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Análisis

El viejo Vince

21 de noviembre de 2018. Más de tres lustros desde que Vince Carter dejara Canadá. Tras una suspensión errada, Kevin Huerter atrapa el rebote para devolverle la pelota a Carter, que corta por la zona. Air Canadá se cuelga a dos manos, alcanzando los 25.000 puntos en su carrera.

Vía: GettyImages

Todavía recuerdo aquel mate. Estaba viendo ese partido. Recibe el balón en el lateral, se gira, remonta la línea de fondo dejando atrás a un veterano Chris Mullin y la hunde de espaldas, sin piedad, tras un reverso para evitar las posibles manos de Dale Davis o el propio Mullin. Reverso que, en realidad, no era necesario. La rapidez de ejecución hacía imposible la réplica. La explosividad definida en una acción. Cuando agarra el aro parece que todavía está ascendiendo.

Era su décimo partido en la mejor liga del mundo y aquel rookie dejaba claro, por si aún existían dudas, que estábamos en presencia de un jugador diferente. Por juego y por carisma. Por capacidad y plasticidad. Sucedió el 24 de febrero de 1999. ¡1999! Han pasado veinte años…

21 de noviembre de 2018. Más de tres lustros desde que Vince Carter dejara Canadá para jugar en un contender como lo era entonces New Jersey Nets. Y tras los Nets, Orlando, Phoenix, Dallas, Memphis y Sacramento. Ahora viste la camiseta de los Hawks. Está a punto de finalizar el encuentro que se disputa en el State Farm Arena, precisamente, ante sus Raptors. Tras una suspensión errada por el propio alero, el rookie Kevin Huerter atrapa el rebote para devolverle la pelota a Carter, que corta por la zona. Sin oposición, Air Canadá se cuelga a dos manos, alcanzando los 25.000 puntos en su carrera. Significativa manera. Ante el equipo que le vio debutar y con la jugada que lo identifica.

Una carrera ligada a un mate

Hay tantas historias sobre Vince que podrían empezar con un mate… 7 de noviembre de 2005. Carter viste el uniforme de los Nets, que visitan Miami para medirse a los Heat. Richard Jefferson inicia una penetración, aunque se le hace de noche ante la intimidación de Alonzo Mourning. La bola sale rebotada y parece que Jason Williams se hará con ella, pero la mano derecha de Carter se antepone. La recoge y la pasa por detrás de su espalda antes de irse directamente a por el aro. Mourning sigue ahí y salta para tratar de impedir la misión. El resultado de todo aquello es el póster más salvaje de cuantos ha firmado el jugador formado en North Carolina. Absorbe el contacto y la baja con autoridad tiránica. Zo sale rebotado y está a punto de caer al suelo. En otro tiempo habrían aparecido dos rombos en la parte superior derecha de la televisión. Es para mayores de dieciocho.

Hay cierto paralelismo en esa jugada y nuestro punto de partida, aunque el resultado en este no haya sido satisfactorio. No, al menos, en los mismos términos. Regresamos a noviembre de 2018. Los Heat de nuevo presentes. Queda poco para el final del partido. La diferencia entre los de Florida y los Hawks es de apenas cuatro puntos. Kent Bazemore intercepta un pase y cruza la pista. Levanta la mirada y ve a Carter detrás de la línea de tres puntos, en la derecha. Piensa que es la mejor opción, de modo que le envía el balón. Vince finta el lanzamiento y su marcador se come el engaño. Acto seguido talona y busca el aro. Es como volver al pasado. Sus movimientos son tan reconocibles…

Le espera un tipo veinte años más joven, Bam Adebayo. Mi cabeza vuelve a recrear la escena de 2005. Creo que cualquiera que estuviese viendo el partido lo haría. Pienso en ese Carter joven y en todas esas víctimas posterizadas anteriormente. Si tuviese que añadir música sonaría Glory Days. Sin embargo, la realidad es otra. Aunque veamos cómo hace esos molinos en los calentamientos. El brazo extendido de Adebayo, en su salto vertical, se hace eterno y Vince debe rectificar en pleno vuelo. Acaba dejando el balón como puede, que rebota en el metal y se aleja del mismo. La vida. O el tiempo, que nos gana a todos.

Claro que una decepción no tiene por qué ser algo únicamente negativo. La experiencia es un grado. Sentado al lado de Bazemore en el vestuario después del encuentro, Carter comienza una nueva lección. Compara los escenarios, con Mourning y Adebayo como antagonistas y disecciona. Bazemore confiesa después lo aprendido:

“Pensaba que para hacer el mate simplemente tenías que saltar más que el rival. Me sorprendió porque hay una ciencia detrás de todo. Vince sabía que tenía que elevarse desde el suelo primero para, acto seguido, topar con Adebayo, que lo levantaría aún más, ayudándolo contra su propia voluntad a terminar la acción”.

Kent Bazemore

Carter y Bazemore continuaron la conversación en el avión del equipo e incluso llevarían el asunto al podcast que protagonizaron después. Cuando ponemos el foco sobre el verdadero valor actual de Vinsanity, la clave no es tanto esos minutos de calidad que puede sumar, sino la labor como mentor, como maestro, que aporta al grupo. Quien en su día fuese un atleta de otro planeta hoy es un sabio consejero, una especie de entrenador-jugador. O, yendo más allá, un entrenador de jugadores que comparte pista con ellos. Cuando una franquicia gasta su dinero en Carter, está apostando, también, en formación, en conocimiento.

Una carrera nómada afincada en Dallas

Fue en Dallas. Allí cambió el escenario. Tras salir de Nets disputó una temporada y media en Orlando y otra media en Phoenix. Los Mavs eran, por lo tanto, su cuarto conjunto en cuatro años. Un nómada otrora estrella que llegaba a los entonces campeones. Ambas partes parecían salir ganando: los texanos reforzaban su perímetro y Carter aterrizaba en un equipo que le daba la posibilidad de aspirar al anillo. Mark Cuban se apresuró a decir que deseaba desesperadamente que Vince pudiera lucir tal joya en uno de sus dedos.

“Es un guerrero. No comparto todas esas cosas que he escuchado anteriormente, como que es blando o no juega duro. Este hombre sale cada noche a darlo todo”.  – Mark Cuban

Desafortunadamente, el balance final de la asociación se saldó con dos únicas participaciones en playoffs, sin conseguir superar la primera ronda. En su segunda campaña a las órdenes de Rick Carlisle, Carter completó el proceso para convertirse en un valioso sexto hombre. Su cuerpo ya no soportaba igual el irse regularmente a más de treinta minutos por velada, de modo que, elegantemente, dio un paso a un lado para liderar la segunda unidad.

“Vince nunca fue un problema. Siempre pensó en el grupo. Y hacía grupo. No solo es un apoyo para los jóvenes. Tiene un gran sentido del humor y un magnetismo que te hace conectar con él. Los chicos crecieron viéndole como estrella. Escuchar sus historias y absorber esa experiencia es todo un lujo”. -Mark Cuban

En nuestra memoria están aquellas exhibiciones en las que se iba a los cincuenta puntos o los vuelos por encima de todos en una zona con tráfico denso. Pero su ética de trabajo es un factor desconocido por muchos. Eso le valió ganarse el respeto en el vestuario. En 2012 arribaba en Dallas, procedente de Marquette, Jae Crowder, confeso admirador de nuestro personaje. Como consecuencia compartieron banquillo muchas noches y las conversaciones entre ambos eran constantes:

“Realmente me acogió. Cuando necesitaba consejo, tanto dentro como fuera de la cancha, acudía a él. Siempre me habló de cómo prepararme para los partidos, cómo ser un buen profesional y cómo mantenerme firme cuando las cosas no salgan como deseara, porque la NBA es dura. Me enseñó a tomarme en serio mi trabajo y a ver este mundo como mi profesión”. – Jae Crowder

Crowder explotó años más tarde, en Boston. Jae le da a Carter todo el crédito por haberle proporcionado las herramientas para alcanzar el éxito. Pasaron horas juntos en la sala de vídeo, haciendo énfasis en la importancia de conocer el juego. Además, Vince explicó al joven lo importante que era construir una relación sólida con Rick Carlisle o cualquier otro head coach para el que acabase jugando.

“Me contaba sobre lo positivo que es tener la línea de comunicación abierta con cada entrenador que te dirija. A menudo parecía que era parte del cuerpo técnico”. – Jae Crowder

Aquellos Grizzlies del Grit&Grind

“Adoro a Vince, la persona”. Son palabras de Duane Ticknor, entrenador asistente de Memphis Grizzlies cuando Carter llegó a la franquicia de Tennessee. Aunque podría haber salido de la boca de cualquiera que compartiese tiempo con Vinsanity esas siguientes tres campañas. Los Grizzlies fueron un contendiente importante cuando se unió al grupo en 2014, complementando el núcleo veterano formado por Marc Gasol, Mike Conley, Zach Randolph y Tony Allen. Tras superar en primera ronda a Portland Trail Blazers por un contundente 4-1, en semifinales de conferencia toparon con los imponentes Warriors.

El desenlace final fue el esperado, pero durante la serie Memphis llegó a colocarse con un favorable 2-1, lo que evidencia el gran espíritu de lucha que caracteriza a los osos. Por desgracia, las siguientes dos campañas no resultaron tan satisfactorias. En el apartado individual, Carter promedió casi veinte minutos por noche durante esos tres cursos, alcanzando casi veinticinco el último, a sus ya cuarenta años.

“Es algo muy valioso para mantener la credibilidad y exponer a las claras que todavía puedes formar parte de la liga”.

Dueane Ticknor, entrenador asistente de los Grizzlies

Ticknor volvería a trabajar con Vince en Sacramento. El entrenador asistente se comprometió con los californianos en la campaña 2016-17, llegando el alero en la siguiente, quien firmó por un año. El decorado era completamente diferente al que se encontró en Memphis. Un grupo de jóvenes talentos por explotar, sin experiencia, como compañeros de viaje. Inculcarles una mentalidad ganadora era el objetivo de los técnicos y Carter a menudo actuó como intermediario entre jugadores y ellos. Entre los métodos de actuación del veterano alero, el apartar a los inexpertos cuando procedía corregir algo e instruirlos sin avergonzarlos delante del resto.

El récord de los Kings fue de 27-55. Perder partidos era lo habitual. Una noche en la que la derrota resultó más dura de lo habitual, Carter alzó la voz:

“Las victorias llegarán en su momento. Si seguimos compitiendo, esforzándonos y mejorando en cada entrenamiento y en cada partido, ese instante llegará”. Ticknor recuerda ese discurso: “Tenía la atención de todos y cada uno de los muchachos. Pero no únicamente de ellos, sino de todos los que estábamos en esa habitación. Era su habitación”. – Vince Carter

Carter también fue un novato. En 1998 escuchó esas arengas en la persona de Kevin Willis. El ala pívot tenía entonces 36 años y había pertenecido a la liga casi quince. No tardó en hacer migas con Vince. Ahora recuerda:

“Él quería aprender y absorber todo. Era una esponja. Deseaba conocer todo aquello que pudiera ayudarlo a mejorar. Pero lo más importante es que fue siempre muy respetuoso, algo que para mí resultaba genial. Él tenía esa capacidad, era disciplinado, ponía atención y entendía que aquello que le decíamos los veteranos solo iba a beneficiarle”.

Kevin Willis

Hoy él ejerce el papel de Willis.

Comandante en jefe: de plantillas veteranas a jóvenes

Una noche de diciembre de 2017, pasadas las dos y media de la mañana, Carter recibió un whatsapp de Willie Cauley-Stein. El joven pívot estaba acostado, pensando en sus objetivos y decidió pedir consejo al maestro sobre cómo alcanzar el siguiente nivel. Vince contestó de inmediato, haciendo hincapié en lo vital del sacrificio y el progreso físico y mental. Garrett Temple formaba parte de aquella plantilla: “Él lograba que el resto fuese receptivo con todo aquello que tuviese que decir”. A Temple, Carter le mostró la valía de tener una rutina constante.

“En alguna ocasión, chicos como Buddy Hield usaron trash talking. Entonces Vince era capaz de anotar de tres y volvía a defender su aro respondiendo a quien le hubiera picado. Es un competidor”.

Garrett Temple

Aunque más allá de las lecciones, los imberbes de los Kings pudieron disfrutar de Carter desde otro prisma. Los entrenamientos eran un show. En ocasiones, durante los partidillos, Vince tenía la oportunidad de lucirse cuando quedaba liberado. Temple hace memoria: “Había momentos increíbles. Nosotros nos preguntábamos cómo era capaz de hacer un 360, si tenía 41 años. Se supone que no debería poder hacer eso”. También recuerda los piques con los más jóvenes.

Y, aunque Carter solo pasara un año en Sacramento, jugadores de segundo año como De’Aaron Fox y Bogdan Bogdanovic han dado un paso adelante tanto dentro como fuera de la cancha. Para Ticknor, tanto Carter como Temple fueron claves en ese desarrollo:

“Creo que ellos dos fueron pilares en esta edificación y su enseñanza se prolonga en el tiempo. Aunque no estén presentes, todavía se sienten. Respecto a Vince, a veces la gente ve solo al jugador, pero hay detrás un gran ser humano. Va a ser un hall of famer y, sin embargo, yo creo que es mejor fuera del pabellón. Es una de las mejores personas que he conocido”.

Duane Ticknor

Bazemore y Carter coincidieron el verano de 2018 en un torneo de golf organizado por la Fundación Chris Tucker en Stone Mountain (Georgia). Ambos se cayeron muy bien e inmediatamente se pusieron manos a la obra, planificando un poco lo que sería la temporada que estaba por arrancar. Vince le habló de cómo hacer el juego más sencillo para los nóveles, creando un ambiente confortable para su progresión. Ambos estuvieron de acuerdo en que Bazemore, ya cercano a la treintena, también debería jugar un papel importante en todo aquello.

Trae Young es la apuesta de futuro de Atlanta. Vince Carter, siendo consciente, situó su casilla al lado de la del rookie, aunque en los desplazamientos el veterano se siente siempre con Bazemore, con quien comparte el podcast Winging It. Mientras que con el primero todo gira en torno a su formación, al que le aporta su conocimiento y experiencia adquiridos al lado de bases como Jason Kidd, con el segundo mejora sus habilidades como comunicador, algo que le viene bien de cara a un futuro, ya que espera seguir vinculado al juego detrás de los micrófonos.

Bazemore confiesa que creció admirando a Carter. Recuerda incluso haber tenido las zapatillas que él lucía. Ahora comparte equipo y espacio en la comunicación con su ídolo. Especial para él fue el episodio grabado en su casa con Stephen Curry y Andre Iguodala.

“Durante la grabación yo estaba sentado en el salón y me sentía como un niño en una tienda de golosinas. Charlar con ellos de esa manera es casi un sueño hecho realidad”.

Kent Bazemore

A veces nos cuestionamos si Carter realmente necesita seguir jugando. Nadie podría recriminar que se retirase. Incluso hay quien piensa que seguir poniendo la mano en equipos sin ambición es un poco estropear el final. Pero lo cierto es que nadie puede dudar del legado de Vince, de su currículum. Cierto es que le falta un anillo. Y que, en lugar de perseguirlo, ha optado por formar parte de grupos que necesitan de enseñanza. Sitios donde tiene minutos a la vez que comparte su experiencia.

“Adora el baloncesto. Le encanta jugar. Pienso que ha ido a donde ha creído que puede saltar a la pista y liderar, no solo en dentro de la cancha, sino en todo lo que rodea a este deporte. Él es ejemplo de cómo se lleva una carrera en la NBA”.

Mark Cuban

“Hizo el esfuerzo para lograr un título cuando estaba en su mejor momento, pero simplemente no llegó. Tienes que respetarlo, porque ahora no ha buscado recalar en los Warriors o algo así. Cualquier equipo estaría encantado de tenerlo en sus filas, pero él ha elegido hacer otro tipo de cosas, involucrarse en equipos que están en periodos de reconstrucción”.

Kevin Willis

Cada vez que Willis asiste a un partido de los Hawks, se toma su tiempo para hablar con Carter, antes o después del mismo:

“Miras hacia atrás y te das cuenta de que el tiempo pasa volando. Recuerdo cuando era novato. Él me llamaba ‘OG’ (Old Glory) y yo pensaba que, si tenía suerte, algún día estaría en mi situación. Ahora me río de él y le digo que está donde yo estaba hace veinte años. Ahora, él es el ‘OG’”.

Kevin Willis

La historia del viejo Vince continúa. Y podemos afirmar que estamos en el epílogo de la misma. Simplemente nos queda disfrutar lo que queda del camino. A nosotros y a sus compañeros de equipo.

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