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Reflejos

Odisea en clave tejana

El segundo anillo de los Rockets parecía muy poco probable hasta que se dio la posibilidad de volver a reunir al viejo Phi Slama Jama. Una tentación irresistible

Getty Images

Tras abrir la sala de trofeos de la franquicia con el primer anillo de su historia, los astros parecieron alinearse en la temporada 1994/95 para conspirar en contra del equipo de la ciudad de la NASA, los Rockets. La ventana competitiva abierta tras la retirada de Michael Jordan (que rescataría la capa de superhéroe de su taquilla del United Center para el tramo final del curso y los playoffs) seguía disponible, y los grandes candidatos afilaban los cuchillos.

A las 9 victorias consecutivas del arranque de los de Rudy Tomjanovich siguió una racha de 20 triunfos y 17 derrotas impropia de un equipo llamado a revalidar el título. La suspensión de 10 partidos a Vernon Maxwell por agredir a un aficionado en Portland, combinada con algunas lesiones, afearon un récord muy alejado del ritmo del curso anterior (58 victorias totales). Y el parón del All Star llegó en forma de necesario periodo de reflexión y planificación en las oficinas de Houston.

La conclusión alcanzada fue que Hakeem necesitaba un lugarteniente a bordo, y se pulsó el descontento de un Clyde Drexler que tanteaba la huida de Oregón. El nuevo rumbo emprendido por la franquicia de los Blazers, con cambio de entrenador (el despido de Rick Adelman derivó en la contratación de P.J. Carlesimo) y GM (Bob Whitsitt -ex de los archienemigos Seattle Supersonics- sustituyendo a Geoff Petrie), se sumó a los problemas en la extensión de contrato del escolta nacido en Nueva Orleans. La decisión de Clyde de posponer una necesaria intervención en su rodilla para ser parte del Dream Team de Barcelona´92 acabó pasando factura a la estrella, con dos temporadas plagadas de problemas físicos (apenas 48 partidos disputados en la 92/93, por 68 en la 93/94) y el consiguiente bajón de rendimiento (19.5 puntos y un 42.9% de acierto en tiros de campo). La desconfianza entre directiva y estrella derivó en una «falta de respeto» según palabras de «The Glide», y reunir de nuevo a la pareja del inolvidable Phi Slama Jama era una tentación irresistible para unos Rockets que enviaron a Otis Thorpe (muy querido entre la afición), Marcelo Nicola y una 1ª ronda del draft a Portland, a cambio de Drexler y Tracy Murray.

The Glide y The Dream completaban el viaje, de los Cougars a los Rockets.

Los 8 partidos de baja de Hakeem, fruto de una anemia, no supusieron mayor problema con Clyde liderando la función (30 puntos y 10 rebotes de promedio en esos 8 duelos, 21.4 y 7 en los 35 totales con el uniforme rojo y blanco), aunque el registro final de 47 victorias y 35 derrotas apenas alcanzó para asentarse en el 6º puesto de la Conferencia Oeste.

La senda hacia el título se presentaba terriblemente escarpada, con factor cancha en contra a perpetuidad. Una Odisea en clave tejana.

La eliminatoria de primera ronda de playoffs frente a los Utah Jazz de John Stockton y Karl Malone (60 victorias acumuladas en la temporada regular) se estrenó con una exhibición ofensiva de Olajuwon (45 puntos) que no bastó a los Rockets (derrota 100-102). El esfuerzo colectivo del segundo partido (140 puntos anotados) marcó al equipo el rumbo a seguir en una igualadísima serie que se alargó hasta el quinto y definitivo, en el que Drexler (41 puntos) confirmó el acierto de su contratación unos meses antes.

La segunda ronda ante los Phoenix Suns supondría la gran prueba de fuego para un equipo asomado al abismo con una desventaja de 3-1 en la serie (43 puntos con la firma de un Kevin Johnson desatado en el cuarto partido). La baja de un febril Drexler de cara al quinto complicaba aún más la gesta, pero Hakeem se erigió una vez más en adalid de unos campeones sobrados de corazón: los Rockets ganaron los cuatro partidos siguientes para imponerse 4-3 gracias al milagroso triple de Mario Ellie en el séptimo duelo, sobreponiéndose a otra actuación colosal de Johnson (46 puntos).

Dos ejercicios de supervivencia extrema que reforzaron a un equipo sobrado de carácter, preparado ya para el reto mayúsculo que se avecinaba.

«You don´t solve Hakeem»

David Robinson llegaba a la serie con el MVP de la temporada regular bajo el brazo, y liderando con su poderío defensivo y ofensivo a los San Antonio Spurs (62 victorias, mejor registro de la Conferencia Oeste). El almirante parecía dispuesto a discutirle a Olajuwon el centro de mejor pívot del mundo, hasta que Hakeem decidió sacarle a bailar…

La portentosa exhibición de fundamentos técnicos del gólem de los Rockets (35.3 puntos, 12.5 rebotes, 5 asistencias y 4.2 tapones como promedios en la serie) dejó sin respuesta a un Robinson llamativamente superado (23.8 puntos y 11.3 rebotes, con un bajo 44.9% de acierto en tiros de campo provocado por la inexpugnable defensa de su oponente en la pintura), y el billete para la gran final de la NBA llegó tras el sexto partido. Y, en ella, una nueva clase particular de virtuosismo en la zona, esta vez con el joven Shaquille O´Neal como alumno.

Los Orlando Magic de Shaq y Penny Hardaway llegaban con Michael Jordan en su ilustre listado de víctimas durante el periplo por la Conferencia Este, pero la inesperada derrota del primer partido (con aquellos 4 tiros libres consecutivos fallados por Nick Anderson), tras un palmeo de Olajuwon a décimas de final de la prórroga, destruyó su autoconfianza y Hakeem hizo el resto: 32.8 puntos, 11.5 rebotes, 5.5 asistencias, 2 robos de balón y 2 tapones por partido, para finiquitar el trámite por la vía rápida.

4-0 y segundo anillo consecutivo para un equipo que se creció ante todas las adversidades, mostrando día tras día, eliminatoria tras eliminatoria, reto tras reto, ese corazón de campeón al que Tomjanovic se refirió en una cita para la historia.

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