Hay que querer ser Joel Parra

Han pasado ya cinco temporadas desde que Joel Parra (Barcelona, 2000) debutara con el club del que es parte desde que tenía cinco años, el Joventut de Badalona. Tampoco ha cambiado tanto el panorama en el baloncesto nacional; Real Madrid y FC Barcelona siguen acaparando, con alguna heroica gesta de otros clubes como este curso Unicaja, la gran mayoría de títulos disputados en sus vitrinas y peinando un mercado de ‘cupos’ escaso al que ahora se le ha abierto la puerta de cruzar el charco con el famoso NIL de la NCAA, liga universitaria estadounidense, que permite a los jugadores ingresar dinero por patrocinios.

Dentro de este mercado monopolizado, Joventut ofrece una de las mejores oportunidades a los jóvenes para abrirse un hueco en la Liga Endesa y demostrar su valía dentro de una plantilla competitiva tanto en competición doméstica como en Eurocup. Prueba de ello han sido antaño Ricky Rubio o Rudy Fernández y Alberto Abalde o Xabi López-Aróstegui de manera más reciente. Pero el alero barcelonés tiene todas las papeletas para terminar siendo un gran nombre en la historia del conjunto verdinegro, quién sabe si capitán ahora que parece marchar Albert Ventura.

Tras esta temporada 2022/2023 que puede considerarse un momento dulce del baloncesto español donde los equipos no llamados transatlánticos han acercado posturas con la más absoluta élite nacional, pese a tener el mismo desenlace de siempre, sale a relucir el producto nacional, ya sea mediante entrenadores, jugadores formados en las canteras o apuestas de grandes directores deportivos en jugadores más desconocidos o a través de los propios jugadores locales que se destapen como figuras de relevancia en sus respectivos equipos.

Esta situación la ha sabido aprovechar a las mil maravillas Joel Parra. Tras un año en el que sonó con fuerza para el Real Madrid y se recalcó la imposibilidad que tenía el Barça para entrar en esa puja o de poder asumir el pago de su cláusula, que parece oscilar entre el millón y millón y medio de euros según diversas noticias de Gigantes del Basket o Marca, el nombre de Parra ya no genera tanto revuelo entre los grandes medios de comunicación, quizá en parte también por tener un rol secundario en el último oro de la selección en el Eurobasket 2022.

Esta posición más lejana al foco ha servido al alero para ganar madurez, oficio y responsabilidad en un Joventut que ha ido de menos a más en el que ya saben de lo que es capaz sin necesidad de buscar un escaparate de su calidad individual. Protagonista en la serie ante Real Madrid por el golpazo que le propició su compañero Ellenson fortuitamente, aprovechó el marcaje especial que hicieron los de Chus Mateo a Kyle Guy luego de su exhibición en el primer partido de la serie para ser más decisivo en ataque, prueba de ello los 17 puntos con 7/12 en tiros de campo que firmó en el último partido de la semifinal.

Una mejoría ya latente durante el curso. En la ACB, donde ya había sido elegido jugador con mejor progresión el año anterior, ha aumentado su promedio anotador de 8,7 a 9,6 tantos con un triple más intentado por juego (de dos lanzados a casi tres) aunque reduciendo el porcentaje de acierto del 36% al 30% y otro incremento en los lanzamientos de dos intentados con 0,7 más que el curso anterior y una mejoría en el acierto del 53% al 55%. En el rebote, captura uno más cada encuentro, pasando de 4,4 en la 21/22 a 5,5 esta temporada para un crecimiento total en Liga Endesa de 10,3 a 12,2 de valoración.

Aún se ha visto una mejor versión de Joel Parra en una Eurocup donde la Penya estuvo muy cerca de salir campeón pero se topó en semifinales con el posterior ganador de la competición, DreamLand Gran Canaria, que derrotó a los verdinegros por 89-86 con doce puntos y tres rebotes de Parra. En ámbito continental, ha subido también más de dos puntos por juego, de 10,5 a 12,9 con unos porcentajes de absoluta élite (60% de acierto en tiros de dos y 49% en triple, 37/75) y, aunque recoja menos rebotes (3,9) sus 14,4 de valoración por partido lo convierten en uno de los mejores aleros nacionales, pero también de dicho torneo.

Hemos visto como su aumento de confianza y un rol más relevante le han permitido crear sus propios tiros, incluso desde el triple (ante Real Madrid intentó varios step-backs con acierto) y mantener esa condición de exterior enorme de tamaño que es capaz de marcar diferencias en el poste bajo, rebote y defensa, tanto en uno contra uno como en las ayudas, pero que sus 202 centímetros de estatura no lo encasillan para nada en un jugador tosco, sino que puede poner el balón en el suelo en carrera donde, por potencia, se hace muy difícil de frenar.

Las conclusiones de este segundo año en el que Parra puede ser considerado un jugador de primera fila nacional reafirman su buena mano en el catch&shoot, especialmente desde las esquinas, su poderío físico para penetrar tras rizo o conducir y correr contraataques y su definición como gran defensor por envergadura y por facilidad para aguantar el contacto, pero también vislumbran que puede seguir creciendo y desarrollar más recursos ofensivos si su entrenador le requiere mayor responsabilidad.

Nadie garantiza que el futuro del alero zurdo esté ligado de forma vitalicia al Joventut, pero la apuesta firme que ha hecho el técnico Carles Durán por él y que los de Badalona mantengan esa posición que les permita luchar por objetivos ambiciosos pueden seguir atrasando la marcha de un jugador que tiene contrato hasta 2025 y que ya puede ser considerado la cara visible de uno de los equipos con mayor historia del baloncesto nacional. Y quién sabe, quizá estos ejemplos motiven al talento local, y sobre todo a los clubes y cuerpo técnico, a apostar firmemente por el baloncesto nacional y otorgar una escena de mayor nivel si cabe en años futuros. El joven jugador tiene que querer ser Joel Parra López.