El baloncesto universitario en los Estados Unidos ha sido, es y será escenario de emociones, rivalidades y momentos icónicos a lo largo de su rica historia. Entre los muchos eventos memorables que han moldeado el deporte de la canasta, la Final Four de la NCAA de 1939 ocupa un lugar especial. Esta fue la primera vez que se celebró dicho torneo y marcó el inicio de una tradición que se ha mantenido durante décadas, alcanzando hoy en día unas cotas de popularidad y seguimiento de las que muy pocas competiciones de cualquier deporte pueden presumir.
En 1939, el baloncesto universitario empezaba a adquirir popularidad, aunque todavía estaba lejos del fútbol americano y el baloncesto profesional. Su mayor hándicap, quizá, era que carecía de un torneo nacional organizado para determinar al campeón. En su lugar, los equipos universitarios participaban en una variedad de competiciones locales y regionales de lo más diversas. El baloncesto universitario estaba muy fragmentado y descentralizado en esa época, por lo que los equipos a menudo competían en torneos y ligas locales o regionales, y las rivalidades entre universidades obedecían principalmente a un criterio lógico de vecindad. El baloncesto colegial en sus primeras décadas era principalmente una actividad regional, y no se habían establecido las conferencias nacionales que existen en la actualidad. Las universidades competían en sus áreas geográficas y organizaban partidos amistosos contra otras instituciones cercanas. Fue en 1939 cuando la Asociación Nacional de Entrenadores de Baloncesto (NABC) propuso la idea de un torneo nacional. Esta idea fue recibida con entusiasmo, y así nació el torneo de la NCAA.
Tras una serie de partidos preliminares, la primera Final Four de la NCAA se llevó a cabo en el pabellón público de la Universidad de Northwestern en Evanston, Illinois, del 27 al 29 de marzo de 1939. Cuatro equipos llegaron a esta primera edición del torneo: Oregon, Ohio State, Oklahoma, y Villanova. El torneo se jugó bajo un formato de eliminación directa, donde los equipos compitieron en partidos de semifinales y luego en la final para determinar al campeón. Los cuatro conjuntos estaban llenos de talento y, sobre todo, ansiosos por demostrar su valía en este nuevo escenario nacional.
La primera semifinal de la NCAA de 1939 enfrentó a Oregon y Oklahoma. El entrenador de Oregon, que por aquella época llevaba el sobrenombre de Webfoots, Howard Hobson, había llevado a su equipo a la final con un récord impresionante de 29 victorias y 5 derrotas durante la temporada regular, lo que les convertía en claros favoritos frente al equipo dirigido por Bruce Drake. Los Sooners de Oklahoma se habían mostrado algo más irregulares, llegando a este encuentro con un balance de 11 victorias por 8 derrotas. El partido fue una exhibición de defensa sólida por parte de Oregon, que limitó a Oklahoma a solo 37 puntos. John Dick logró 14 tantos y lideró el ataque de Oregon, Laddie Gale anotó 11 y Slim Wintermute sumó 10 más mientras que su equipo lograba contener a Oklahoma en el otro extremo de la cancha. La victoria por 55-37 permitió a los Webfoots avanzar a la final.
En la otra semifinal medían sus fuerzas Ohio State y Villanova. Los primeros, dirigidos por el entrenador Harold Olsen, habían tenido una temporada correcta (14 – 6) y estaban ansiosos por avanzar a la final. Por otro lado, Villanova, bajo la dirección del entrenador Alex Severance, llegaba con un mejor récord (19 – 4) y una enorme confianza en sus posibilidades. Al descanso, sin embargo, se llegaba con un marcador de 25 – 10 favorable para unos Buckeyes que encontraron en Jimmy Hull al jugador desequilibrante que se necesita para decantar un encuentro así: 28 puntos de los 53 que logró el equipo al finalizar el encuentro tenían su firma. La defensa de Ohio State, además, solamente permitió que Villanova anotara 36 puntos en todo el tiempo reglamentario.
La primera gran final de la NCAA, por tanto, estaba servida. El enfrentamiento entre Oregon y Ohio State captó la atención de los aficionados al baloncesto universitario en todo el país. Ambos equipos habían demostrado su valía en las semifinales y estaban ansiosos por llevarse el título inaugural del torneo. El partido se resolvió con relativa facilidad a favor de Oregon (46 – 33), que volvió a apoyarse en la solvencia de sus tres principales encestadores para anotar el nombre de su universidad como primera campeona de la historia, algo que ya quedaría para siempre en los anales de la competición.
Pero, más allá de lo estrictamente deportivo, la celebración de este primer campeonato tuvo unas repercusiones a corto, medio y largo plazo que nadie podía anticipar, entre las que cabe señalar los siguientes aspectos:
– Establecimiento del baloncesto universitario como un deporte nacional: la creación del Torneo de la NCAA en 1939 ayudó a consolidar el baloncesto universitario como un deporte importante en los Estados Unidos. A medida que el torneo ganaba notoriedad, el interés por el baloncesto universitario se disparaba, y el deporte comenzó a recibir una atención mucho mayor en los medios de comunicación y en la sociedad en general.
– Fomento de la lealtad universitaria: la NCAA de 1939 ayudó a fomentar un sentido de lealtad y orgullo entre los estudiantes y exalumnos de las universidades participantes. Los aficionados se identificaron más estrechamente con sus equipos y comenzaron a seguirlos de manera más apasionada, lo que sentó las bases para las futuras rivalidades y tradiciones en el baloncesto universitario.
– Creación de una tradición deportiva: la Final Four de 1939 marcó el inicio de una tradición deportiva duradera en los Estados Unidos. Desde entonces, el torneo ha crecido en tamaño y alcance, convirtiéndose en uno de los eventos deportivos más esperados y seguidos del país. La emoción y la pasión que rodean al March Madness (como se conoce comúnmente al torneo) han hecho que sea un fenómeno mediático y cultural.
– Oportunidades para jugadores y entrenadores: el torneo brindó a jugadores y entrenadores la oportunidad de mostrar su talento a nivel nacional. Estos eventos ayudaron a lanzar carreras exitosas en el baloncesto universitario y en la NBA para muchos jugadores y entrenadores que participaron en la NCAA de 1939.
– Integración racial: si bien la NCAA de 1939 no fue un torneo diverso en términos raciales en ese momento, sentó las bases para futuros cambios en la integración racial en el baloncesto universitario. En las décadas posteriores, el deporte se volvió más inclusivo y diverso, reflejando una sociedad en evolución.
– Aumento en la popularidad del baloncesto en los campus: el éxito de la NCAA de 1939 contribuyó al aumento en la popularidad del baloncesto en los campus universitarios de todo el país. Los programas de baloncesto universitario comenzaron a recibir un mayor apoyo y recursos, lo que a su vez mejoró la calidad del juego y atrajo a más talento joven al deporte. En resumen, la Final Four de la NCAA de 1939 no solo marcó el comienzo de un torneo deportivo icónico, sino que también tuvo un impacto duradero en la cultura deportiva y social de los Estados Unidos. Esta competición no solo se trata de baloncesto; es una tradición que ha unido a las comunidades universitarias y a los aficionados al deporte en todo el país durante décadas.
Suscríbete a nuestras newsletter y no te pierdas ningún artículo, novedad, o menosprecio a Los Ángeles Clippers