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Retrospectivas ACB

Diego Ocampo: Una carrera marcada por la perseverancia y el éxito

De Ourense al seleccionado checo, repasamos la exitosa carrera de Diego Ocampo en sus más de 28 años como entrenador.

Diego Ocampo
acb Photo/O. Araujo

Comenzó en un mítico de la LEB Oro como es el Club Ourense Baloncesto para después entrenar junto a entrenadores de élite. Salió de Manresa arribando a Barcelona en busca de nuevos retos, para finalmente terminar en el club Tizona Burgos, con el que batió récords en plata y actualmente ilusiona en oro. Esto no es ninguna adivinanza ni nada que se le parezca, sino un adelanto de esta interesantísima conversación que tuve con Diego Ocampo, un genio de las pizarras.

Los orígenes

Ocampo era un joven de Ourense que comenzó a practicar varios deportes durante su etapa escolar, incluyendo atletismo, fútbol sala, voleibol, balonmano y baloncesto. Sin embargo, el gallego confesó que “poco a poco me fui interesando más por el baloncesto”, ya que al mismo tiempo empezó a idolatrar a diferentes jugadores del primer equipo. Comenzó jugando en las categorías inferiores del Club Ourense Baloncesto, donde disfrutaba del baloncesto junto a sus compañeros. Sin embargo, una vez cumplidos los 17 años, una entrenadora del club le propuso entrenar a un grupo de chicos y aceptó de inmediato.

Durante ese periplo previo a la universidad aprendió las bases de la profesión gracias a la entrenadora y a unos libros que ella misma le regaló. Posteriormente se trasladó a La Coruña para asistir a la universidad, donde combinó la práctica del baloncesto con sus estudios de INEF. A los 19 años, el recién creado Club Baloncesto A.B.O. le ofreció la oportunidad de entrenar y, al mismo tiempo, fue formándose como entrenador asistiendo a diversos clínicas y cursos. Una vez cumplidos los 24, el club de su infancia lo reclutó como entrenador ayudante y preparador físico del equipo que competía en la liga EBA, siendo ascendido pocos meses después al que disputaba la LEB Oro.

Mentores

Cada una de las leyendas con las que compartió banquillo (Joan Plaza, Pedro Martínez y Aíto García Reneses) le marcó en distintas fases de su vida. Su primera experiencia en la ACB fue en el mítico Akasvayu Girona, donde coincidió con grandes jugadores del baloncesto español como Marc Gasol y Fernando San Emeterio. En Girona trabajó con Pedro Martínez, quien le ayudó a “descubrir desde dentro lo que es la liga” y a “mejorar mucho tácticamente gracias a las competiciones que disputamos”. Al Akasvayu le siguió el Cajasol Sevilla, con Plaza primero y García Reneses posteriormente. En esos años el Club Baloncesto Sevilla apostó por el talento joven europeo, sintiéndose Ocampo “muy implicado en el proceso de mejora de estos jugadores y siendo una experiencia que le ayudó mucho como entrenador».

Por otra parte, en relación con los atributos que poseen los tres, comentó que “saben gestionar personas en relación al contexto y al club, lo cual les ayuda a tener relaciones más personales con los jugadores”. También añadió que “tienen perseverancia y, cuando las cosas no van bien, no se vienen arriba, y cuando van mal, mantienen la calma para seguir trabajando.” No es sorprendente el espectacular palmarés que suman todos ellos, “su capacidad de entrenar y de constante investigación les convierte en leyendas”.

UCAM Murcia: “Ser yo mismo”

La primera oportunidad de ejercer como primer entrenador en un equipo ACB se la brindó el UCAM Murcia. Después de años frustrados para la entidad murciana, el club apostó por un gallego que estaba a punto de cumplir el sueño de cualquier entrenador. Tan solo estuvo una temporada, pero le sirvió para “darse cuenta de todo lo que tenía que mejorar”. El vestuario pimentonero estaba compuesto por caras nuevas como Scott Wood, Sadiel Rojas y Augusto Lima y acompañado de jugadores experimentados como Carlos Cabezas, Thomas Kelati y Jose Ángel Antelo. El entrenador orensano se puso al frente de un equipo que, a primera vista, parecía complicado de manejar debido al contraste entre el pedigrí de ciertos jugadores y la inexperiencia de otros.

Cuando fue preguntado sobre si fue difícil gestionar esta plantilla, Diego Ocampo respondió que “los jugadores respetan la autenticidad de un entrenador” y que “fue crucial ser yo mismo, con mis aciertos y errores”. Aunque el equipo terminó el curso con un balance de 17-17, no se pudo clasificar para los playoffs. Bajo su dirección, los universitarios registraron los mejores resultados de toda su historia hasta esa fecha, logrando un marcador parejo entre victorias y derrotas por primera vez.

Joventut Badalona: «Vocación y necesidad»

Los amantes del baloncesto jamás nos olvidaremos del momento en el que el Joventut estuvo a punto de descender a la LEB Oro. El club catalán, además de registrar terribles resultados deportivos, estaba inmerso en una crisis económica que pudo acabar con los verdinegros para siempre. Dentro de esa nube negra de malos resultados y de deficiente dirección estaba Diego Ocampo, que recuerda ese periplo como uno de “necesidad”. Sin embargo, como dice el refrán, hacer de la necesidad virtud, puede a veces abrir puertas inimaginables. Esa filosofía se implantó en el primer equipo y, como resultado, una gran porción de canteranos certificaron su debut. Diego Ocampo confesó que el plan de dar la oportunidad a los jóvenes fue ejecutado “por vocación y necesidad, aunque es cierto que se lo merecían todo, ya que entrenaban a un gran nivel”. El de Ourense se sintió “orgulloso porque, igual que me la dieron a mí, también le pude dar la oportunidad de debutar y desarrollarse a chicos que se lo merecían”.

Reflexionando sobre su pasado en Badalona dijo que “era un momento en el que no había que buscar excusas, tan solo había que centrarse en conseguir el objetivo de la permanencia”. Además, admitió que, a día de hoy, continúa pensando en aquello que podría haber hecho mejor, ya que “pensar en lo que me puede hacer mejorar es crucial para un entrenador».

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