Antes de ponerse a opinar, es aconsejable siempre documentarse sobre ello. Y con esta comparativa no iba a ser menos. Hablamos de dos de los mayores talentos europeos de toda la historia, liderando a la misma franquicia pero en épocas muy diferentes. El alemán, retirado en 2019 tras haber participado en nada más y nada menos que 21 campañas y haber logrado el éxito más grande en la carrera de un profesional de la NBA: el ansiado anillo, acompañado de un merecidísimo MVP de las Finales. El esloveno, disputando su sexta temporada en la liga, pero dejando actuaciones memorables noche tras noche como si se tratase de un veterano y no de una de las mayores promesas del baloncesto mundial. Y es que, la franquicia de Texas cuenta con un auténtico diamante en bruto, cada año más pulido y preparado para repetir la gesta que en 2010 consiguió su predecesor, también europeo, Dirk Nowitzki.
Arrojando un poco de luz sobre Dallas
La del 2010–11 fue la temporada más memorable de su historia, y los Dallas Mavericks partían, según los expertos, como octavos favoritos para hacerse con el anillo, con unas expected W-L de 53–29. Para sorpresa de muchos, terminaron la campaña superando esas expectativas con un sólido 57–25, siendo segundos en la División Suroeste de la NBA por detrás de San Antonio Spurs. En la temporada actual, el equipo de Texas ocupa el undécimo puesto en la lista de favoritos al anillo y por el momento se espera que termine la campaña con un récord de W-L de 32–30. Lógicamente, todo ello está sujeto a los cambios que pueda haber de aquí hasta final de temporada. Partían siendo considerados mejor equipo que los actuales de Doncic, sin embargo hay que poner en valor a los rivales a los que se enfrentan cada uno. Sin querer menospreciar a nadie. La NBA actual está considerada por muchos como una liga cada vez más difícil, con rivales más y más fuertes. Sobre todo el oeste, el cual ve variada su tabla de posiciones prácticamente cada noche, sin tener definidos a sus participantes de playoffs y poniendo muy complicada la labor a los expertos y casas de apuestas. Para dar mayor contexto, en 2010–11 el MVP de temporada regular se lo llevó un explosivo y talentoso Derrick Rose con apenas 22 años, promediando 25.0 puntos, 4.1 rebotes y 7.7 asistencias. Siendo más concretos, aquel año promedian más de 25 puntos seis jugadores, además del ya mencionado Rose. Si buscamos en la NBA actual este dato, nos topamos con que hasta quince jugadores superan esa cifra en anotación, y siendo Luka Doncic el cabeza de la lista con 34.6 puntos de media por encuentro. Entonces, ¿por qué estos Dallas Mavericks, si cuentan con la estrella más anotadora de la liga, no son los favoritos para hacerse con el Larry O’Brien? Pues bien, veamos qué diferencia a ambas plantillas y qué separa a estos Mavs de ser campeones, cosa que sí pudieron hacer los chicos de Carlisle años atrás.
¿Barco a la deriva?: La importancia de un buen capitán general
Rick Carlisle llegó a Dallas Mavericks en 2008, tras haber ejercido como assistant coach once campañas repartidas en New Jersey Nets, Portland e Indiana, y seis años como entrenador jefe en Detroit y de nuevo Pacers. En su tercera temporada en Dallas, ya había logrado hacerse con el campeonato de 2010–11, único en su palmarés como coach. Para ese año, Carlisle contaba ya con una experiencia de ocho años como entrenador y once como asistente del mismo. En pocas palabras, aquellos Mavs disponían de un capitán de barco que había batallado muchas guerras. Por su parte, Jason Kidd, actual entrenador de la franquicia, cuenta con tan solo ocho campañas como entrenador jefe y dos como asistente. Quizá la experiencia no lo sea todo, pero sí aporta grandes cosas a un equipo, sobre todo si cuentas con una plantilla joven e inexperta como la de estos Mavs, donde tan solo tres jugadores superan los dobles dígitos en años de experiencia NBA. Si nos centramos en las primeras tres temporadas de Carlisle y Kidd al mando de Dallas, podemos apreciar una diferencia bastante notoria en cuanto al número de victorias y derrotas de ambos. Mientras que en los 246 partidos que componen las tres campañas los Mavs de Rick Carlisle cuentan con un diferencial de W-L de +78 (162W — 84L), el que presenta el equipo de Jason Kidd es de tan solo +22 (124W — 102L). Si bien es cierto que la campaña actual aún se encuentra disputándose, en el mejor de los casos Dallas podría terminar con un +42, y ganando absolutamente todos los partidos que restan hasta llegar a playoffs. Por todo ello, habría que preguntarse si es Kidd el arquitecto idóneo para llevar a estos Mavs a ser campeones, o si por el contrario deberían separar sus caminos y mirar hacia nuevos horizontes. Nunca es tarde para un cambio.
El más adecuado para el puesto: Dirk Nowitzki y Luka Doncic
La campaña 10–11 del alemán no tuvo gran repercusión más allá del campeonato. De hecho, no fue ni siquiera su año con mayor promedio en puntos, rebotes, asistencias, robos o tapones. Tampoco en número de minutos jugados, ni partidos disputados. Aquel año Nowitzki se pierde nueve encuentros de temporada regular. Sí destacó aquella temporada, numéricamente hablando, en sus porcentajes de tiro. La eficiencia del alemán fue del 51.7%, mejorando incluso su campaña de MVP en 2006–07. Si nos fijamos en sus estadísticas avanzadas, Dirk acabó la temporada con un PER de 23.4, un porcentaje de uso en pista de 28.2 (USG%), una estimación de victorias contribuidas por el propio jugador a su equipo de 11.1 (WS), un BPM de 5.1 y un Valor sobre el jugador de reemplazo de 4.5 (VORP). Comparando su campaña de 2010, en la que se proclamó campeón de la NBA, y su mejor registro individual en 2006, cuando se hizo con el MVP de temporada regular, nos encontramos con una diferencia estadística muy evidente de un Nowitzki a otro. Supera en cuatro puntos su rating de eficiencia (PER), en tres puntos el BPM, en casi tres puntos también el VORP y contribuye a que su equipo gane hasta en cinco ocasiones más (WS), y todo ello manteniendo un porcentaje de uso en pista (USG%) prácticamente calcado ambos años. Con todo esto, podemos concluir que pese que se trataba de un Dirk más veterano y menos decisivo, el equipo supo acompañarle y superar a sus rivales técnica y tácticamente.
Por su parte, esta temporada Luka Doncic se encuentra en el punto estadístico más alto de su carrera en puntos, asistencias, robos, porcentaje de tiros (FG%), así como también en eficiencia de tiros libres y de tres. Doncic también promedia esta campaña su máxima en minutos disputados por partido, y su actitud sobre la pista parece haber cambiado. Sin embargo, el esloveno sigue cometiendo muchas faltas técnicas, algo que se le exige y recomienda cambiar para mejorar su juego y el de su equipo. Son quince ya las que ha provocado en esta campaña, tan solo dos menos que la temporada pasada y la anterior, donde batió su récord en esta categoría con diecisiete técnicas en cada una de ellas. Aún con todo, Doncic demuestra cada noche que tenerle en tu equipo no es sino una enorme ventaja ofensiva respecto al rival. El talentoso esloveno promedia esta temporada la friolera de 34.6 puntos, ocupando el puesto número catorce en la historia en cuanto a puntos de promedio anotados por partido se refiere. Es decir, tan solo en trece ocasiones un jugador ha logrado anotar más puntos que el esloveno en temporada regular, un dato absolutamente descomunal que pone en contexto el armamento ofensivo del base. Si observamos las estadísticas avanzadas de Doncic esta campaña, en comparación a la temporada de MVP del alemán, vemos que sus valores son muy semejantes en cuanto al PER, VORP y BPM. No obstante, Luka Doncic cuenta con una amplia diferencia en porcentaje de uso en pista (USG%) respecto del alemán, y este último ofrece un mayor número de victorias a su equipo cuando está en la cancha (WS), concretamente 6.9 más que el esloveno.
Si nos fijamos ahora en la temporada 2010–11, donde Nowitzki consigue hacerse con el anillo de campeón, y lo confrontamos nuevamente con la campaña actual de Doncic, los valores son otros muy distintos. En esta ocasión el esloveno domina prácticamente todas las estadísticas avanzadas, menos la de victorias aportadas a su equipo (WS). Respecto del alemán, Luka promedia más de cinco puntos en PER y BPM que este, así como 1.7 más en VORP y casi ocho puntos en porcentaje de uso en pista (USG%).
lo fue Nowitzki aquel año de consagración para Dallas. ¿Determina esto que los Mavs son mejores y más favoritos este curso que aquel en que fueron campeones? Desde luego que no. Pero con los datos delante, podríamos arrojar algo de luz y de esperanza para los fanáticos del esloveno y su equipo.
¿Un monstruo de dos cabezas?: La necesidad de una segunda espada
En la NBA actual es bastante normal encontrarse con un equipo plagado de personalidades y de estrellas. De hecho, los últimos años se ha ido creando la tendencia, o necesidad, de armar equipos alrededor de más de una pieza principal. Las franquicias se han dado cuenta de que un solo jugador ya no puede cargar con todo el peso del equipo y lograr el objetivo único de hacerse con el campeonato. Se necesita de otra pieza central, una que genere con y sin balón, que distraiga la atención de la defensa rival y reparta el juego del equipo. Incluso los hay que fantasean con más de dos actores principales, como ocurrió recientemente en Brooklyn juntando a Durant con Harden y Kyrie. El invento de Joe Tsai no salió como se esperaba en un principio, y el trío de estrellas decidió poner fin al proyecto y seguir cada uno por su lado. El caso de Irving, concretamente, empezó de una forma un tanto especial. Sin embargo, pese a que el australiano cuenta con una personalidad bastante peculiar, este año parece haber cambiado algo en su conducta. Kyrie es más maduro, más comprometido y más jugador de equipo. Sin dejar de lado su extraordinario manejo del balón, Irving está promediando su mejor marca en tiros de tres, así como en rebotes defensivos, algo que demuestra que el base está mucho más implicado en el objetivo del equipo, y que además se encuentra cómodo en el rol que le piden; como segunda espada del esloveno. Kyrie está promediando casi 50–40–90, hazaña que logró en la campaña 2020–21 con Brooklyn Nets. El australiano se encuentra en un gran momento de madurez y mentalidad, y su juego se basa en dejar destacar a Doncic y aprovecharse también de las miradas que este genera para la defensa rival. No obstante, a Irving siempre se le han caído los puntos de los bolsillos, y en sus últimos cinco partidos el base promedia 25.8 puntos con buenos porcentajes de tiro. Kyrie ya sabe lo que se siente al portar un anillo de la NBA en sus manos, formando un dúo letal con Lebron James en aquellos Cavaliers del 2015–16. ¿Podrá repetir la gesta y ayudar al esloveno a hacerse con su primer Larry O’Brien? ¿Es Irving el complemento más adecuado para que Doncic sus Mavs obtengan la gloria? Si algo nos ha enseñado el australiano, si está centrado y es su gran prioridad, es que el baloncesto se le da de maravilla. Por su parte, el esloveno no deja de demostrar cosas noche sí y noche también. Que uno sea lo que el otro necesita lo determinará únicamente el tiempo, pero de momento se han ganado un voto de confianza.
En su momento, el acompañante estrella de Dirk Nowitzki y que le ayudó a conseguir el ansiado trofeo no fue otro que Jason Kidd. El actual entrenador de Dallas contaba con 37 años cuando salió campeón de la NBA. Sin embargo, su rol en aquel equipo no tenía nada que ver con el de Irving en estos Mavs. El base veterano promedió 7.9 puntos, su tercer peor registro anotador, y su porcentaje de tiros (FG%) fue el más bajo de su carrera. Kidd estaba dando sus últimos coletazos como profesional en un equipo trabajado de manera muy física y defensiva. Sea o no por el cambio de ritmo en el juego de esa NBA en comparación a esta, aquellos Mavericks permitían a sus rivales un promedio de anotación de tan solo 96.0 puntos por noche, el décimo entre todos los equipos de la liga. Para poner en contexto, los Dallas actuales permiten 118.3 puntos por encuentro a sus rivales, ocupando el vigésimo cuarto puesto. Leído de otra forma, los Mavs campeones del 2010–11 permitían 22.3 puntos menos por partido a sus oponentes que los actuales. Cierto es que ofensivamente, con Doncic a la cabeza, estos Dallas son una apisonadora, posicionándose como el sexto mejor de la liga con 118.7 puntos de media, respecto a los 100.2 que registraban los de Nowitzki. No obstante, pese a que hoy en día parezca que lo único relevante de las líneas estadísticas sea la anotación, el rating ofensivo y defensivo de aquellos Mavericks lo posicionaban con un Net Rating de +4.6 sobre sus oponentes, el octavo mejor equipo de la competición. Por su parte, los Mavs de Luka y compañía cuentan con un Net Rating mucho más pobre; son el décimo sexto de toda la NBA con un +0.4.
La solución desde el banquillo: Jason Terry y Tim Hardaway Jr.
En la primera temporada de Rick Carlisle como entrenador jefe de Dallas, Jason Terry ganó el premio a Mejor Sexto Hombre del Año, promediando 19.6 puntos por partido. Esta fue una decisión personal de Carlisle para reforzar la segunda unidad. En la temporada 2010–11, la plantilla formada por Mark Cuban parecía estar completa gracias a llegadas como la de Tyson Chandler, quien promediaría 10.1 puntos y 9.4 rebotes por partido, ayudando en tareas defensivas al equipo y despejando de esa labor a un talento tan especial como Nowitzki; Shawn Marion, que había llegado a mitad de la temporada anterior, buen defensor, inteligente y capaz de solventar emparejamientos a priori complicados; JJ Barea base suplente, y Haywwod e Ian Mahinmi como refuerzos interiores que cumplían su rol. Sin embargo, todo ello no cambió los planes de Carlisle respecto a su principal hombre desde la segunda línea. Jason Terry, quien había sido nombrado mejor jugador desde el banquillo en la campaña 2008–09, sería el elegido para ocupar ese rol en este equipo. Para los dos cursos siguientes, Terry terminó en segunda posición como Mejor Sexto Hombre, por detrás de Jamal Crawford en la 09–10 y de Lamar Odom en la 10–11. Precisamente en esta última, el base logró hacerse con el anillo teniendo un papel primordial en su equipo. Promedió 15.8 puntos, 4.1 asistencias y 1,1 robos, tirando con un 45% en tiros de campo y un sólido 36% en el triple; todo ello jugando 31.3 minutos por encuentro. Por su parte, los Mavericks actuales tampoco encuentran ninguna queja respecto a su agitador principal.
Jason Kidd ha encontrado en Tim Hardaway Jr. un gran valor adicional para su segunda unidad. El alero de 31 años está considerado por muchos como uno de los nombres a tener en cuenta de cara al premio de Sexto Hombre del Año esta campaña. Y es que, en 28.8 minutos de media Hardaway Jr. promedia 16.3 puntos, su cuarta mejor marca en anotación, 3.5 rebotes, tercer mejor registro personal, y su eficiencia en el tiro es bastante fiable; 40% en tiros de campo y casi 36% en el triple. Estos datos se han visto mermados por los últimos partidos del alero, que empezó la temporada de manera excelsa pero que ahora se encuentra en un bajo momento de forma. En sus últimos cinco partidos, Hardaway Jr. registra un plus/minus (+/-) negativo de -8 en cancha. Es decir, con él en pista su equipo es ocho puntos peor que el rival, y la racha de Dallas en este tramo es de tan solo una victoria por cuatro derrotas. Si algo ha demostrado esta campaña Tim Hardaway Jr. es que puede ser ese hombre que Dallas necesita desde el banquillo. Kidd necesita que su aportación al equipo en los minutos que Doncic precise de descanso esté a la altura de lo que ha demostrado al principio del curso. Si algo está claro es que el esloveno necesita descanso si quieren sacar lo mejor de él, y la segunda unidad de Dallas, así como la apuesta de Cuban con Kyrie Irving, deberán dar un paso al frente y aprovechar cada una de las oportunidades.
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