Vitoria siempre se encuentra aturdida por un vendaval llamado Baskonia, club acostumbrado a realizar temporadas dignas de un Sísifo ya agotado por el eterno retorno. La continuidad, esto es, mantener la piedra en lo alto de la montaña, parece inviable en una organización empeñada en sacar tajada a costa de la pérdida de competitividad. Siempre confiando, eso sí, en que alguna apuesta les salga bien para reiniciar el ciclo del absurdo. Y, por fortuna, siempre acaban acertando. El vendaval ahora lo encarna Chima Moneke: destructor de aros y cazador de rebotes.
“Soy diferente. Anoto los tiros libres que importan y fallo los que no”. Entre risas, Chima Moneke se lucía en la rueda de prensa posterior al partido ante Partizán en la sexta jornada de la Euroliga 23/24. Un rebote ofensivo y dos tiros libres del nigeriano conseguían una necesitada victoria en casa para los vitorianos. Tras un inicio de temporada nefasto y la destitución de Joan Peñarroya, Dusko Ivanovic se estrenaba (por cuarta vez) de la mejor forma posible en Euroliga apoyándose en la única luz de este túnel tan oscuro. Esto sucedió, además, la noche en la que el equipo le retiraba la camiseta a su hombre alto de leyenda: Luis Scola.
En cierto modo, Baskonia siempre se aferra a su Historia en los momentos difíciles. La vuelta de Ivanovic potencia ese constructo. Y es que esa Historia está repleta de jugadores que, como ocurre con Miami Heat en la NBA, exprimen su máximo potencial tras su llegada al Fernando Buesa Arena. Muchos de ellos eligen al club vasco precisamente por dicha razón, como Darius Thompson la pasada temporada. Como Chima Moneke en esta. En una entrevista concedida a la Voz de Galicia, Moneke argumenta que volvió a España porque “quería volver a ser feliz, perdí mi felicidad el año pasado y sabía que volver a un lugar donde me amaban, donde jugué bien y donde era feliz sería muy importante para mí. Y Baskonia fue definitivamente la elección correcta”.
Y si hablamos de historia deportiva, ahora en minúsculas, la de Chima Moneke es la de esa palmera que se dobla pero aguanta el huracán (parafraseando, si me permiten, a Javier Ibarra). “De ser cortado en la segunda división francesa en mi temporada como rookie ganando 2200 euros al mes… a firmar un contrato en la NBA cuatro años más tarde… increíble” es su tuit fijado. Nació en Abuja, Nigeria, sin embargo, a los pocos años se marchó a Australia ya que sus padres trabajaban allí, en la embajada nigeriana. Quiso ser futbolista hasta los 13 años, edad (tardía en formación de primer nivel) en la que descubrió que poseía un verdadero instinto reboteador. Una intuición que sigue siendo su mayor habilidad en la actualidad.
En su charla con los componentes del canal Swish Cultures, Moneke repite su mantra una y otra vez: “pertenezco a la élite, sólo necesito un ambiente propicio”. Argumenta que el 80% de los jugadores de la NBA son buenos jugadores de rol pero que no se encuentran en el lugar ni momento adecuado. Se refiere a sí mismo, en realidad. En concreto, a su breve paso por los Sacramento Kings, donde apenas contó con minutos en la rotación. “Si Richaun Holmes, que firmó 16 millones de dólares, no tiene sitio, yo tampoco (…) No soy una víctima, sé que este negocio funciona así. Simplemente, la temporada pasada, en Sacramento, la G-League y en Mónaco, las cosas no salieron como esperaba y perdí cierta alegría”.
Tras ser finalista de la Basketball Champions League con el Bages y su gran temporada en Manresa, mejor quinteto de la ACB incluido, Moneke se dio de bruces contra la realidad de las dos mejores ligas del mundo. En Mónaco disputó la Final Four, aunque apenas disfrutó de oportunidades para demostrar su valía. No obstante, los tiempos lúgubres no detienen a Moneke. No fue elegido en el Draft de 2018 y se ha ganado cada minuto que ha disputado desde entonces con carácter y potencia. A veces, quizás, demasiada potencia. Exacerbada. Como señala el periodista Donatas Urbonas, Chima es el jugador que más ha aumentado su media de valoración de toda la Euroliga.
Fuera de las canchas, su valor social también se ha incrementado exponencialmente. Ha obtenido el beneplácito de todos los baskonistas y de la esfera Euroliga/ACB con su forma de ser tan natural y jovial. Ya había ganado cierta fama en Manresa, de hecho. Es un usuario activo en redes sociales, que interactúa con sus seguidores (le amen u odien) y que sabe gestionar su tono en función del contexto y el momento que viva. Es importante entender cuándo se debe estar a la risa y cuándo ponerse serio. Por ejemplo, denunció los gritos racistas sufridos hacia su persona en el partido contra Partizan en Belgrado, mientras que también tuiteaba posts bromeando con Nunnally en el momento en el que le intentaba desconcentrar para fallar sus tiros libres.
Está por desenmarañar el futuro que le deparará al bueno de Moneke en Baskonia. Uno nunca se puede fiar de la directiva. Por el momento, el objetivo del equipo es luchar por los Playoffs en Euroliga (está promediando 17.2 puntos, 6.6 rebotes y 1.6 robos, con 21 de valoración tras seis partidos) y por el factor cancha en Liga Endesa. Dos retos enormes dada la situación actual. Necesitará mucha ayuda de los Howard, Costello, McIntyre, Marinkovic y el flamante fichaje Chris Chiozza. Esperemos que este vendaval que azota Vitoria pueda quedarse destrozando el autobús de cada equipo que aterriza en el Buesa Arena.
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