín permanente, pues su molde está adaptado a unas capacidades físicas sobresalientes y hace de Aminu un jugador elemental en la cobertura de jugadores de diferentes tallas. Ya sea porque el cambio (‘mismatch’) lo requiere o porque su función como ‘4’ más líquido le empareja con un jugador completamente distinto en complexión física, Aminu es un mazo extensible en el apartado defensivo. Una vez más: facilitar la tarea al entorno.

Por singularizar los casos de Leonard o Curry es interesante su función como catch-and-shooters, un perfil de jugador que también aporta oxígeno, anotación de alto rendimiento (relación tiro/punto) y con un consumo mínimo: de sus lanzamientos de tres que logran su cometido un 92% y 79% respectivamente llegan tras asistencia previa. Y una vez más: oxígeno para un sistema que puede llegar a congestionarse sin ellos.

La labor de Damian Lillard y C.J. McCollum sigue intacta –con algún que otro ‘pero’ sobre los porcentajes del segundo-. Son dos de los mejores y más productivos anotadores autótrofos de la liga, saben alimentarse de lo que su inspiración, habilidad y bote les permite y nunca  nos dejan con la sensación de que están funcionando a medio gas. No obstante, el apoyo que estaban pidiendo a gritos parece llegar paso a paso, y este año está siendo un punto de inflexión dentro del sistema para ellos.

Es como si los dos constructores que al iniciar el artículo mencionaba hubieran encontrado –al fin, sí, al fin- un apoyo más, una ampliación de la plantilla sin necesidad de acudir al mercado. Ahora las malas noches lo son menos, los días en los que la pelota no quiere entrar –o no le dejas que entre- se maquillan y pasan inadvertidos ante los focos. Ahora sí, esto es un colectivo dispuesto a batallar en terreno bélico, porque una batalla puede sacarla adelante un soldado, pero las guerras las ganan los ejércitos.

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