22 años, dos equipos en las dos ciudades más conocidas de los Estados Unidos y casi del mundo. Más tatuajes, distinta reputación y ahora, un nombre del que hablar en positivo. Brooklyn ha rehecho a D’Angelo, pero sigue siendo un desconocido.
Porque cuando salió de los Lakers él lo tenía claro. Incluso usaba ejemplos. «Chauncey Billups no es recordado por haber sido drafteado por los Celtics. La gente le recuerda por los Nuggets y los Pistons.» Hacer olvidar sobre el parqué. Crear nuevos momentos de los que acordarse entre sonrisas. Hay varias cosas que se mantienen en el imaginario colectivo de su paso por LA: el famoso vídeo de Nick Young y su engaño a Iggy Azalea, su sangre fría y la lapidaria frase de Magic diciendo que en él no había un líder. Había expectativas, pero se difuminaron. Para Russell, además, aquello tuvo impacto. Reconocería que dichas palabras causaron en él «algunas molestias.» No fue una motivación para él, ni mucho menos. «No era nada que pudiera controlar, realmente. Estaba fuera de mis manos. Pasé por muchas cosas; la despedida de Kobe, todo… Así que me aplaudo por superar aquello.»
En lo que al juego se refiere, Chris Brickley (el entrenador personal de moda en la NBA) ha pasado mucho tiempo con él. La NBA de hoy es dura. La talla, la envergadura manda con bases de siete pies. D’Angelo no es así. Nunca lo fue. «No estaba preparado para ello. Mi cuerpo, en general, era el de un niño de 21 años jugado contra hombres… Soy un chaval flaco.»
A la hora de valorar experiencias demuestra madurez el hacerlo con perspectiva. Sin paños calientes, con claridad y tratando de hacer el balance más completo posible. El base de venas heladas supo enlazar pasado reciente con presente y futuro teniendo ambos en cuenta. Sin correr, pero sin pararse. Mirando atrás con un propósito. «Aprendí mucho de ello. Me abrió mucho los ojos en términos de cómo son los negocios en esta liga. Me dio un mejor punto de vista sobre cómo ser un profesional.» No mentía.
No ha sido el típico relato del rookie que llega prometiendo el cielo y acaba alcanzándolo. «No han sido tres años normales. Me han moldeado para ser el jugador y la persona que soy ahora y no cambiaría eso por nada del mundo.»
La historia ha cambiado hasta el punto de hoy considerarse una estrella dentro de una franquicia en cocción. No es un proyecto de futuro sin presente y D’Angelo es prueba de ello. «Es una organización en crecimiento. Siento que con el staff y los jugadores que tenemos podemos trabajar en hacer que esto sea algo.» Y ya en camino. Porque los Nets ya tomaron demasiados riesgos y hoy solo quieren hacerse. Curioso resulta saber que estos recién llegados al mundo ya pueden identificarse con una cultura, que ya tienen modelo propio, mientras sus vecinos se han perdido de tanto buscarse a sí mismos. Brooklyn ya es, para la NBA, Brooklyn. De la B a la N. «Ganar en Nueva York es diferente y siendo Brooklyn un distrito separado, el apoyo de los seguidores es increíble. Todo es increíble.» Russell está renaciendo en el este.
Y es especial. No solo él, ni siquiera el equipo. La atmósfera, la confianza, el ambiente. Porque, estando a años luz del oeste, a la mitad mala de la liga les hacen falta los Nets. Por espíritu competitivo, por ejemplo para el resto. En Kenny Atkinson tienen a alguien que les da extrema confianza. Tanto que recientemente llegó a comparar públicamente a Russell con LeBron, sin titubeos.
«Creo que D’Angelo dio algunos pases de élite esta noche… Son los tipos de pases que LeBron da.» No ha sido la única vez. “Está aprendiendo desde el trabajo. Le damos muchos minutos y sigue mejorando. Sé que queremos que sea perfecto, le queremos siendo más consistente, pero eso vendrá con el tiempo.» Otra. «Tiene una gran confianza ahora mismo, en ambos lados de la cancha. Creo que está alimentando a los otros jugadores de su confianza. Y no son solo los tiros que mete, sino también cómo maneja nuestro ataque y cómo los chicos siguen su mando y liderazgo. Esa es una gran parte de nuestro éxito.»
Y claro, ante tales muestras, el jugador solo puede reconocer su figura y liderazgo. Tras sentarlo en un final de partido (apretado además) ante los Celtics no criticó ni se excusó. «Cualquiera que fuera la decisión del entrenador, la compro. Nos tiene aquí, así que creo en sus movimientos. Fallé en un rebote, en una jugada de 50/50 que le molestó un poco… Tengo que mejorar, es algo en lo que pensar para ir al siguiente partido.» Definitorio.
Con la mentalidad de alguien que no solo quiere ser, sino que trabaja por ello, se ha colado en el All-Star Game (¿de verdad alguien merece reemplazar a Oladipo más que él?). «Todo el mundo tiene talento en esta liga, pero los tíos que lo demuestran cada noche reconocen a los que van a aportar todas las noches. Creo que seré uno de esos jugadores. Un pequeño revés da la bienvenida a una gran respuesta. En eso estoy centrado ahora mismo.»
Probablemente la lucha más dura que lleve consigo sea la de formarse una reputación que le aleje de aquella que le persigue. Aquellas palabras de Magic, aquella manera de salir de los Lakers están quedando cada día más atrás. Porque además de hacer lo suyo y únicamente hacer ruido entre las líneas de banda y fondo, tiene a su alrededor a compañeros de batalla que lo reconocen. DeMarre Carroll pidió su presencia en el All-Star llamándole «la cabeza de la serpiente de unos Nets en crecimiento.» Dzanan Musa da sus primeros pasos en la liga a su lado. «Se preocupa por nosotros, es un gran tío.» El bosnio necesita eso. El apoyo, la guía. Alguien que marque el camino a seguir. Sí, ese es D’Angelo. Con quien jugaba a la Play Station 4 en la pretemporada. «La gente no se da cuenta de lo comprometido que está y cuánto quiere ganar.» Decía Joe Harris.
Consciente de todo lo que se dice, pero aún más de lo que se ha dicho, D-Lo se planteó varias metas. Todas, claro, dentro del mismo marco. Del mismo fin que engloba a estas; mejorar. Entre ellas, aquello que tantas habladurías trajo. «Con los chavales que traen que son más jóvenes que yo, he pasado por mucho de lo que están pasando ahora y sin duda puedo salpicarlos con lo que sé y les puede ayudar. El mejor tiempo para hacerlo es cuando no estás en la cancha.» Sí, quiere liderar. Y sí, se toma el baloncesto en serio. De hecho, se lo lleva a casa.
Han sido pasos a la carrera, pero ya no corre. Ha habido mucho a su alrededor. Tanto que se le ha tapado. Pero ahora se ve con clarividencia, firme, sacando pecho. «Creo que de alguna manera dejé aquello cuando era un rookie (el ser elegido en el segundo puesto del draft) pero la prensa siempre lo saca como si fuera algo de lo que hablar. Pero aquello ya se fue, no me motiva realmente.» Porque tiene algo más grande en mente. «Esto es sobre ganar. Nunca he ganado realmente en esta liga, así que, que el éxito individual venga con el éxito del equipo me hace sonreír. Es un buen sentimiento.»
«¿Y si gano el MVP? Eso sería una locura… ¿Qué pasa si hago como James Harden? Claro que sí. ¿Qué? Coño, tengo 22 años. Te juro por Dios que lo creo.» Ya veremos, D-Lo.
NOTA: Todas las declaraciones son sacadas de piezas de medios norteamericanos como GQ, el New York Post, The Undefeated, SLAM Magazine, Deadspin o The Ringer.
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