«D’Angelo Russell es un buen jugador, con potencial, pero necesitamos un líder». Así, de forma breve pero rotunda, Magic Johnson daba por explicado el movimiento más importante en su corta carrera como Presidente de Operaciones de Los Angeles Lakers. Un dardo ardiendo en dirección un jugador que nunca terminó de cumplir las expectativas que se pusieron sobre él cuando fue escogido por Mitch Kupchak en el draft de 2015, tras una única temporada en Ohio State que le valió para alcanzar el número dos de su promoción.
¿Pero qué motivo ha empujado a Magic a deshacerse de un jugador, que si bien no ha aportado todo lo que se esperaba de él, sigue teniendo veintiún años y ya era el máximo anotador de su equipo?
Esa pregunta resuena con un potente eco sobre los aficionados del sur de California, que se dividen entre los que consideran un acierto el traspaso, y los que creen que los Lakers podría haber logrado a cambio algo más que un pívot talentoso como Brook López y perder de vista el dañino contrato de Timofey Mozgov, firmado solo un año atrás. Pocos, sin embargo, cuestionan la permanencia del base en la plantilla. D’Angelo tenía que salir.
Hay una nueva estrella en Hollywood
Posiblemente el billete de salida para Russell se terminó de firmar el pasado 16 de mayo, cuando los de California recibieron en la lotería el derecho de escoger en el número 2. Markelle Fultz y especialmente Lonzo Ball se mostraban al instante como las únicas opciones posibles, dos bases para un equipo que, parece mentira, aglutinaba en esa posición casi todo el talento joven -obviando a Brandon Ingram- existente en la plantilla. Un talento, eso sí, puesto bajo sospecha durante los últimos meses.
Conviene aclarar que uno de los aspectos que más ha convencido a Magic para seleccionar a Lonzo Ball en el pasado draft está muy alejado de capacidades convencionales como puede ser su tiro, su capacidad física o su visión de juego. Johnson se ha molestado -mucho- en escuchar lo que tenía que decirle el entorno de Lonzo: que el chico, además de jugar bien, tiene la cabeza muy bien amueblada. Que pese al dañino comportamiento de su padre, tan histriónico como estúpido, Lonzo es un tipo educado, trabajador, serio, y sobre todo -y Magic ha elogiado especialmente con esta faceta del muchacho- un ganador.
Ninguno de estos adjetivos se podrían colocar junto al nombre de D’Angelo Russell.
Porque no hay dudas. Que D’Angelo haya acabado en el destierro de los Nets no se debe a su pobre mejora en el tiro exterior. Ni a su discreta velocidad para un exterior, sin duda uno de sus grandes hándicaps sufridos en su primera etapa en la NBA. A Russell lo ha matado su nula implicación con la victoria. Evidentemente, comportamientos como el famoso caso en el que filtró el video de una supuesta infidelidad de su compañero Nick Young a la rapera Iggy Azaela tampoco ha ayudado, pero Magic lo tomó como algo secundario. Un acto infantil que incluso se podría considerar fomentado por la franquicia, empeñada en convertir el vestuario de los Lakers en un patio de recreo, huérfana de una figura respetable desde la marcha de Kobe Bryant. De Russell se opina en las oficinas Lakers que no le importa perder. Que pese a tener un talento innegable, no hay ni un gramo de sangre competitiva de verdad. Y para Magic, discípulo de Riley en la religión del éxito, un jugador que carece de fuego, está muerto.
Quizá el joven base todavía esté a tiempo de reconducir una carrera, que, como mínimo, no iba por donde tenía que marchar. Puede que este directo a la mandíbula le sirva para reaccionar, y para reconocer de una vez por todas que con unicamente talento es imposible triunfar en la NBA. Esa era la dirección y el deseo de Larry Nance, compañero de promoción y mejor amigo de Russell en el vestuario púrpura, en las clásicas declaraciones de velatorio post traspaso.
«Espero que la rompa en Brooklyn, que promedie 40 puntos, excepto cuando juegue contra nosotros. Ha demostrado que puede anotar y dirigir, hacer lo que tiene que hacer. Es un gran base. En Brooklyn puede darle la vuelta a todo esto.«
Como en todos y cada uno de los traspasos en la historia de la NBA, el tiempo será el único juez que podrá valorar lo adecuado del movimiento. Sin embargo, las palabras de Magic ” I needed somebody also that can make the other players better and also that players want to play with.” van a acompañar durante toda su carrera a D’Angelo Russell, pase lo que pase. Que sirvan como acicate en su carrera, o como los primeros clavos de una tumba demasiado prematura, estará en sus manos.
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