Solo aquellos que arriesgan ir demasiado lejos pueden encontrar lo lejos que pueden llegar
(T.S. Eliot)
Un pensamiento similar debió cruzar la mente de Baba Bartolomé Miller cuando tomó la valiente decisión de abandonar la cantera del Real Madrid para enrolarse en las filas de la universidad americana de Florida State. Lo cómodo, lo sencillo, lo seguro, hubiera sido permanecer en el equipo que apostó por él cuando apenas tenía 12 años. Vistiendo la camiseta blanca fue quemando etapas, ascendiendo peldaños, llegando incluso a debutar con el primer equipo en Euroliga, nada menos que frente al CSKA de Moscú. Aquel 23 de diciembre de 2021 siempre permanecerá imborrable en la cabeza de Baba. Un minuto y cincuenta y cuatro segundos inolvidables, que supusieron su debut como profesional.
El ejemplo a seguir estaba claro: Usman Garuba. Jugador con una trayectoria personal similar, todo parecía que la carrera de Baba iba a ser poco menos que un calco de la del actual miembro de los Houston Rockets. Y tenía su lógica. El Real Madrid ha demostrado que es uno de los mejores clubes a nivel formativo, que su cantera es una fuente inagotable de talentos y que, con el mismísimo Luka Doncic como bandera, saben tener paciencia y no precipitar el salto al profesionalismo de ninguna de sus jóvenes promesas. Porque las prisas pueden ser malas consejeras y una decisión desacertada, en este sentido, puede conllevar consecuencias nefastas para la carrera de un chico.
Pero Baba tenía sus propios planes y, sobre todo, una ilusión. Jugar en la NCAA. Visitó muchas universidades antes de tomar una decisión definitiva. Sabía que estaba ante un momento crucial de su formación y resolver su salida del Real Madrid no fue fácil. Paradójicamente, el mismo momento de su debut en Euroliga supuso un punto de inflexión, ya que Baba se dio cuenta de que todavía no estaba preparado, especialmente a nivel físico, para competir al máximo nivel con jugadores profesionales con un largo bagaje a sus espaldas. Formativamente, concluyó Miller, sería mucho mejor para su carrera emigrar a los Estados Unidos. La decisión estaba tomada. El destino: Florida State.
El 6 de junio de 2022, Baba llegó a su nueva plaza cargado de ilusión. Le había cautivado el proyecto, la trayectoria y las expectativas de unos Seminoles dirigidos por toda una leyenda: Leonard Hamilton. Ante sus 2’11 centímetros se abría todo un abanico de posibilidades, se intuía un futuro prometedor para un alero cuyas características (ágil, buen tiro, rápido, gran envergadura…) le colocaban ya incluso como un potencial “lottery pick” en el draft de 2023. Sin embargo, los hados le guardaban un revés inesperado…
Al poco de aterrizar en Florida, el comité organizador le impuso una dura e inesperada sanción: durante los primeros 16 partidos del equipo, Baba Miller no podría ser alineado con el equipo. La causa del castigo era que el jugador había aceptado una invitación, con todos los gastos pagados, para volar en avión y entrenar con la universidad de Texas antes de firmar por ningún equipo, algo que está prohibido por el reglamento de la liga. El desconocimiento de la norma por parte de la familia no fue atenuante suficiente. Tampoco lo fue el hecho de devolver inmediatamente todo el dinero recibido. Aquel “error”, lógico en cualquier persona que se encontrase en la misma situación, ahora se traducía en una dura penitencia. Un vuelo, un maldito vuelo, suponía que Miller se perdiese más de la mitad de la liga regular, además de la totalidad de los encuentros del calendario non-conference.
No obstante, en el carácter de Baba Miller no entra rendirse ni arrepentirse de nada. Ya no había vuelta atrás. Lo mejor que podía hacer ante aquella situación, injusta para muchos, era convertirla en oportunidad. Y así lo hizo. Dedicó ese tiempo a trabajar duro en el gimnasio, a coger peso, a conocer las dinámicas del equipo y entrenar lo más fuerte posible para mostrarle al entrenador que, tan pronto como estuviera disponible, podría contar con él y que su aportación al conjunto sería inmediata.
El ansiado debut llegó el pasado 12 de enero, frente a Wake Forest. Diecisiete minutos en los que Baba anotó cuatro puntos y capturó cuatro rebotes. Desde ese momento, todo parece circunscribirse a un plan de incorporación progresiva milimétricamente diseñado por Leonard Hamilton: 18 minutos frente a Notre Dame (4 puntos, 6 rebotes), 13 minutos contra Pittsburgh (2 puntos, 5 rebotes), otros 17 minutos en el encuentro que disputaron frente a Miami (6 puntos, 2 rebotes), y 20 minutos contra Clemso en la que ha sido su mejor actuación hasta la fecha: 11 puntos y 4 rebotes.
Ningún seguidor habitual de la NCAA se sorprenderá de estos números en este contexto. Leonard Hamilton es un entrenador que reparte mucho el tiempo en cancha y a quien no gusta tener un jugador que aglutine demasiados tiros. Para un jugador como Baba Miller, “freshman”, extranjero recién llegado al país, todo esto forma parte de su proceso de adaptación. Poco a poco vemos como el juego de Baba va evolucionando, progresando, y su carrera empieza de nuevo a levantar el vuelo.
Esperemos, eso sí, que, a diferencia de aquel otro que le llevó a Texas, este vuelo sea siempre en trayectoria ascendente y solamente sufra las turbulencias lógicas de un trayecto que todavía se encuentra en fase de despegue. Él, junto a otros jóvenes como Santi Aldama, Juan Núñez o Aday Mara, son la próxima generación señalada, llamados a mantener el baloncesto de nuestro país en lo más alto del panorama mundial. Solamente por eso ya merece la pena tener la vista puesta en este magnífico “prospect”.
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