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Mumbrú y Valencia Basket, temporada uno. ¿Continuará?

La primera página del proyecto de Alex Mumbrú en el Valencia Basket echa el telón de la peor forma posible. ¿Veremos segundo acto la próxima temporada?

acb Photo / M.A. Polo

Valencia Basket despidió ayer una aciaga temporada 2022/2023 ante su afición de la peor de las maneras; encajó el récord de triples en un partido de playoff de ACB con 18 aciertos del FC Barcelona, con Tobey como último participante para más inri mientras que los de Mumbrú firmaron un paupérrimo 5% de acierto. Más de siete mil personas aclamaron a Josep Puerto en su ofrenda del Trofeo al Esfuerzo que la afición le otorgó votando mediante su web oficial, jornada a jornada, al jugador que más se ha esforzado en cada encuentro. Las mismas que casi dos horas más tarde despidieron a Sam Van Rossom, quien decía adiós al club de su vida tras más de diez temporadas a los mandos en un cierre de curso que apuntaba a no ser el único que hiciera las maletas.

Todas las estadísticas apuntaban a que La Fonteta acogería su último encuentro hasta la próxima temporada: había perdido cuatro de los últimos cinco enfrentamientos de competición liguera en su campo ante el Barça y cuatro de los cinco duelos de este curso, aunque no caía por 2-0 desde el 2011 ante Bilbao Basket. Como había relatado Mumbrú en la previa: “Cuando acabe ya haremos valoraciones, no es lo mismo no pasar el Playoff que llegar a la Final o ganarla. Todo puede cambiar de un día para otro. Luchamos y trabajamos para que sea así y la primera batalla que tenemos delante es la siguiente”, una derrota suponía el segundo año consecutivo cayendo en cuartos de final de Liga Endesa que, sumado al más que posible regreso a Eurocup el curso que viene, debía calificar la temporada como insuficiente. Recordemos que el bagaje del equipo en Euroliga había sido de 15-19 que otorgaba una amarga decimotercera posición a los ‘Taronjas’.

La plantilla

Shannon Evans ocupaba la plaza de un Klemen Prepelic que ha tenido más de una polémica en el curso y al que los rumores sitúan en Panathinaikos. Los problemas de extracomunitarios también han azotado a la estabilidad del equipo. Pero el ejemplo más claro no se vio hasta el propio día de partido, cuando Jasiel Rivero publicó en sus stories de Instagram varios emoticonos de risa al enterarse de su no convocatoria para esa misma tarde mostrando su enfado de forma satírica. Hecho que Mumbrú determinó como “equivocación” en rueda de prensa ya que, de igual manera, “Harper y Webb también han tenido que perderse partidos”.

Antes de comenzar el encuentro, el periodista Carlos Martínez ya anunciaba en un tuit “Bienvenidos al tren de cambio estructural de Valencia Basket. Seréis bienvenidos todos” algo que muchos fans interpretaban como una limpieza a gran escala en el mercado veraniego con Dubljevic como gran protagonista de las preguntas dentro del tópico ‘¿Se marchará (Dubi u otro jugador?’ y al canterano Víctor Claver, otro gran mito taronja, como gran actor secundario. Los cuchicheos entre los asistentes al partido aprobaban esa idea de proyecto 23/24 con un club renovado en el que solo siguieran en plantilla Chris Jones, Shannon Evans (el gran beneficiado del encuentro, que contó con una afición totalmente volcada con él y en contra de Mumbrú cada vez que le sustituía), Josep Puerto y Jonah Radebaugh como nombres más repetidos.

Después de la derrota, Álex Mumbrú declaró en rueda de prensa, al ser preguntado sobre si él a principio de curso hubiese descrito la plantilla como de su estilo, que lo fácil sería decir que no, pero significaría echar balones fuera y él prefiere asumir responsabilidades. Algo que se intuye relacionado con el “sabemos el porqué de la mala imagen dada y de las malas dinámicas, las hemos analizado” que concluyó en la pregunta anterior de forma muy tajante.

Ambiente

Aun con el mar en contra, la grada local mostró un gran ambiente desde el inicio y trató de remar junto a su equipo para romper esas predicciones negativas esperadas. Luego de una gran ovación a Mike Tobey, la ilusión se reflejaba en muchos sectores de La Fonteta y las ganas de animar, de hacerse notar eran evidentes en los minutos antecesores al partido y en los primeros de este, algo con lo que quizá mucha gente no contaba por el cómo se había llegado a este final de la temporada y la actitud más tranquila de la grada en algunos encuentros recientes. Pero un club de tales dimensiones nunca quiere que un año acabe así, todo ha sabido a poco y los mimbres para alargar la serie y ganar a grandes equipos, como ya se había hecho ante Fenerbahçe o Efes, estaban ahí, con la necesidad de contar con las siete mil gargantas presentes jadeando hasta el último minuto. En colaboración con el speaker, las palmas retumbaron el pabellón hasta que los visitantes sacaron el rodillo, nunca fue por falta de fe.

El nivel de intensidad del arranque no tiene casi precedentes en el curso, con un Dubljevic súper agresivo en la defensa de bloqueos directos, colapsando la mente del siempre ingenioso Laprovittola. Aunque era algo que los seguidores agradecían, terminó por desembocar en tensión e hiperactividad y con el Barça aprovechando ese exceso de energía para mover el balón de forma perfecta ante un capitán que ponía todo de su parte pero que ya no tiene la movilidad de antaño. Poco a poco se fue apagando el pabellón local. Con un volumen de cánticos mucho menor, aspavientos, abucheos y algún silbido merodeaban La Fonteta que entristecida veía el final que nadie esperaba, ni quería, acercarse de forma imparable. Una ensordecedora pitada en un tiempo muerto a dos minutos del final de la primera mitad cuando los visitantes alcanzaban por primera vez los veinte de ventaja parecía significar la bandera blanca en algunos jugadores, pero sobre todo entre algunos fans que abandonaban el recinto enrabietados sin ni siquiera esperar al descanso.

La actitud de Chris Jones en cada error era de desear el pitido final. La de Harper con su entrenador muy distante y el silencio opacaba la esperanza que antes se veía. El esfuerzo de ‘Dubi’ siguió siendo titánico, luchando por los balones divididos desde el suelo como no se le veía hace mucho, pero resulta tan difícil que un jugador que nunca ha destacado por su esfuerzo defensivo lo haga a estas alturas de la película y ante uno de los mejores equipos de Europa, que para nada lograba marcar diferencias. Cuando se sucedían buenas acciones defensivas, algún halo de esperanza se entreveía en La Font de Sant Lluís, pero cada ataque no saldado de manera eficiente multiplicaba las caras largas vistas en la mala jugada anterior. Aun así, la afición local renegaba de la fiesta culé en su feudo e imposibilitaba que los cánticos visitantes fueran protagonistas como muestra de orgullo.

Martin Hermannsson, sin jugar hasta el último periodo, cambió la cara de un equipo que finalizó el choque mucho más organizado y coral con el islandés en cancha. Salió del campo a menos de dos minutos de acabar con una tremenda ovación como pocas se han visto este curso en la capital del Turia y que, tras entrever los abrazos al cuerpo técnico, podía sonar a despedida. La entrada a campo de Guillem Ferrando pasó a un segundo plano, que resultó luego un tercero con la sustitución de Dubljevic, que atisbaba aún mayores presagios de final con un aplauso largo y tendido al capitán montenegrino que disipó algún pito de sectores lejanos con sus característicos y potentes abrazos a cada uno de los integrantes de la plantilla y staff valencianos. Todo terminó siendo un mero partido de baloncesto, una derrota más, una victoria menos, cuando se anunció la despedida de Sam Van Rossom. La afición fue asumiendo el final y rindió culto a los jugadores que parecían no volver a vestir la naranja el curso próximo. No hubo tiempo al intento de pañolada local ni a los gritos de “fuera, fuera” que asomaron casi al unísono de la bocina. Los jugadores, entrenadores y aficionados se volcaron con el belga que lo mereció más que ninguno por su entrega durante los más de diez años servidos al club ‘taronja’ al que dijo adiós tras un amargo final entre lágrimas y sollozos. ‘Samy’ tendrá un acto de despedida oficial en los próximos días en los que en ningún momento será opacado por la derrota del viernes.

Bagaje del curso: ¿Y ahora qué?

Ha sido una temporada en la que Valencia Basket no ha destacado en casi nada en cuanto a juego y ha dependido de la inspiración de sus pequeños jugones como Jones y Harper sobre todo y el oficio de especialistas como Webb, sobre todo desde que el modo MVP de Rivero terminó antes de comenzar 2023. Se ha acomodado en la mitad de la tabla en casi todas las líneas estadísticas que recoge la ACB, competición en la que sólo asoma dentro del TOP 5 en recuperaciones por partido, donde han sido terceros (10,7), en cantidad de triples anotados por encuentro con más de diez por juego que dejan a los ‘taronja’ quintos en dicha clasificación y es otro tercer puesto el que ocupan en porcentaje de tiros libres, donde roza el 78%. Ha finalizado sexto en puntos y séptimo en valoración, pero con una defensa, sobre todo interior que no alcanza para competir con los mejores de forma rutinaria.

En estadística avanzada, es uno de los peores en eficiencia defensiva con 109,6 puntos encajados cada cien posesiones, cifra que incluso supera por 0,4 su eficiencia ofensiva de 109,2, aunque cuenta con un más-menos superior a tres por encuentro. Mumbrú ha encontrado su estructura de quinteto predilecta tarde, con ese doble base por fuera, excluyendo a Prepelic, ‘2’ más puro, de las configuraciones y dos alas grandes para escudar al pívot. Algo que ha ayudado un poco a asegurar rebotes, donde ha sido el segundo peor equipo de la liga en totales (33,3) y el peor, empatado con el tempranamente desahuciado Carplus Fuenlabrada, en defensivos (23). Son datos que ejemplifican sin dar lugar a ningún tipo de duda cuál ha sido el gran hándicap del equipo y por donde debe ir la remodelación de plantilla, la cual parece que será dirigida por un nuevo director deportivo ante la muy posible baja de ‘Chechu’ Mulero.

No hay nada oficial más allá del adiós de Van Rossom, por lo que las próximas semanas se antojan plenas de rumores en los aledaños de La Font de Sant Lluís. Aluvión de críticas durante toda la temporada a plantilla, directiva y entrenador. Valencia tendrá menos presión para afrontar la temporada y confeccionar una plantilla competitiva en España y Europa, pero la afición exigirá resultados y una temprana vuelta a la Euroliga para estrenar el nuevo pabellón por todo lo alto. Una organización de la talla de Valencia Basket no va a permitirse repetir resultados. Alex Mumbrú señaló al acabar el partido que había venido a “hacer un proyecto, no a entrenar una temporada” y se ve “con fuerzas para seguir” a expensas de hablar con el club. Es el primer paso para empezar con una remodelación que se antoja importante y a la que se debe exigir rigor y acierto.

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