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Reflejos

El último baile que pudo acabar en tropiezo

El relato de aquella ocasión en la que los Indiana Pacers, capitaneados por Larry Bird y Reggie Miller, estuvieron a punto de arruinar la mayor epopeya que se haya presenciado en la NBA

Todos hemos visto El Último Baile (The Last Dance), el documental coproducido y distribuido por ESPN y Netflix cimentado en el último campeonato ganado por los Chicago Bulls en la temporada 1997-98. Un cuento de hadas que parecía, bajo toda lógica, el colofón al viaje del héroe. No podía ser de otra manera, no con Michael Jordan. Todas las piezas estaban dispuestas sobre el tablero para el jaque mate.

La realidad, sin embargo, es que el cuento podría haber sido más cercano al relato original de la Caperucita Roja creado por los hermanos Grimm que a la versión actualizada y edulcorada. Específicamente, la diferencia de cinco puntos que separan al número 88 del 83. Cinco puntos que, de manera histórica, pesaron mucho más que las tres horas de viaje en coche existentes entre Indianápolis y Chicago. Y encarnando Reggie Miller al lobo feroz que hubiera acabado con todo sueño de culminación por parte de la muchacha de capa roja representada por Jordan.

Todo comenzó con Reggie Miller en 1987. Aunque, para ser sinceros, empezó de verdad de la buena con Larry Bird una década más tarde. Los Pacers se habían perdido los Playoffs en 1996 por primera vez en siete años bajo la dirección de Larry Brown con un registro de 39 victorias y 43 derrotas. El periplo de Brown como entrenador había sido satisfactorio, pues en el 93 ganaron su primera serie de postemporada y llegaron lejos en las dos siguientes, pero la dinámica positiva estaba agotada en las etapas finales del proyecto. De ese modo, Larry Bird, su legendario jugador local, sería contratado por Donnie Walsh (mítico General Manager de esta época de la franquicia) como entrenador sin experiencia alguna bajo el mando de ningún equipo. Recordemos esta frase de su época como jugador: “Los entrenadores pueden hablar y hablar y hablar de algo, pero si tú lo consigues sobre la cancha y se lo demuestras, es mucho más eficaz”.

Aquellos Pacers eran el mejor equipo que sus aficionados habían disfrutado hasta la fecha.

Durante su primera temporada en los banquillos, los Pacers lograron un balance de 58-24, récord por aquel entonces de la franquicia, llegando a las finales de Conferencia tras vencer a los Cavaliers 3-1 y a los Knicks por 4-1. Eran top 5 de la liga en eficiencia tanto ofensiva como defensiva, máximos históricos. El elenco de nombres era de un nivel estratosférico: Reggie Miller, Rik Smits (ambos All-Star aquel año), Mark Jackson, Antonio Davis, Jalen Rose y Chris Mullin, entre otros. En el banquillo no solo resaltaba Bird, sino que también se encontraba Rick Carlisle como asistente, actual entrenador de Indiana y ganador del anillo de los Dallas Mavericks en 2011. Es decir, aquellos Pacers eran el mejor equipo que sus aficionados habían disfrutado hasta la fecha -y quién sabe si hasta nuestros días, a pesar de llegar en el 2000 a las Finales que perdieron contra los Lakers-.

Así, tras alcanzar las finales del Este, se comenzó a fraguar la batalla dialéctica y competitiva contra los Bulls. Todos en Indiana sabían que tenían el talento y la profundidad necesarias para mandar a Michael a colgar las Air Jordan. «Confiábamos en poder destronar a los Bulls», dijo Jalen Rose. «Sentíamos que éramos igual de versátiles. Teníamos a Rik Smits, el Dunking Dutchman. Mark Jackson, uno de los mejores asistentes que ha visto la liga. Teníamos a los hermanos Davis. Chris Mullin, uno de los mejores tiradores de todos los tiempos. Reggie Miller, nuestro (jugador) Salón de la Fama. Tenemos un grandísimo equipo». Miller, por su parte dijo: “Han visto de todo, pero no nos han visto a nosotros. Le voy a hacer sudar (a Jordan)”.

Los Pacers perdieron los dos primeros partidos en Chicago antes de volver al Market Square Arena, pero consiguieron igualar la serie con un par de victorias por dos puntos en los dos combates siguientes, incluido el del cuarto partido, en el que un Miller lesionado del tobillo anotó el triple ganador en uno de los mejores momentos de su carrera, esa mítica acción en la que no deja de dar saltos de alegría mientras Larry Bird contempla serio el trabajo aún no terminado. El quinto partido lo ganaron los Bulls 106-87 con una amplia superioridad de los de la ciudad del viento, pero el sexto lo consiguieron conquistar gracias a una gran actuación de Smits con 25 puntos y ayudado por Dale Davis con 19 puntos. Se concretaba el temido séptimo partido.

“Si tuviera que elegir a un equipo que nos complicó más en una eliminatoria, serían aquellos Pacers junto a los Bad Boys de Detroit”. Michael Jordan

La presión la tenían los Bulls. Jugaban en casa y defendían título. Los Pacers empezaron el partido metiendo sus primeros ocho tiros, generando una ventaja de 20-8 en el marcador. Pero no lograrían mantenerla. Los Bulls volvieron mentalmente al partido tras la entrada de Dennis Rodman, superando ampliamente en rebotes a los grandes de los Pacers. El partido estuvo igualado durante el resto de la primera parte, y los Bulls se aferraron a una ventaja de 48-45. Tras el descanso, fue Toni Kukoc el que se echó a los de rojo, blanco y negro a las espaldas, anotando 14 puntos sin fallo en el tercer cuarto. De no ser por el croata, los Bulls se podrían haber tropezado gravemente.

A 5:50 minutos para el final, Antonio Davis anotó una suspensión para dar a Indiana una ventaja de 79-77. Fue la última que disfrutaron los Pacers, ya que los Bulls terminaron el partido con un parcial de 11-4 para ganar. A pesar de estar dos puntos abajo a falta de 2:02. Y con Reggie Miller sin conseguir meter un solo punto en todo el último cuarto. 88-83. Se acababa el sueño y el último baile podía continuar. “Si hubieran tenido ventaja de campo, podría haber salido otro resultado. Pero nunca lo sabremos”, decía Scottie Pippen al final del partido. Donnie Walsh, pasadas unas semanas, argumentó lo siguiente: “En el pasado teníamos la sensación de ser felices de haber llegado tan lejos. Pero esta vez era distinto, nos creíamos mejores a Chicago y cuando perdimos nos dolió mucho. Quizás ese sea el primer paso, pensarte a ti mismo como campeón. Y eso no ocurrió en el último partido. Pero sí que vi miedo en los ojos de los Bulls”.

Los Indiana Pacers de la temporada 1997-98 merecen el privilegio de ser el primero de muchos equipos de la franquicia en quedarse a las puertas de derrotar a un grande histórico, como después ocurriría con los Lakers o los Heat. “Aquella serie contra Indiana fue la más complicada a la que tuvimos que enfrentarnos. Eran grandes, fuertes, físicos”. “Si tuviera que elegir un equipo que nos complicó más en una eliminatoria, serían aquellos Pacers junto a los Bad Boys de Detroit”, dijo el mismísimo Jordan en el documental. El final de la historia, ya lo conocemos todos. El final de película. Recordemos, pues, que para que los héroes puedan ser recordados, los villanos deben ser enterrados. Habrá quien piense que es injusto. Por eso hoy desempolvamos la pala.

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