Hemos pasado casi 20 años asociando Memphis a los hermanos Gasol. Es más, en España hemos pasado casi 20 años asociando Memphis al triunfo del baloncesto español. Además de Pau y Marc, por allí ha pasado Navarro (y los derechos de Raül López). Para muchos aficionados a la NBA en nuestro país, los Grizzlies han sido su equipo por ser el conjunto, primero de Pau, y luego de Marc. No podría explicarse de otra forma que una pequeña ciudad del medio Oeste de Estados Unidos, sin mucho glamour ni una gran historia deportiva, signifique tanto para el baloncesto de nuestro país. Pero los Grizzlies son más que la casa de los Gasol.
Sí, Pau llegó a los Grizzlies cuando los Grizzlies llegaron a Memphis. Fue la primera estrella de la franquicia en su nuevo destino. Fue All-Star y pisó por primera vez los Playoffs con el 16 de los de Tennessee. Cuando, por petición propia, fue traspasado a los Lakers a punto de cerrarse el mercado en febrero de 2008, se habló de “el robo del siglo”.
Uno de los mejores ala-pívots de la Liga era regalado a un equipo, Los Angeles Lakers, que se convertían automáticamente en candidatos al anillo. Memphis recibía a Kwame Brown (uno de los peores números 1 de la historia del Draft), Javaris Crittenton y Aaron McKie. Y los derechos de Marc Gasol, el hermano de Pau. Un hombre al que Daryl Morey (un genio de los despachos de la NBA) no había drafteado en 2007 para Houston porque sus ayudantes le habían apodado “Man Boobs”. Literalmente, el hombre tetas.
Love por Mayo, Lowry por Conley
Con esas mimbres comenzaba Memphis una reconstrucción. Un puñado de secundarios, Rudy Gay (en aquel momento el proyecto de estrella de la franquicia, pero poco eficaz y uno de los jugadores más señalados por las estadísticas avanzadas), O.J. Mayo (número 3 del Draft por Minnesota, intercambiado a los Grizzlies por Kevin Love y un buen jugador en sus primeros años, pero con una mala cabeza que le apartó de la Liga), y el hombre tetas.
El puesto de base se lo repartieron entre unos entonces inexpertos Mike Conley y Kyle Lowry (todavía lejos del nivelazo que han ido mostrando años después), que fue traspasado a mitad de año para dar toda la responsabilidad al zurdo de Ohio State. La temporada fue un completo desastre. Eso sí, hubo indicios de que las cosas podrían mejorar. Marc ya no era el hombre tetas. Era un novato con un gran margen de potencial. Conley se iba haciendo poco a poco con su sitio. Y a mitad de año llegó Lionel Hollins, uno de los arquitectos de los exitosos Grizzlies de las próximas campañas.
Para la 2009-2010 el quinteto era de memoria. Conley, Mayo, Gay, Zach Randolph y Marc Gasol. El experimento Allen Iverson solo duró 3 partidos y el equipo no se metió en playoffs, pese a rozar el 50%. La mejoría era clara. Se veía que en los Conley, Gasol, Randolph y compañía había futuro.
De O.J. Mayo no se ha hablado mucho. Era un jugador muy prometedor, que en su primer año en la Liga rozó los 19 puntos por partido y fue elegido en el quinteto de los mejores novatos y quedó segundo en las votaciones de Rookie of the Year tras Derrick Rose. Su segunda temporada no fue de ascenso. Sus números mostraron un estancamiento.
Sus cifras eran casi calcadas a las de la campaña de debut. Y en la tercera, la 2010-2011, su estilo se vio perjudicado por un cambio de sistema. Los Grizzlies jugarían con una mayor intensidad atrás y decidieron apostar por otro perfil completamente diferente: Tony Allen. La carrera de Mayo siguió en declive. Pasó por Dallas y por Milwaukee y fue apartado de la Liga por un doble positivo por marihuana. Desde entonces, ha pasado por Puerto Rico y Taiwán sin posibilidades de relanzar una carrera que un día prometía ser muy brillante.
Nace una cultura: el Grit&Grind
Acabado este paréntesis, podemos decir que la deriva de los Grizzlies hacia una mejor defensa empezó a verse de una manera más clara en esta 2010-2011. Pasaron de ser uno de los equipos de la Liga que más encajaban a recibir 105,1 puntos por cada 100 posesiones. La novena mejor defensa de la NBA. Randolph y Gay ponían los puntos y Conley, Gasol y Tony Allen todo lo demás para seguir creciendo. Con un gran balance de 46 victorias y 36 derrotas se clasificaron en el octavo lugar del duro Oeste y protagonizaron una de las mayores sorpresas de la temporada al echar a los Spurs (primeros, con un balance de 61-21) en la primera ronda de los Playoffs.
Los jóvenes Thunder de Durant y compañía les vencieron en el séptimo de una serie igualadísima entre dos equipos llamados a dominar en Oeste. Cada uno con sus armas. Y las de los Grizzlies era bajar al barro. Ralentizar el ritmo. Defender como que no hubiera un mañana. Y hacer que el rival sudase sangre para ganarles. Había nacido el ‘Grit & Grind’. Una frase que apelaba al espíritu de lucha del equipo. Y también de la ciudad de Memphis. Una frase que podríamos traducir como algo parecido a “narices y golpes”.
La defensa de los Grizzlies volvió a ser su seña en la 2011-2012, la campaña del segundo lockout. Con la séptima mejor cifra defensiva por 100 posesiones de toda la NBA, los de Memphis se volvieron a meter en postemporada con un registro de 41 victorias y solo 25 derrotas. Pero los Clippers de Paul, Griffin y DeAndre se impusieron en la primera ronda en una serie muy dura. Siete encuentros de lucha y de brega. Una eliminatoria larga que se resolvió en el último suspiro por 82 a 72 favorable a los angelinos. Un encuentro más propio de una eliminatoria de Euroliga que de la Conferencia Oeste de la NBA.
La temporada 2012-2013 iba a ser la que definitivamente midiese el nivel de los Grizzlies. Si eran un equipo candidato o simplemente un conjunto que con un juego lento y tedioso era difícil de ganar y nada más. Pero en Memphis tenían su propio plan. Fueron una de las primeras franquicias (según se publicó) en tomar decisiones utilizando en gran medida un nuevo elemento: la estadística avanzada.
Ahora, en plena era Moneyball, todos sabemos que en mayor o menor medida en la NBA se utiliza el ‘Big Data’ en multitud de ámbitos. Pero en 2012 todo cambió en Memphis. Robert Pera (un joven millonario que se había hecho un hueco en las empresas tecnológicas) se hizo con el control de la franquicia y puso a un periodista conocedor de la estadística avanzada (John Hollinger, creador del sistema PER para medir la eficiencia de los jugadores) en el organigrama deportivo de los Grizzlies. Una de las primeras decisiones de los nuevos directivos fue traspasar a su máximo anotador. Rudy Gay fue enviado a Toronto en un movimiento a tres bandas que acercaba a Memphis a Ed Davis, Austin Daye y Tayshaun Prince, que mandaba a los Raptors a Haddadi y a Gay y a José Calderón a los Pistons.
Es decir, Memphis cambiaba a su estrella por tres secundarios. Según la concepción tradicional de los traspasos, los Grizzlies se habían vuelto a meter un tiro en el pie. Pero en esta ocasión no fue así. Los datos decían que Rudy Gay no era productivo. Y que otros jugadores, como Davis o Prince, podían hacer mejor al colectivo aunque no fuesen ninguna estrella. Y con un renegado (Zach Randolph), un base muy discutido (Mike Conley), un escolta que anotaba menos de lo que ha defendido Carmelo Anthony en toda su carrera (Tony Allen) y el pívot anteriormente conocido como Hombre-Tetas (Marc Gasol), los Grizzlies completaron el mejor año de su historia.
Con 56 victorias y 26 derrotas, finalizaron en la quinta posición del Oeste, empatados con los Clippers. Los angelinos no fueron rival en esta ocasión y, pese a ganar los dos primeros partidos en el Staples, fueron derrotados por 4-2. El siguiente oponente para los de Tennessee eran los Oklahoma City Thunder, que se impusieron en el primer encuentro. No tuvieron más opciones. Los Grizzlies vencieron los cuatro siguientes y se colaron en la final del Oeste.
Los de Hollins habían acabado la temporada con la segunda mejor defensa y el ritmo más lento de toda la Liga. Eran el conjunto más duro de la NBA. Y aunque los Spurs vencieron esta final de conferencia por 4-0, no fueron unas series fáciles para ellos. Dos encuentros llegaron hasta la prórroga y en el cuarto y último, los texanos solo vencieron por 7 puntos. La competitividad de los Grizzlies era extraordinaria. Y esta 2012-2013, fue la más alta cota alcanzada por el Grit & Grind. Un equipo que jugaba de una manera colectiva. Sin fisuras y con un plan. Un estilo que les metió entre los cuatro mejores equipos de toda la Liga.
Redefiniendo el concepto: el grit&grind nunca muere
Pero Lionel Hollins dejó el banquillo a David Joerger y las cosas dejaron de ser iguales. Sí, competían. Sí, seguían siendo de las mejores defensas de la NBA. Sí, Marc, Conley, Randolph y Allen continuaban en un equipo que había añadido a Courtney Lee (uno de los jugadores más cotizados en 3&D, triple y defensa). Pero los Grizzlies ya habían tocado su techo el año anterior. En la 2013-2014, terminaron con 50 victorias y 32 derrotas que les enfrentaban a los Thunder en la primera ronda del Oeste. Y en esta ocasión, los de Oklahoma se hicieron con la serie en 7 encuentros.
Marc Gasol lo bordó en la 14-15 y fue el líder de un equipo que acabó con 55 victorias, a una de su mejor registro. Los Grizzlies (tercera mejor defensa) aplastaron a los Blazers de Lillard y Aldridge por 4-1 y consiguieron llevar a seis encuentros a los Warriors. Todo un éxito, pero insuficiente para pasar de la barrera de las semifinales del Oeste. La 15-16 (42-40) fue un bastante peor, con unos Grizzlies que ni defendieron ni atacaron (decimonovenos de 30 equipos en ambas categorías).
Se equivocaron en el mercado de agentes libres y ficharon a Chandler Parsons por 94 millones en 4 años. Estaban hipotecados. Tras ser barridos por los Spurs en la primera ronda, los Grizzlies decidieron cambiar a Joerger por David Fizdale. El actual entrenador de los Knicks hizo que los de Memphis defendieran un poco mejor y con Conley, Vince Carter y JaMychal Green como complementos de Big Marc, los Grizzlies volvieron a defender. 43 victorias, derrota por 4-2 contra los Spurs y un gran ‘take that for data’ de Fizdale quejándose por el arbitraje.
Esa fue la última vez que los de Memphis pisaron los playoffs. Ahora son un equipo en plena reconstrucción que se han deshecho de Marc rumbo a Toronto y que se encomiendan a un novato más que interesante (Jaren Jackson Jr) y a la suerte en la lotería del Draft. Los Grizzlies están en una tierra de nadie y buscan recuperar aquel Grit & Grind que tantas alegrías les dio. Tantas como enfados de los rivales. Porque hace no mucho tiempo los Grizzlies fueron el equipo más difícil de ganar de toda la NBA. Y esa es la senda que tienen que volver a encontrar.
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