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Made in USA

El saltimbanqui de Gate City

Mac McClung se ha consagrado como el chico para todo de los All Star de la NBA. ¿Necesitas amenizar la velada con mates espectaculares? ¿conformar un equipo G-League? Better Call McClung

Tiene la mirada perdida cuando alguien le habla directamente. Su pelo liso castaño tirando a rubio se extiende a los lados de su cabeza procurándole cierta similitud con el Roger Federer vintage. El rostro es inexpresivo; el sentido del humor, pobre. Su personalidad copia la de los protagonistas escritos por los guionistas de los modos Mi Carrera del NBA 2K. Plano, lleno de clichés y con una narrativa propia construida a base de repetir mantras del camino del héroe y los best-sellers de autoayuda. Como apuntaría un zoomer, Mathew «Mac» McClung es un NPC. Uno con el que el aficionado medio blanquito puede identificarse excepto por un aspecto: sus increíbles brincos.

Al ser preguntado por la veracidad de la famosa cita “white men can´t jump” —los blancos no saltan, que dio título a la película de Ron Shelton de 1992—, responde serio y con tono cortante: “Hay algunos que sí. Hay otros que no”. Y se queda tan pancho. La comparación con los protagonistas del Mi Carrera no es baladí, pues su expresividad deja mucho que desear y su rol es el de hacer de comparsa perezosa del interlocutor que le interpela. Cuando se refiere al deber de ser su mejor versión en otras áreas del juego parece que quiere creerse su discurso. Mas que convencer a los demás, pretende convencerse a sí mismo de que no es solo un dunker. Sin embargo, es precisamente el momento previo antes de realizar un mate espectacular cuando despega con total confianza y abraza su superyó.

Mac McClung era un decente jugador de football de pequeño. Nació y creció en Gate City, Virginia. Un pueblo de apenas dos mil habitantes, origen que puede explicar su parquedad en palabras. Se pasó al baloncesto por la insistencia de su padre en el instituto, y fue posteriormente en esa etapa en la que empezó a convertirse en un jugador viral. Sus mates en partidos de high school le convirtieron en una micro celebridad, tanto fue así que el mismísimo Drake le pidió una camiseta a través de sus mensajes directos de Instagram —“he slided into my DMs”, dice Mac —. Hizo su primer mate a los quince años, siendo su padre —de nuevo — el que le introdujo en las biomecánicas de la pliometría, un tipo de entrenamiento que se enfoca en la capacidad de los músculos para generar fuerza explosiva. Implica ejercicios que involucran movimientos rápidos y potentes como saltos y cambios de dirección y ritmo con el objetivo de aumentar la velocidad de contracción muscular y mejorar la eficiencia neuromuscular.

El caso es que aquel muchachito se obsesionó con esta disciplina y muy pronto se fascinó con la variedad y dificultad de mates que le salían y que podía desarrollar: entre las piernas, giros absurdos, a una o dos manos, etcétera. No obstante, la fama de dunker se convirtió en su sambenito, en su seña de identidad, limitando el resto de aspectos de su juego, algo que preocupaba bastante a McClung ya por aquel entonces. El ser solo valorado por su espectacularidad y no por el resto de habilidades y pasión por el juego. Con los años, dice, dejó de importarle, aunque es consciente de que le ha abierto puertas que jamás se habrían presentado de no haber destacado como “matador”.

Comenta de sí mismo que es un buen pasador y que puede ayudar a sus equipos a ganar desde el playmaking. También que ha trabajado enérgicamente en su tiro, que puede aportar como tirador posicional. Es decir, se está vendiendo como un jugador de rol apetecible para cualquier equipo NBA. Y, por desgracia, no se lo compran. Ya fue un undrafted en 2021 y apenas ha jugado unos pocos partidos en la mejor liga del mundo con los Bulls, los Lakers y los Sixers. ¿Por qué a alguien tan espectacular le faltan ofertas en la NBA? Porque mide 1.88 metros, pesa 83 kilos y tiene una envergadura irrisoria. Es muy atlético para realizar saltos y mates, pero sus medidas físicas le convierten en una debilidad en defensa ante tipos más grandes, que suele ser la gran mayoría de jugadores. No defiende mal al hombre con balón, puede atosigar, pero no les puede parar en el camino hacia el aro. Además, es muy irregular en el tiro de tres y media distancia, aunque hace gala de buenos movimientos de pies.

“He rechazado millones de dólares del extranjero por quedarme en la G-League, y es duro decirle eso a tu agente y tu familia, pero siempre me han apoyado. Adoro a mi circulo”, confiesa Mac McClung en una entrevista con The Professor. Admite conocer que, si se hubiera ido fuera de Estados Unidos, seguramente no estaría en la situación de participar —y ganar — en los concursos de mates del fin de semana del All Star. Sobre la G-League dice que es especial estar compitiendo contra tantos otros que, como él, están intentando meter la cabeza en la NBA. Una competición feroz por ver quién consigue dar el salto definitivo y en la que todo vale. Aún por encima el haberse convertido en la cara de la NBA durante el All Star, lo que granjea, como mínimo, un reconocimiento y recordatorio de que sigues ahí, esperando tu oportunidad con un marketing trabajado, un aspecto que se valora mucho más de lo que parece en la liga.

Adam Silver se ha abonado a la MacMania. Ante el evidente descenso de nivel y expectativas de los concursos de mates más recientes, McClung ha llegado para reflotar el barco. Por concursar, participa hasta en los partidos de novatos con la facción de la otrora D-League. Porque es la única luz en un túnel que se tapió en el concurso de mates entre Zach LaVine y Aaron Gordon de 2016. Este fin de semana ya está maldito, herido de gravedad. Ni los aficionados, ni las televisiones ni los propios jugadores entienden que se celebre. Antes participaban Vince Carter, Kobe Bryant, Michael Jordan, Dominique Wilkins. Ahora aparecen los hermanos Toppin, Jaime Jaquez y jugadores de fondo de banquillo con capacidad para brincar. Mac McClung sigue la estela de Nate Robinson, pues el primero tiene dos campeonatos y el segundo, tres, como revitalizador del espectáculo machaca aros.

“No busco la fama, no sé qué llegara de todo esto. Quiero estar preparado y aprovechar la situación al máximo”, dice Mac McClung poco convencido, cansado de repetir las líneas de guion del deportista random número trece norteamericano. Preguntado por un chaval joven de su Gate City por sus sueños fuera del baloncesto, Mac esboza la primera cosa interesante que ha salido por esa boca de todas las entrevistas que ha dado hasta el momento: le gustaría ser director y/o actor de cine. Quiere ser una estrella. El terreno raso de su cara y carisma podrían indicar que no tiene lo que hace falta. Pero solo hay que fijarse en el momento previo antes de realizar un mate espectacular, cuando despega con total confianza y abraza su superyó. Ahí aparece la estrella de cine, la que se empareja con Shaq tras saltar por encima del pívot. El NPC se transforma en protagonista.

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