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Objetivo Europa

La vida después de Wemby

Victor Wembanyama ya era una sensación antes de llegar a la NBA. La estrella francesa comandó a los Metropolitans 92 de la Pro A francesa en una temporada histórica. Su marcha a Estados Unidos ha marcado un antes y un después el equipo parisino.

wikimedia

Si buscamos en Google Noticias información sobre los Metropolitans 92 existe un corte temporal en el mes de junio de 2023. Fue ese el momento en el que los San Antonio Spurs draftearon a Victor Wembanyama, conocido como Wemby. Desde ese momento, el equipo que sirvió como “soporte” para el joven francés perdió todo el interés mediático que había tenido a lo largo de una temporada completa. El conjunto metropolitano, cuyos partidos incluso había retransmitido la NBA a través de su aplicación, pasó de jugar en Las Vegas frente al G-League Ignite en un partido de exhibición a volver a su anonimato en la competición doméstica francesa.

Para conocer el origen de la historia, de la relación entre los Metropolitans 92 y Wembanyama, debemos de remontarnos a junio de 2022. Wemby decidió salir del ASVEL, dejando de lado las competiciones europeas y la exigencia competitiva de un equipo puntero en Francia, todo ello con el objetivo de desarrollar su juego y sentirse importante de cara a ser elegido en la posición más alta posible del Draft. Todas sus necesidades las encontró en los Metropolitans 92, un equipo fundado en 2007 que juega sus partidos en un pabellón de apenas 5.000 butacas y que rara vez ha llegado a estar en el Top 10 de la liga francesa. El proyecto, comandado por Vicent Collet (seleccionador francés), se construyó y desarrolló sus planteamientos en torno al joven jugador. De esta forma se satisfacían los deseos de Wemby y el equipo del área metropolitana parisina veía cómo sus posibilidades de hacer algo grande aumentaban. La gran promesa del baloncesto nacional crecía en el ambiente que necesitaba, mientras que los Metropolitans 92 se lucraban a nivel deportivo  económico del denominado “nuevo unicornio”.

Y como todo parecía indicar, la temporada 22/23 los Metropolitans 92  fue realmente histórica. Consiguieron un record de 23-11 que les permitió quedar en segunda posición de la liga regular, llegando hasta la final de los Play-Offs, donde perdieron frente al poderoso Mónaco de Mike James o Chima Moneke. Esta histórica temporada fue de la mano del crecimiento de Wemby, que acabó siendo el MVP de la competición, además del máximo reboteador y anotador de la misma. Su juego no solo llevó al equipo parisino a la final del título de liga, también revalorizó a algunos de sus compañeros como Bilal Coulibaly (nº7 del Draft y actual jugador de los Washington Wizards) o Justin James (actualmente en Cleveland Cavaliers). De igual modo, el “aura” de Victor subió de forma considerable el nivel de algunos jugadores que siempre habían mantenido un perfil bajo en la liga, como TaShawn Thomas o DeVante’ Jones. Wemby era la clave y de ello se lucraron todos sus compañeros.

Pero el sueño de los Metropolitans 92 concluyó la noche del Draft. Como si se tratase de cenicienta, Wemby tuvo que salir de París para volar en San Antonio. El equipo metropolitano inició entonces un proceso en el que prácticamente toda su plantilla cambió y del que Collet salió, siendo reemplazado por Laurent Foirest. Jugadores experimentados como Axel Toupane, Jordan Theodore o Lahaou Konaté se convirtieron en la columna vertebral de un equipo que incorporó a jóvenes como Fabian White Jr., Josh Carlton, Matthieu Gauzin o Amar Gegić. Pero el problema es que ninguna de esas promesas era Wemby. El resultado de esta reestructuración, en parte obligada, fue el de una victoria en 11 partidos. Las lesiones y la irregularidad, unidas a la llegada y a la salida de jugadores que intentaron ser una solución temporal (como el nacionalizado búlgaro Dee Bost), crearon una situación de lo más difícil, todo lo contrario a lo vivido un año antes.

Ahora, el verdadero reto del equipo metropolitano es el de volver a un sistema de juego colectivo, aquel considerado como imprescindible para la supervivencia de los menos poderosos. Las salidas de Dončić del Madrid, de Kristaps Porzingis del CB Sevilla, de Bojan Bogdanović del Fenerbache o de Evan Fournier del Poitiers Basket 86 no supusieron un trauma para sus equipos, el impactó no fue determinante para el posterior rendimiento. Si bien ninguno de estos jugadores (salvo Dončić) es considerado un talento generacional al nivel de Wemby (un caso único en la historia), lo cierto también es que estos equipos no se construyeron y apostaron todo en torno a sus figuras. En el caso de los Metropolitans 92 la realidad es que el juego se basaba en el “Wemby-sistema”. Si bien los ya comentados Bilal Coulibaly o Lahaou Konaté eran realmente importantes, la realidad es que todo se movía en torno a Victor. Como dato, la EFF (eficiencia individual) que promedió Wemby la temporada 22/23 fue de 26 en sus 34 partidos. Esto, esencialmente, viene a indicar que el proyecto se caería sin su piedra angular.

Esta situación nos invita a reflexionar sobre cómo la extrema dependencia en un jugador del que disfrutas “de forma temporal” es un arma de doble filo. Más aún en el caso de Victor Wembanyama y los Metropolitans 92, donde no solo se beneficiaron del francés a nivel de juego, también de una gran repercusión mediática que ayudó a la llegada de determinados jugadores que en una situación diferente no habrían apostado por este proyecto. Si bien el beneficio fue tremendamente alto, los problemas tras el paso de Wemby parecen haber sido igual de importantes para el equipo parisino. La pregunta que ronda la cabeza de cualquiera en este momento es si mereció la pena el subcampeonato de liga, la atención mediática de medio mundo o la venta de miles de camisetas a cambio de desmoronarse, de pelear por salir del descenso solo unos meses después. La apuesta del equipo metropolitano salió bien, pero los riesgos de la misma se están vislumbrando a día de hoy.

La sombra de Victor Wembanyama es alargada y su legado en los Metropolitans 92 será eterno, todo pese a haber permanecido en el equipo una única temporada. Mientras desde París disfrutan de sus tapones, sus mates y su increíble manejo de balón en San Antonio, también sufren por la realidad de su equipo. Un jugador puede marcar una época, un relato o la historia de un equipo, pero también puede generar una dependencia irremplazable. Hoy, en el área metropolitana de París, lo único que queda de Wemby son sus camisetas, esas que se vendieron por miles y que los aficionados del Metropolitans 92 siguen vistiendo mientras añoran lo que fue una temporada que difícilmente se volverá a repetir.

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